La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, ha echado más leña al fuego de las deterioradas relacionas bilaterales hispano mexicanas al responsabilizarse personalmente de no haber invitado al rey Felipe VI a su toma de posesión. El principal motivo aducido es que el monarca español no respondió en su día al pedido de perdón que le formuló Andrés Manuel López Obrador por los excesos cometidos durante la conquista española. Incluso fue más allá al señalar que: “Lamentablemente, dicha misiva no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática”.
Desde ya, llama poderosamente la atención que un presidente como López Obrador y su sucesora, y protegida, Sheinbaum que tanto insisten en el predominio de la Doctrina Estrada en la política exterior mexicana y en su diplomacia no la hayan tenido en cuenta en absoluto a la hora de pronunciarse sobre este tema. ¿Qué dice la Doctrina Estrada, incorporada desde 1988 a la Constitución de su país? Ella defiende el respeto al derecho ajeno como condición para la paz entre las naciones, lo cual entre otras cuestiones implica la no injerencia en la política interna de otros países y el apoyo irrestricto a la libre determinación de los pueblos.
Con esta premisa en mente resulta extraño que López Obrador haya enviado en su día, 2019, una carta tan polémica al rey Felipe VI y no al presidente de Gobierno. Las razones para que esto fuera así son múltiples, pero algunas de las explicaciones posibles son que solo un rey está a su altura o que Felipe VI estaba en una situación similar a la de Carlos V, que entonces reinaba en España. Tampoco se puede desdeñar el desconocimiento del contenido de la Constitución española, que establece claramente las facultades que atribuye al Jefe de Estado y al Jefe de Gobierno y las limitadas competencias políticas del primero.
En este punto, López Obrador se volvió a equivocar. Si en realidad hubiera querido apegarse a la diplomacia y a la consolidación de unas relaciones bilaterales tan especiales como las hispano – mexicanas, y no a su agenda política personal, tenía a su disposición, entonces y las sigue teniendo ahora, una amplia panoplia de propuestas. Todas ellas mucho más apegadas a las mejores prácticas diplomáticas que el panfleto – misiva que remitido en 2019 al monarca.
Para comenzar, podría haberle escrito al presidente de gobierno y no al rey, y de una forma menos propagandística. Pero más importante aún, teniendo presente lo delicado de un tema como el de la conquista y sus amplias repercusiones, lo que afecta a ambos países implicados, podría haber planteado la convocatoria de una comisión mixta (política, diplomática y académica) para abordar lo ocurrido en profundidad y sin tapujos. Esto es más importante aún si se tiene en cuenta que a comienzos del siglo XVI ninguno de los dos países implicados existía como tal, al menos en su actual diseño institucional. Pero esto no fue lo que hizo. En su lugar, y con todos los focos puestos en sus famosas “mañaneras”, decidió escribirle al Papa y al Rey de España.
Sheinbaum también habla de buenas prácticas diplomáticas, como si las únicas existentes fueran las que ella dicta. En realidad, lo que es descortés e inadmisible es que, bajo una excusa tan baladí y absurda, como la de la carta sin contestar, no se invite al Jefe de Estado de un país amigo. Lo diplomático hubiera sido invitar al Reino de España y que sus autoridades constitucionales decidieran quién debería asistir en representación del país. Eso hubiera respondido a la mejor práctica diplomática. Pero, sin embargo, y otra vez, esto es lo que no se hizo.
Las relaciones bidireccionales entre México y España son de tal densidad, de tal profundidad, en absolutamente todos los órdenes (político, económico, cultural académico, deportivo y un largo etc.), que deben ser preservadas a cualquier coste. El gobierno de España hizo lo correcto al señalar que no asistiría nadie en ausencia del Rey, pero dado ese paso no se debería ir más allá, al menos de momento. Si por algún albur la relación bilateral llegara a deteriorarse aún más, el único responsable debería ser tanto del gobierno saliente de México como su gobierno entrante.
Publicado en El Periódico de España el 26 de septiembre de 2024.
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