domingo 6 de octubre de 2024
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Leandro N. Alem y la libertad

Hace algunos días, un conocido asesor, tributario de ideas que se exponen a nivel presidencial escribe una nota aconsejando al Radicalismo “volver a sus fuentes”.

A tal efecto, transcribe párrafos de discursos y escritos del fundador de esta fuerza cívica, según los cuales el Dr. Leandro N. Alem parece adscribir a un liberalismo extremo , rechazando firmemente toda posible acción del Estado en especial en materia económico financiero.

Ello habría de emparentar a la UCR con la filosofía que orienta la acción del actual gobierno, ¿será así?

En primer lugar, hay que considerar que el “liberalismo” de hombres como Alem, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y otros de aquella generación de fines del siglo 19 se refieren principalmente a aspectos políticos: es decir, su lucha se encamina a completar el modelo liberal- republicano de Alberdi, plasmado en la Constitución de 1853, con el elemento faltante, la Democracia.

De ahí la pelea en pos del voto popular, secreto e igualitario y la formación de partidos orgánicos.

En segundo término, partamos de la base que el legendario caudillo de Balvanera no era propiamente ni un ideólogo ni un doctrinario.

Era, esencialmente, un político militante, sus opiniones o conceptos no deben ser entendidos con una pretensión de generalidad o permanencia en el tiempo, sino analizados en el contexto histórico particular en que fueron emitidos.

Las frases suyas, que se transcriben con respecto al rol del Estado, corresponden en parte a su discurso en la Legislatura bonaerense, en 1880, oponiéndose a la ley de Federalización de la ciudad de Buenos Aires.

En la oportunidad mantuvo una célebre polémica con José Hernández, embanderado en la posición contraria.

El Dr. Alem era un encendido defensor del federalismo y las autonomías provinciales.

Y preveía, como ocurrió en buena medida, que la capitalización de la ciudad porteña traería aparejado el surgimiento de un poder nacional centralista, fuerte y autoritario, que podría devenir en dictadura.

De ahí su posición, llamada en su época anti “estatalista”, renuente a los avances de un Estado nacional hipertrofiado que podría suponer pérdida de libertades públicas.

Pero no descartaba del todo la intervención del Estado, sobre todo en los servicios públicos:

“Es necesario que el Estado sólo venga a lo que es indispensable para el mantenimiento de la sociedad y aquellos servicios en que la iniciativa particular o actividad individual no den satisfacción, sea insuficiente o ineficaz”.

Tal concepto se ubica más bien en una posición pragmática y no ideológica entendiendo la intervención del Estado como algo meramente instrumental, positivo o negativo, de acuerdo a las circunstancias.

Después de la derrota de su postura en el histórico debate con el autor del “Martín Fierro”, Alem se retira un tanto de la vida pública por un período de más o menos diez años.

Reaparece nuevamente en los sucesos de 1890 que dan origen al surgimiento de la Unión Cívica de la Juventud primero, Unión Cívica Radical más tarde.

En 1890, surgido del fraude, es presidente el cordobés Miguel Juárez Celman, concuñado de Roca, que aplica medidas de librecambio a ultranza, avanza en la privatización de servicios públicos, como método de conseguir recursos y “equilibrar presupuestos”.

En esa dirección, se vende en ese tiempo el ramal del Ferrocarril del Oeste, y la empresa de Obras Sanitarias de Buenos Aires, por ejemplo, y se autoriza, por ley, a bancos privados a emitir moneda.

Leandro Alem combate fuertemente tales políticas, supuestamente “liberales”, hasta el punto de llegar a justificar la lucha armada contra el gobierno que las lleva a cabo (revolución de1890).

Por ese tiempo, está vigente la polémica entre partidarios del librecambismo y los así llamados “proteccionistas” de la naciente industria.

Alem, rectificando antiguas posturas, parece adherir a esta última corriente.

En su famoso discurso del Frontón de la Florida, dice: “Buena política quiere decir protección a las industrias útiles y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder, buena política quiere decir exclusión de favoritos y de emisiones clandestinas”.

Estaba en esto en la buena línea liberal alberdiana, que plasmaba en el inc, 16 del articulo 64, de la Constitución de 1853 la atribución del Congreso de dictar leyes “protectoras” de las actividades industriales y comerciales, así como “concesiones temporales de privilegio y recompensas de estímulo”.

En los orígenes de su actuación, Alem funda junto a su amigo Aristóbulo del Valle el Partido Republicano, al surgir, dentro de este una corriente denominada “Club Libertad”, Alem le opone otra con el nombre de “Club Igualdad”, entendiendo como necesario complemento una de otra.

En esa línea proclamaba el gran tribuno, al Radicalismo como “la causa de los desposeídos”.

Fustigando duramente en su oratoria encendida, al grupo de jóvenes que exhibían en una cena su adhesión a los favores oficialistas, como el “banquete de los incondicionales”, no nos parece que, en época actual, mirara con buenos ojos el conocido como “asado de los héroes”…

Publicado en Análisis el 27 de septiembre de 2024.

Link https://www.analisisdigital.com.ar/opinion/2024/09/27/leandro-n-alem-y-la-libertad

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