domingo 22 de diciembre de 2024
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La madre de todas las batallas, una vez más

El año que viene habrá elecciones legislativas en las que se pondrán en juego un tercio de las bancas del Senado y la mitad de los escaños de la Cámara de Diputados. 

El oficialismo no renueva bancas en la Cámara Alta, en tanto que solo arriesga menos de 10 asientos en Diputados. 

Queda claro que La Libertad Avanza, que hoy tan solo controla 10% y 15% de las bancas del Senado y la Cámara de Diputados, respectivamente, aumentará su representación en el Congreso, aunque sin llegar a tener mayoría en ninguna de las dos cámaras.  

Ello fortalecerá el escudo legislativo del Presidente y, si bien deberá seguir acordando con otras fuerzas políticas para aprobar leyes, tal vez no necesite recurrir a aliados de último minuto a la hora de sostener un veto presidencial.

Sin embargo, a pesar de que lo que se disputa en la elección intermedia son bancas, la atención del público suele concentrarse en el resultado de la provincia de Buenos Aires, la tan mentada “madre de todas las batallas” en la que “hay que ganar aunque sea por un voto”.  Esta lectura de la elección se ha convertido desde hace años en una suerte de mantra para el Círculo Rojo. 

¿Es Buenos Aires efectivamente la madre de todas las batallas? ¿Realmente cambia las cosas ganar por una mínima diferencia? 

Buenos Aires representa 38% del padrón nacional. Un buen desempeño en la provincia es condición necesaria, aunque no suficiente, para triunfar en una elección presidencial. Aunque, como muestran los casos de Mauricio Macri y Javier Milei, es posible acceder a la presidencia sin ser el candidato más votado la provincia de Buenos Aires.  

La elección legislativa es otra historia. Gracias al piso de 5 diputados por provincia establecido por la última dictadura militar y el incumplimiento de la cláusula de la Constitución que fija que la representación de la Cámara Baja debe ajustarse de acuerdo al censo, Buenos Aires está subrepresentada en el Congreso. 

A pesar de representar 38% del electorado, cuenta con solo el 27% de las bancas de Diputados. Salvo en el caso de la elección de senador en la que ganar aunque sea por un voto cuenta, un triunfo ajustado no modifica sustancialmente la distribución de escaños. Una victoria arrolladora, en cambio, debido a la desproporcionalidad del sistema D’Hont cuando la fuerza más votada obtiene una ventaja amplia, sí tiene un impacto importante en la asignación de escaños. El punto central es que el resultado bonaerense, y no el cómputo de bancas a nivel nacional, parece ser la vara con la cual la prensa y muchos analistas miden si el desempeño del oficialismo en la elección legislativa. La visión convencional es que perder Buenos Aires equivale a una derrota a nivel nacional. 

¿Por qué se utiliza esta vara para juzgar la elección de mitad de mandato? Principalmente por un error de interpretación. Se suele asumir que el resultado en la elección intermedia en la provincia de Buenos Aires anticipa la siguiente elección presidencial. ¿Es realmente la elección bonaerense un buen predictor de la siguiente elección presidencial? 

Observando la experiencia histórica ese no sería el caso. La siguiente tabla muestra el resultado de las elecciones intermedias bonaerenses desde 1987 hasta la fecha y lo ocurrido en la siguiente elección presidencial. Para el primer año de la serie se utiliza la elección de gobernador, en tanto que para 2001, 2005 y 2017 se toma como referencia la elección para senador. 

De la tabla se desprende que:

El poder predictivo de la elección bonaerense es relativo. Los casos de 2009, 2013 y 2017 relativizan el carácter anticipatorio de la elección bonaerense. Por otro lado, se trata de un bajo número de casos y es cuestionable que haya una relación de causa-efecto entre lo que ocurre en la elección intermedia en un distrito y el resultado de la siguiente elección presidencial.

“Ganar por un voto” no sirve de mucho. Los triunfos ajustados como el Francisco De Narváez en 2009, Esteban Bullrich en 2017 o Diego Santilli en 2021 lo muestran a las claras. Distribución de escaños aparte, en dos de esos casos (2009 y 2017) la elección bonaerense falla al predecir la siguiente elección presidencial. En el caso de 2021, si bien en 2023 el oficialismo a nivel nacional fue derrotado, el triunfador no provino de la fuerza victoriosa en la elección de mitad de mandato de provincia de Buenos Aires.  

La “madre de todas las batallas” es más bien un verdadero cementerio de proyectos presidenciales o si se quiere de carreras políticas: los casos de Antonio Cafiero, Graciela Fernández Meijide, Francisco  De Narváez, Sergio Massa y Diego Santilli dan fe de ello..

A la hora de evaluar el resultado de las elecciones del año que viene tiene más sentido observar, junto al resultado bonaerense, el porcentaje de votos a nivel nacional y la cantidad de bancas obtenidas por el oficialismo. Incluso así, un triunfo resonante en estos 3 planos no es garantía de continuidad en la siguiente elección presidencial, tal como muestra el caso de Cambiemos en 2017-19. 

Si la evidencia muestra que la elección bonaerense intermedia no es un gran predictor, ¿por qué todo el mundo la considera “la madre de todas las batallas”? 

Hay aquí un tema de percepciones y realidades. “Cuando el hecho se vuelve leyenda, se imprime la leyenda”, dice uno de los personajes de “El hombre que mató a Liberty Valance” de John Ford. Es decir, el Círculo Rojo cree en la leyenda y actúa en base a la misma. Poco importan los hechos, si lo que prevalece es una creencia fuertemente arraigada. 

¿Qué implicancia tiene ello? Si todos creen que la elección legislativa en la provincia de Buenos Aires define la suerte del Gobierno de Javier Milei y sus chances de reelegir en 2027, La Libertad Avanza podría tener un problema en 2025 si una lista kirchnerista, especialmente si esta es encabezada por Cristina Fernández de Kirchner, resulta la más votada, aunque más no sea por un voto, independientemente de lo que ocurra en el resto del país y del número de bancas que sume LLA.  

Y el problema ya no será la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo, sino la reacción del mercado financiero y del sector privado frente a la creencia de un retorno del kirchnerismo en 2027. 

Publicado en El Economista el 20 de noviembre de 2024.

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