viernes 26 de julio de 2024
spot_img

La migración está descarrilando a líderes desde Biden hasta Macron. ¿Quién es el siguiente?

Las crecientes preocupaciones de los votantes sobre la migración son una amenaza para los partidos gobernantes antes de las elecciones en Estados Unidos, el Reino Unido y la UE el próximo año.

Por Tim Ross, Annabelle Dickson, Clea Caulcutt, Myah Ward, Joseph Spector, Matthew Karnitschnig, Hannah Roberts, Nektaria Stamouli y Aitor Hernández-Morales, Zi- Ann lum, Shawn Pogatchnik, Pieter Haeck

Traducción Alejandro Garvie

BRUSELAS. Los líderes occidentales están debatiendo cómo manejar dos guerras que definirán una era en el Medio Oriente y Ucrania. Pero hay otra cuestión, mucho más cercana, que está descarrilando a los gobiernos de Europa y Estados Unidos: la migración.

En los últimos días, el presidente estadounidense Joe Biden, su homólogo francés Emmanuel Macron y el primer ministro británico Rishi Sunak tuvieron problemas en medio de intensas presiones internas para abordar la inmigración; como resultado, los tres salieron debilitados. Habrá mucho en juego cuando los votantes estadounidenses, británicos y europeos acudan a las urnas en 2024.

“Existe la tentación de buscar soluciones rápidas”, dijo Rashmin Sagoo, director del programa de derecho internacional del grupo de expertos Chatham House en Londres. “Pero la migración irregular es una cuestión enormemente desafiante. Y resolverlo requiere un pensamiento político a largo plazo más allá de las fronteras nacionales”.

Ahora que la campaña electoral ya está en marcha, puede resultar difícil encontrar planes a largo plazo. Los populistas de extrema derecha antiinmigrantes que prometen respuestas contundentes están ganando apoyo en muchas democracias occidentales, dejando que los partidos tradicionales paguen los costos. Hace menos de un mes en los Países Bajos, los pragmáticos centristas holandeses perdieron ante un radical antiinmigrante.

¿Quién será el próximo?

 

Rishi Sunak, Reino Unido

En Gran Bretaña, el Primer Ministro Rishi Sunak está bajo presión de miembros de su propio Partido Conservador en el poder, que temen que los votantes los castiguen por la incapacidad del gobierno para controlar la migración.

Hace siete años, los votantes respaldaron el Brexit porque los activistas euroescépticos prometieron “recuperar el control” de las fronteras del Reino Unido. En cambio, el panorama es ahora más caótico que nunca. El Reino Unido registró cifras récord de migración neta el mes pasado, y hasta ahora el gobierno no ha logrado detener pequeñas embarcaciones llenas de solicitantes de asilo que cruzan el Canal de la Mancha.

Sunak está ahora en la línea de fuego. Hizo la promesa de “detener los barcos”, algo fundamental para su mandato como primer ministro. En el proceso, desató una guerra en su ya dividido partido sobre hasta dónde debería llegar Gran Bretaña.

Según el acuerdo de Sunak con Ruanda, la nación centroafricana acordó reasentar a los solicitantes de asilo que llegaban a las costas británicas en pequeñas embarcaciones. El primer ministro dice que, en primer lugar, la política disuadirá a los inmigrantes de cruzar el mar hacia el Reino Unido. Pero el plan fue anulado por la Corte Suprema de Londres, y los conservadores de Sunak ahora no pueden ponerse de acuerdo sobre qué hacer a continuación.

Después de haber sobrevivido a lo que amenazó con ser una rebelión catastrófica en el parlamento el martes, el primer ministro británico todavía enfrenta una batalla brutal en la legislatura por su propuesta de ley para Ruanda a principios del próximo año.

A Sunak se le acaba el tiempo para encontrar una solución. Se esperan elecciones el próximo otoño.

 

Emmanuel Macron, Francia

El presidente francés sufrió un golpe inesperado cuando la cámara baja del parlamento rechazó esta semana su emblemático proyecto de ley de inmigración.

Después de perder las elecciones parlamentarias del año pasado, lograr la aprobación de la legislación en la Asamblea Nacional ha sido un proceso complicado para Macron. Se ha visto obligado a depender de los votos del partido de derecha Les Républicains en más de una ocasión.

