martes 1 de abril de 2025
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Liliana De Riz: “Milei gobierna con el mismo estilo del kirchnerismo y cree que las instituciones no tienen que ser restricciones”

En una entrevista con Clarín, la socióloga Liliana De Riz, calificó a la administración del Presidente, Javier Milie, como “otra variante del populismo”; le enrostró ejercer el poder con la concepción de  que las instituciones “no tiene que ser restricciones” por lo que le atribuyó esquivarlas y optar por la negociación directa con gobernadores o eventualmente con los legisladores de forma individual y como representantes de fuerzas políticas, tras lo cual dijo que para su gobierno “el Estado continúa siendo un aparato al servicio del poder, aunque él diga que viene a limpiarlo de los saqueadores” lo que la llevó a juzgar que en ese contexto el estilo el primer mandatario en cuanto a cómo habla y la manera en que “se para frente a la gente” lo conducen al llevar al extremo “características de la política que no son propias del siglo XX, sino del XXI, al modo Donald Trump”.

Al requerírsele, en la primera consulta durante la entrevista, que hiciera una caracterización del primer año de gobierno de Mieli, De Riz, expresó: “En su estilo, es llevar al extremo, cosa que en la Argentina no es novedoso. Estamos ante otra variante de lo que, de manera vaga e imprecisa, se llama populismo. Esto es: un modo de ejercer el poder en el cual las instituciones no tienen que ser restricciones. Y por lo tanto, como el presidente gobierna negociando con los gobernadores, o eventualmente de manera individual con los legisladores, no con fuerzas políticas como tales – a pesar de que el panorama político está muy fragmentado – entonces esquiva las restricciones institucionales, es decir, el Congreso” y fue un paso más allá cuando señaló para abonar sus dichos que “a partir del veto cruzado, puede lograr que algunos legisladores cambien sus votos. El Presidente gobierna tratando de eludir las restricciones institucionales y, al mismo tiempo, utiliza el Estado, por ejemplo, para intervenir en la política cambiaria”, precisó.

“Por lo tanto, el Estado (para Milei) continúa siendo un aparato al servicio del poder, aunque él diga que viene a limpiarlo de los saqueadores. En este punto, su estilo, en el sentido literal de la palabra – cómo habla, la forma en la que se para frente a la gente – lleva al extremo características de la política que no son propias del siglo XX, sino del XXI, al modo Donald Trump”, completó la socióloga.

Cuando se preguntó si ello respondía a las formas que adquieren los liderazgos actuales, De Riz jugó: “Hoy los liderazgos se arman gritando, conmoviendo, pero no razonando. Entonces, al interpretar y canalizar la furia ésta le provee un enemigo: “la casta”, movilizando así a una juventud que siente que no tiene futuro en este país” y que por lo tanto “se encaminan en una dirección que no conocen, pero confían. Así se ha construido esta situación tan extraña, con esta variable del lenguaje del insulto y una especie de épica de la furia que lamentablemente vamos naturalizando”, reflexionó.

“Ese es el drama de las grandes transiciones epocales”, dijo al responder a otra consulta acerca de si en estos tiempos de gritos e insultos se puede discutir política. Expresó luego: “Estamos asistiendo a un cambio civilizatorio. En el mundo de hoy se habita y habla desde las redes sociales, creando tribus que pelean como guerreros virtuales” por lo cual consideró que en este marco “también cambió la política. El problema es con qué categorías la vamos a analizar. Los consultores exitosos tienen un manual que se llama ‘El mago del Kremlin’. Si miramos el libreto, empiezan como influencers y gritan hasta conseguir que se los escuche. Necesitamos una generación de dirigentes políticos que no veo emerger, la renovación de liderazgos está postergada desde hace mucho” y, en esa dirección, remarcó: “Por supuesto, el peronismo está atravesando una crisis muy fuerte, y la obturación de la renovación es Cristina Fernández de Kirchner. Como no hay un Antonio Cafiero, ella obtura manejando su partido en el conurbano bonaerense”, juzgó De Riz.

Cuando se la consultó si los dirigentes políticos del futuro surgirían de las redes sociales y no de los partidos políticos, la socióloga respondió: “Los partidos son como taxis: te llevan al poder. Se necesitan los partidos políticos como maquinarias electorales para articular las preferencias y decidir qué gobierno va a representar a la sociedad” pero advirtió que “ya no son ni ideológicos ni programáticos, porque el mundo de las redes hace que los partidos hayan perdido el monopolio de la política”, tras lo cual reflexionó sobre los desafíos genera el actual cuadro de situación. “Un primer desafío es construir fuerzas políticas nacionales competitivas. Hoy tenemos un mapa tremendamente fragmentado, una política faccionalista, casi tribal.  Argentina es un país federal que fracasa en la construcción de partidos políticos nacionales”, dijo De Riz. Y completó: “Tuvo liderazgos nacionales como lo fue el de Raúl Alfonsín, que el radicalismo no pudo reponer y está vacío desde entonces, pero no tiene fuerzas nacionales. Las coaliciones que se ven son extrañas, dependen de la realidad de cada provincia, cómo se unen o desunen las fuerzas políticas de la oposición. Estoy hablando de la posibilidad de una oposición que se convierta en alternancia, una opción o alternativa, que no lo es en la actualidad. Este es el desafío mayor. Con el mapa político deshilachado como está, con negociaciones pragmáticas de un presidente dogmático en su discurso, se generan acuerdos inestables e individuales que ignoran por completo -debido también a la fragmentación- a las otras fuerzas políticas”.

“Lo que tenemos es un sistema político roto. Cómo van a realinearse los partidos políticos es una incógnita. Ya Torcuato Di Tella, que en esto era un visionario, en los albores del gobierno alfonsinista, decía que peronistas y radicales iban a estar de un lado y del otro. Para él, la Argentina se articulaba alrededor de un polo socialdemócrata y otro polo conservador. Pensaba en un esquema al estilo norteamericano. Estamos lejos de eso. Pero hace tiempo, cerca de 2010, César Aguiar, un sociólogo brillante que fue alumno mío y se dedicó a estudios de opinión pública, encontraba que el eje izquierda-derecha no dividía a peronistas y radicales, porque entre ellos había la misma distribución ideológica”, refirió.

De Riz planteó luego: “Ahora, por supuesto, el eje se ha corrido porque en la Argentina la derecha no existía, se llamaba ‘centro’. Y menos la identificación con la derecha que era como un cuco, ligada a los militares. Era desprestigioso decirlo. Ahora, la gente no duda en decir que está a la derecha. Además, naturaliza hoy a la ultraderecha. En un mundo que cambió, e incluso en el ámbito local, la ultraderecha tiene un peso muy importante, no sólo con la figura de Donald Trump”, advirtió.

De Ríz, agregó más adelante que la Argentina es parte del mundo y puntualizó: “Y más aún: Milei introduce a la Argentina en las tendencias más recientes: el crecimiento de la ultraderecha en detrimento de la derecha. En este marco, veo la crisis de las democracias occidentales. Hoy en día, las autocracias han crecido tanto que asombran menos. La Argentina no es una autocracia, se la llama ‘democracia defectuosa’ hace mucho tiempo. Pero el fenómeno Milei no se entiende si no se piensa que antes tuvimos casi dos décadas de kirchnerismo, una experiencia de signo político contrario al actual pero con el mismo estilo de ejercer el poder, esto es: el que manda, con el peso del Ejecutivo, está por encima de las instituciones y decide sobre las cuestiones clave”, subrayó.

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