La historia explotó esta semana en los medios, pero se cocinó a fuego lento durante todo el 2020 en un foro de internet que opera en la red social Reddit, en el que un millón de participantes que se agrupaban bajo el nombre de Wall Street Bets, discutían estrategias para operar en los mercados financieros; balances de empresas, rumores, macroeconomía y tendencias comportamentales mas conocidas como “análisis técnico”.
Hace unos meses que algunos usuarios vienen apuntando a una serie de empresas cuyo precio de mercado no reflejaría fehacientemente la información sobre su salud financiera, en parte porque sufrían el ataque de fondos especulativos que “shorteaban” sus acciones.
Para los menos familiarizados con las finanzas, ir corto en un activo es lo mismo que apostar dinero a que ese papel bajará de precio. El mecanismo es muy sencillo; se alquila la acción, moneda o bono en cuestión, se vende (a pesar de no ser los dueños) y se vuelve a comprar antes de que termine el plazo del alquiler, de suerte tal que si bajó de precio en el ínterin se embolsa la diferencia, con el riesgo obvio de que, si la apuesta fracasa y el activo sube, habrá que poner más plata para recomprarlo.
En condiciones normales el shorteo es útil porque como cualquier apuesta brinda información al mercado sobre las potencialidades del subyacente. Por ejemplo, yo no tengo idea si el inglés Anthony Fowler es mejor boxeador que el español Jorge Fortea, pero gracias a que en el sitio de betandwin las apuestas están 1,08 vs 7,00 imagino que es el amplio favorito.
Más importante aun es el rol de esas apuestas para evitar la formación de burbujas puesto que si un activo se está inflando de manera desproporcionada, el mecanismo permite apostar contra esa anormalidad, ayudando al mercado a diferenciarla de un proceso normal de valorización que se puede producir por un shock tecnológico, un gran descubrimiento o un cambio en las reglas que favorece a un negocio.
Pero también es cierto que, a diferencia de lo que ocurre en el ejemplo de los boxeadores, una sucesión de apuestas en contra de una compañía puede producir una profecía auto cumplida si los acreedores o los clientes desconfían de la empresa y le retiran su apoyo.
Aparentemente algo de esto es lo que venía pasando, entre otros, con Game Stop, una cadena de venta de juegos y consolas, con mas 5500 locales en todo el mundo, que tuvo sus años de gloria entre el 2004 y 2010, llegando a cotizar a 67 dólares por acción, pero que entró en decadencia tecnológica como si fuera Blockbaster y en lo peor del 2020 se valuaba a solo 2,57 por papel. La cuestión es que la opinión más favorable de los analistas que participaban de Wall Streeet bets se viralizó gracias al poder de la red social Reddit, haciendo que la acción escalara hasta los 17 dólares para fines del año pasado, ayudada por la mayor facilidad para operar en los mercados financieros sin limites ni comisiones, que brinda la plataforma Robinhood.
Con cada dólar que trepaba la acción crecía el rojo de los fondos de cobertura que, como Melvin Capital, venían shorteandola y cuando los problemas financieros del gigante neoyorkino salieron a la luz, alguien olió sangre y convirtió una simple disputa de mercado en torno a la correcta valuación de un activo, en una romántica gesta antisistema de millones de pequeños ahorristas que por lo que cuesta una salida de fin de semana, podían hacerle morder el polvo al mismísimo Thanos de las finanzas. La épica dominó los medios y entre el lunes y el jueves la acción paso de los 65 dólares a tocar 483; casi 200 veces más que el mínimo que había hecho en 2020. Es difícil saber si el precio correcto de la empresa; el que verdaderamente reflejaba sus oportunidades de negocio y su salud financiera, estaba más cerca de los 2,57 del mínimo o de los 17 a que cotizaba en diciembre, pero está claro que esa compañía, superada tecnológicamente y sin ninguna novedad en su modelo de gestión, no vale ni 483, ni los 325 a los que cerró el viernes en NY. Tarde o temprano explotará la burbuja porque incluso aunque la acción se haya convertido en un consumo de protesta, el precio del souvenir es un poco caro.
Como quiera que termine la película, hay un antes y un después de Game Stop. Los reguladores pondrán los ojos tanto sobre los procesos de shorteo, como sobre la coordinación de millones de actores por parte de las redes sociales, pero también los propios dueños de la plataforma que uberizó las transacciones reconocieron que el zapato les quedó grande y tuvieron que regular las compras de empresas targeteadas por Wall Street Bets, puesto que como brokers tienen que cubrir garantías y terminan sufriendo también los shocks de volatilidad.
Publicado en Clase Media, el nesletter de Martín Tetaz, el 1 de febrero de 2021.