El proyecto de ley de inmigración de Macron pretendía complacer tanto a los conservadores como a la centroizquierda con una combinación cuidadosamente diseñada de medidas represivas y liberales. Pero en un dramático revés, la Asamblea Nacional, dividida entre centristas, izquierda y extrema derecha, votó en contra de la legislación el primer día de debates.

Ahora Macron busca un compromiso. El gobierno ha encargado a un comité conjunto de senadores y parlamentarios la tarea de buscar un acuerdo. Pero es probable que su texto sea más duro que el borrador inicial, dado que el Senado está dominado por el centro derecha, y esto será un problema para los legisladores de tendencia izquierdista de Macron.

Si no se llega a un compromiso, la Agrupación Nacional de extrema derecha de Marine Le Pen podrá capitalizar el fracaso de Macron antes de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo junio.

Pero incluso si el presidente francés logra salir adelante, es probable que el episodio marque el final de su oferta política “ni de izquierda ni de derecha”. También plantea serias dudas sobre su capacidad para legislar sobre temas controvertidos.

 

Joe Biden, Estados Unidos  

La crisis migratoria es uno de los desafíos internos más desconcertantes y de mayor duración para el presidente Joe Biden. Llegó al cargo prometiendo revertir las políticas de su predecesor, Donald Trump, y construir un sistema “justo y humano”, sólo para ver que el Congreso se abstenía de su plan para una reforma migratoria integral.

La Casa Blanca ha visto una avalancha de inmigrantes en la frontera sur del país, presionada por un sistema de décadas de antigüedad incapaz de manejar los patrones migratorios modernos.

Antes de las elecciones presidenciales del próximo año, los republicanos han aprovechado el tema. Los líderes estatales republicanos han presentado demandas contra la administración y enviaron autobuses llenos de inmigrantes a ciudades lideradas por demócratas. Y en Washington, los republicanos en el Congreso han vinculado el paquete de ayuda exterior del presidente, que incluye fondos para Ucrania e Israel, a cambios radicales en la política fronteriza, poniendo a la Casa Blanca en una situación difícil mientras los funcionarios de Biden negocian una lista de políticas de inmigración que alguna vez rechazaron enérgicamente.

La presión política se ha extendido al otro lado. Los estados y ciudades, particularmente aquellos liderados por demócratas, están presionando a los líderes de Washington para que hagan más en términos de brindar ayuda federal adicional y renovar las políticas de la frontera sur para limitar el flujo de solicitantes de asilo hacia los Estados Unidos.

La ciudad de Nueva York ha tenido más de 150.000 recién llegados durante el último año y medio, lo que ha obligado a recortar el número de nuevos reclutas policiales, reducir el horario de la biblioteca y limitar las tareas sanitarias. Problemas similares se están produciendo en ciudades como Chicago, donde los inmigrantes dormían en autobuses o comisarías.

La presión de los demócratas está tensando su relación con la Casa Blanca. El alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, dirige la ciudad más grande del país, pero no ha hablado con Biden en casi un año. “Sólo necesitamos ayuda, y no la vamos a recibir”, dijo Adams a los periodistas el martes.

 

Olaf Scholz, Alemania

La migración ha estado en lo más alto de la agenda política en Alemania durante meses, y las solicitudes de asilo han alcanzado sus niveles más altos desde la crisis de refugiados de 2015 provocada por la guerra civil en Siria.

La última afluencia ha planteado un desafío enorme para los gobiernos nacionales y locales por igual, que han luchado por encontrar viviendas y otros servicios para los inmigrantes, sin mencionar los fondos necesarios.

La incapacidad (en un país que figura entre los destinos más codiciados para los solicitantes de asilo) de limitar el número de refugiados ha puesto al canciller alemán Olaf Scholz bajo una inmensa presión. Con la esperanza de detener el flujo, Alemania restableció recientemente los controles fronterizos con Polonia, la República Checa y Suiza, con la esperanza de hacer regresar a los refugiados antes de que lleguen a suelo alemán.

Incluso con controles fronterizos, el número de refugiados sigue siendo alto, lo que ha sido una bendición para la extrema derecha. El partido antiinmigrante alemán Alternativa para Alemania ha alcanzado un apoyo récord en las encuestas nacionales.

