Las elecciones regionales en España han resultado muy adversas a la coalición gobernante liderada por el PSOE de Pedro Sánchez. El adelantamiento de las elecciones ahorrará sufrimiento, mas no parece destinado a torcer el destino.
Apenas absorbido el impacto del domingo pasado, la respuesta del presidente fue rápida y certera: adelantar los comicios de octubre para julio. Las palabras de Sánchez, luego de que la derecha y la ultra derecha salieran ganadoras de los comicios nos suenan familiares de este lado del Atlántico: “Hemos dado estabilidad y certidumbre en un contexto tremendamente difícil”, al tiempo que señaló que su gobierno tuvo que atravesar retos excepcionales como una guerra en suelo europeo y la pandemia.
Su socio de coalición, Pablo Iglesias, también apeló a argumentos esgrimidos por el oficialismo argentino en el sentido de cerrar filas para la elección nacional venidera, “si no hay acuerdo, la gente nos corre a gorrazos”, expresó el líder de Unidas Podemos, advirtiendo a las fracciones que están a la izquierda del PSOE y que tienen a la vice Yolanda Díaz como referente, que es hora de aguantar el chubasco entre todes.
Por su parte, Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, y ya probándose el traje de primer Ministro, ha criticado que las elecciones se celebren en verano – por el rigor de la canícula -, pese a que en julio de 2020 él mismo convocó a los comicios en su Galicia.
Era lógico que Sánchez adelantara las elecciones porque el pasaje a octubre hubiera sido un calvario y la maniobra obliga a que la oposición apure candidatos y alianzas para julio.
Es cierto que la economía española no ha tenido un mal desempeño bajo el gobierno de Sánchez y que ha acompañado – como no podía ser de otra manera – el apoyo a Ucrania y la condena a Rusia y, sin embrago, el PP y VOX acusan a Sánchez de etarra – hace diez años que la ETA está desactivada – y de ser un rojo consumado.
En esa discusión está la clave, que es ideológica y no necesariamente por una mala gestión de gobierno. El parlamento español ha sido escenario de durísimos cruces ideológicos entre ambas bancadas en estos cuatro agitados años de los que la ultra derecha ha sacado provecho con la aquiescencia del PP. Y es ideológica como lo ha sido en América Latina y en muchas partes del mundo en donde las reglas democráticas permiten que la izquierda llegue al gobierno, más no alcance el poder. Y el poder, se vale de todos sus instrumentos para garantizarse la colocación de sus políticos en los lugares de la decisión formal.
Tanto los medios como las redes son una arena en la que ese poder se despliega, tal como vimos con los casos de Donald Trump, Jair Bolsonaro y otros líderes que hicieron uso y abuso de los mismos. En España ha sido escandaloso. En las últimas elecciones el portal https://maldita.es/malditobulo se ha encargado de denunciar estas maniobras, aunque su efecto es casi irreversible.
Otra característica de esta nueva derecha internacional es la declaración abierta de “eliminación del adversario”, tal como expresó Sánchez este martes: “Cuando hablan de derogar el sanchismo lo que quieren el PP y Vox es destruir”. Y lo que en suma están destruyendo es la democracia que es un estorbo cuando gana la izquierda.
Pedro Sánchez ha expresado claramente: “¿Qué va a salir de las elecciones generales del próximo 23 de julio? Y yo lo digo: lo que decidan los españoles y españolas. Y la tormenta, ya lo hemos visto el pasado 28 de mayo, va a ser tremenda. El aperitivo de suciedad, de insultos, de mentiras que vamos a tener que superar el próximo 23 de julio, pues hemos tenido un primer registro el pasado 28 de mayo. Van a tratar de crispar hasta límites insospechados para que no se escuchen los argumentos con el único empeño de que bajemos los brazos y que desmovilicemos a la mayoría. Desde la posición de dominio que tienen en las grandes empresas, en los grandes medios de comunicación, se va a desatar una campaña, ya lo han hecho, aún más feroz, de insultos y de descalificaciones. Veremos en programas de máxima audiencia a gentes que solo se representan a ellos mismos pontificar e insultar sin derecho a la contestación ni a la réplica. Se van a inventar barbaridades, pero nada es nuevo, porque lo que están haciendo es copiar los métodos de sus maestros norteamericanos”.
Sánchez, luego de reunirse con Hillary Clinton, recordó la campaña que los trumpistas armaron en su contra durante las elecciones de 2016. Se inventó el “pizzagate”, que sostenía que Clinton estaba involucrada con una red de tráfico de personas y de abusos sexuales infantiles que tenía su sede central en la pizzería Comet Ping Pong, de Washington. “No es broma, esto es muy serio”, advirtió Sánchez, que ya ha anticipado que en caso de que la derecha pierda, seguramente va a hablar de fraude, siguiente el libreto Trump-Bolsonaro.
Y finalizó “El PSOE debe parar esta corriente reaccionaria, debemos frenarla, y estoy convencido de que, si nos movilizamos, en España no va a suceder lo que está sucediendo en otras naciones, así que vamos a ganar las elecciones el próximo 23 de julio”. Lo último que se pierde es la esperanza.