Desde que superó a los socialdemócratas de Scholz en junio, el AfD ha ampliado aún más su ventaja, registrando un 22 por ciento en encuestas recientes, sólo superado por los democristianos de centroderecha.

Se espera que el AfD arrase en tres elecciones estatales el próximo septiembre en el este de Alemania, donde el apoyo al partido y sus reaccionarias políticas antiextranjeras es particularmente fuerte.

Mientras tanto, la centroderecha está endureciendo su posición sobre la migración y dando la espalda a las políticas de fronteras abiertas defendidas por la ex canciller Angela Merkel. Entre las nuevas prioridades está un plan para seguir el modelo de Ruanda del Reino Unido para procesar refugiados en terceros países.

 

Karl Nehammer, Austria

Al igual que Scholz, los índices de aprobación del líder austriaco han caído en picada debido a las preocupaciones sobre la migración. Austria ha tomado medidas para reforzar los controles en sus fronteras sur y este.

Aunque la táctica ha provocado una caída en las llegadas de solicitantes de asilo, también significa que Austria ha suspendido efectivamente el régimen de viajes sin fronteras de la UE, que ha sido una bendición para la economía regional durante décadas.

El Partido de la Libertad, de extrema derecha, ha tenido una ventaja dominante durante más de un año, superando a la gobernante centroderecha en las encuestas por 10 puntos. Eso coloca al partido en posición de ganar las elecciones nacionales previstas para el próximo otoño, lo que marcaría una inclinación hacia la derecha sin precedentes en un país cuya política ha estado dominada por el centro desde la Segunda Guerra Mundial.

 

Giorgia Meloni, Italia

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se hizo famosa en la oposición, haciendo campaña con una agenda radical de extrema derecha. Desde que ganó el poder en las elecciones del año pasado, ha adoptado posiciones más moderadas sobre Ucrania y Europa.

Meloni ahora necesita apaciguar a su base sobre la migración, un tema que ha dominado el debate italiano durante años. Sin embargo, en lugar de ello, se ha visto obligada a conceder visas a cientos de miles de inmigrantes legales para cubrir la escasez de mano de obra. Para complicar las cosas, los desembarcos navales en Italia han aumentado aproximadamente un 50 por ciento año tras año a pesar de algunas políticas y acuerdos que acaparan los titulares para detener las llegadas.

Si bien Meloni ha ordenado la construcción de centros de detención donde se mantendrá a los migrantes en espera de su repatriación, en realidad las condiciones locales en los países africanos y la falta de acuerdos de repatriación presentan serios impedimentos.

Aunque obtuvo el apoyo de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, para su causa, una posible misión naval de la UE para bloquear las salidas de África correría el riesgo de violar el derecho internacional.

Meloni ha probado otras opciones, incluido un acuerdo con Túnez para ayudar a detener el tráfico de migrantes, pero el plan fracasó antes de comenzar. Un acuerdo con Albania para deslocalizar algunos centros de detención de inmigrantes también tuvo problemas.

Ahora Meloni está en un aprieto. La cuestión migratoria la ha puesto en conflicto con Francia y Alemania mientras intenta crearse una reputación como conservadora moderada.

Si no logra abordar el tema, es probable que pierda terreno político. Su socio de coalición, Matteo Salvini, es conocido por ser un partidario de la línea dura en materia de migración, y si bien por ahora son oficialmente aliados, volverán a ser rivales más adelante.

 

Geert Wilders, Países Bajos

El gobierno del antiguo primer ministro holandés, Mark Rutte, fue derrocado en julio por las conversaciones sobre migración, tras las cuales anunció su salida de la política. En elecciones posteriores, en las que diferentes partidos compitieron por llenar el vacío de Rutte, el ultraderechista Geert Wilders obtuvo una sorprendente victoria. La noche de las elecciones prometió frenar el “tsunami del asilo”.

Wilders ahora busca apuntalar una coalición de centroderecha con otros tres partidos que han instado a controlar la migración. Uno de ellos es el antiguo grupo de Rutte, ahora dirigido por Dilan Yeşilgöz, una ex refugiada, convirtió la migración en uno de los temas principales de su campaña. Fue criticada después de las elecciones por allanar el camino para que Wilders ganara, no sólo centrándose en la migración, sino también abriendo la puerta a un posible gobierno con Wilders.

Ahora, sin embargo, las conversaciones de coalición están estancadas y podría tardar meses formar un nuevo gabinete. Si Wilders, que claramente tiene el mandato de los votantes, puede formar una coalición, la trayectoria política de los Países Bajos (generalmente conocida como una nación pragmática) se desplazará significativamente hacia la derecha. Una ofensiva contra la migración es lo más seguro que pueda ocurrir.

 

Leo Varadkar, Irlanda

Incluso en Irlanda, un país económicamente abierto acostumbrado desde hace tiempo a exportar a su propia gente a todo el mundo, con un gobierno pro inmigración y empresas, se ha visto obligado por el creciente sentimiento anti-extranjero a introducir nueva legislación disuasiva de la inmigración que habrían sido impensables incluso hace un año.

Las políticas de endurecimiento de Irlanda reflejan una crisis inmobiliaria crónica y la creciente reticencia de algunos propietarios a seguir proporcionando alojamiento de emergencia financiado por el Estado tras los disturbios de noviembre en Dublín provocados por el apuñalamiento de un joven estudiante inmigrante norafricano.

Irlanda, una nación que ya alberga a más de 100.000 recién llegados, en su mayoría procedentes de Ucrania, ha dejado de garantizar alojamiento a los nuevos solicitantes de asilo si son hombres solteros, principalmente de Nigeria, Argelia, Afganistán, Georgia y Somalia, según las últimas estadísticas del Departamento de Integración.

Incluso las familias recién llegadas enfrentan un riesgo cada vez mayor de ser retenidas en tiendas de campaña de estilo militar a pesar de las temperaturas invernales. Los ucranianos, que desde la invasión rusa de su país en 2022 han recibido un apoyo social mucho mayor que otros refugiados, verán esa alfombra de bienvenida parcialmente retirada en el proyecto de ley aprobado esta semana por el gobierno de coalición tripartita del Primer Ministro Leo Varadkar.

Una vez promulgada por el parlamento el próximo mes, la ley limitará los recién llegados ucranianos a tres meses de vivienda pagada por el estado, mientras que los pagos de asistencia social (actualmente entre los más generosos de Europa para las personas que huyen de la guerra de Rusia) se reducirá drásticamente para todos aquellos que tengan viviendas pagadas por el estado.

 

Justin Trudeau, Canadá

Un sentimiento público pesimista arrastrado por los problemas del costo de la vida ha convertido la inmigración en un desafío multidimensional para el primer ministro Justin Trudeau.

La crisis inmobiliaria que se siente en todo el país ha enfriado el apoyo a la inmigración, y la gente busca chivos expiatorios para los problemas de asequibilidad. La situación ha alimentado la antipatía hacia Trudeau y su campaña de reelección.

Trudeau ha tratado la inmigración como una solución multipropósito para el envejecimiento de la población y la desaceleración de la economía de Canadá. Y si bien el crecimiento poblacional récord actual refleja bien la reputación de Canadá como un lugar deseable para reubicarse, los desafíos políticos relacionados con la migración han surgido de maneras impredecibles para su gobierno.

Desde que Trudeau llegó al poder hace ocho años, al menos 1,3 millones de personas han emigrado a Canadá, en su mayoría procedentes de India, Filipinas, China y Siria. Manejar la política de la diáspora (y la interferencia extranjera) se ha vuelto más importante, como lo demuestran el enfrentamiento de Trudeau con la India y la reciente ruptura de Canadá con Israel.

Canadá duplicará su población de 40 millones en 25 años si se mantiene la tasa de crecimiento actual, ampliando los desafíos políticos de liderar lo que Trudeau llama el “primer estado posnacional del mundo. ”

 

Pedro Sánchez, España

Las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla, en El norte de África son el lugar preferido por los inmigrantes que buscan ingresar a Europa desde el sur: una vez que cruzan la frontera terrestre, se puede acceder fácilmente al continente en ferry.

El tránsito a través de la frontera terrestre que separa el territorio europeo de Marruecos normalmente se mantiene bajo control con medidas de seguridad como vallas altas y afiladas, con funcionarios de control fronterizo de ambos países trabajando juntos para mantener alejados a los inmigrantes indocumentados.

Pero en los últimos años las autoridades de Marruecos han expresado su descontento con sus homólogos españoles al retirar a sus agentes y permitir el paso de cientos de inmigrantes, abrumando las estaciones fronterizas y obligando a los agentes españoles a repeler a los inmigrantes, con decenas de muertos en el proceso.

Se cree que los dolores de cabeza causados ​​por estos incidentes son un factor importante en la decisión del primer ministro Pedro Sánchez de cambiar la posición del gobierno español sobre el territorio en disputa del Sáhara Occidental y expresar su apoyo por el plan de Rabat de formalizar su ocupación de la zona durante casi 50 años.

El giro enfureció a los aliados izquierdistas de Sánchez y empeoró la relación de España con Argelia, un antiguo defensor de la independencia del Sáhara Occidental. Pero las medidas han detenido el flujo de migrantes, por ahora.

 

Kyriakos Mitsotakis, Grecia

Grecia ha estado a la vanguardia de la crisis migratoria de Europa desde 2015, cuando cientos de miles de personas ingresaron a Europa a través de las islas del Egeo. La migración y la seguridad fronteriza han sido temas clave en el debate político del país.

Organizaciones de derechos humanos, así como el Parlamento Europeo y el Comisión Europea, han acusado al gobierno conservador griego de Kyriakos Mitsotakis de “rechazar” ilegalmente a inmigrantes que han llegado a territorio griego y de deportar a inmigrantes sin el debido proceso. El gobierno de Grecia niega esas acusaciones, argumentando que investigaciones independientes no han encontrado ninguna prueba.

Mitsotakis insiste en que Grecia sigue una política “dura pero justa”, pero las numerosas investigaciones en profundidad desmienten el perfil moderado que el líder conservador quiere mantener.

En junio, un barco de inmigrantes se hundió en lo que algunos llamaron “la peor tragedia jamás vivida” en el Mar Mediterráneo. Cientos de personas perdieron la vida, lo que volvió a centrar la atención de Europa en la cuestión. Según Amnistía Internacional y Human Rights Watch, las investigaciones oficiales aún tienen que descubrir si los fallos de las autoridades griegas contribuyeron al naufragio.

Mientras tanto, Grecia necesita desesperadamente miles de trabajadores para apuntalar los sectores de agricultura, turismo y construcción del país, que cuentan con poco personal. A pesar de las promesas de los ministros de Migración y Agricultura de una legislación inminente que llevará a los inmigrantes a hacer frente a la escasez de mano de obra, el gobierno se vio obligado a retroceder en medio de presiones desde dentro de sus propias filas.

 

Nikos Christodoulides, Chipre

Chipre se prepara para un aumento de las llegadas de inmigrantes a sus costas en medio de un renovado conflicto en el Medio Oriente. A principios de diciembre, Grecia envió ayuda humanitaria a la isla para hacer frente a un aumento previsto de los flujos.

El presidente chipriota, Nikos Christodoulides, ha pedido financiación adicional de la UE para la gestión de la migración y está lidiando con un aumento de la violencia contra los inmigrantes en Chipre. Los analistas culpan a la xenofobia, que se ha vuelto dominante en la política y los medios chipriotas, así como a la mala gestión estatal de los flujos migratorios. El año pasado, el país registró la proporción más alta de la UE de solicitantes de asilo por primera vez en relación con su población.

Los desafíos legales y de personal han retrasado los esfuerzos para crear un viceministerio de migración, considerado un paso importante para ayudar a Chipre a hacer frente al aumento de llegadas.

La geografía de la isla (está cerca tanto del Líbano como de Turquía) la convierte en un objetivo principal para los inmigrantes que desean ingresar al territorio de la UE desde Medio Oriente. Su compleja historia como país dividido también hace que sea más difícil regular los flujos migratorios.

Link https://www.politico.eu/article/migration-is-derailing-leaders-from-biden-to-macron-whos-next/

 

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Fernando Pedrosa

La renuncia de Joe Biden: el rey ha muerto, ¿viva la reina?

David Pandolfi

Hipólito Solari Yrigoyen cumple 91 años

Maximiliano Gregorio-Cernadas

Cuando Alfonsín respondió a Kant