jueves 26 de diciembre de 2024
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La cuarentena no puede ser eterna

Hong Kong. El aislamiento, las cuarentenas y las formas extremas de distanciamiento físico funcionan: están frenando la propagación del Covid-19. Pero no pueden durar indefinidamente, al menos no sin causar un daño enorme a las economías y al bienestar emocional de las personas. 

Cuando los gobiernos deciden cerras las escuelas (o no), intentan balancear distintos intereses. Pero hay un problema importante: por lo regular no está claro su cálculo sobre las toma y daca subyacente, y se desconocen los criterios para sus ajsutes de políticas. Se necesita un marco formal, con un fundamento explícito basado en la ciencia, para determinar cuándo y cómo relajar las restricciones, y cómo volver a aplicarlas en caso de que ocurra otra ola epidémica.

La contención ha fracasado en todas partes. En algunos lugares —Wuhan en febrero, norte de Italia en marzo— la epidemia se propagó tan rápido que las autoridades tuvieron que enfocarse principalmente en mitigar sus efectos. En otros lugares, la supresión ha funcionado hasta ahora: Hong Kong, Singapur y Taiwán no han experimentado epidemias locales sostenidas.

Pero en los muchos lugares que están ahora viviendo epidemias totales, como Estados Unidos y Europa Occidental, la preocupación urgente es cómo suprimir la propagación del virus para evitar un desastre de salud como el de Wuhan sin destruir las economías ni socavar el consentimiento de las personas a las medidas de distanciamiento social.

El primer objetivo de cualquier respuesta debe ser proteger vidas, y eso significa evitar el colapso del sistema de salud. 

Cuando la capacidad de los hospitales para manejar emergencias se ve rebasada, todo lo que se puede hacer es tratar de salvar tantas vidas como sea posible con cualquier medio disponible. Pero antes de ese punto, el objetivo final debe ser abatir la epidemia a fuego lento para ganar tiempo para que la población adquiera inmunidad contra el Covid-19.

Se puede evitar que la pandemia resurja sólo cuando al menos la mitad de la población mundial se haya vuelto inmune al virus. Eso puede suceder después de que suficientes personas se hayan infectado y se hayan recuperado o hayan sido vacunadas. Permitir que suceda la primera opción significaría muchísimas muertes. La segunda opción —desarrollar una vacuna eficaz y hacer suficiente para todos— es una meta que está al menos a un año de distancia. Los grandes confinamientos y las medidas de distanciamiento no pueden ser mantenidas tanto tiempo.

Entonces, todos debemos prepararnos para varios ciclos de una política de “suprimir y levantar” —ciclos durante los cuales se aplican y relajan restricciones, se aplican de nuevo y se relajan de nuevo, de maneras que puedan mantener la pandemia bajo control, pero a un costo económico y social aceptable. La mejor manera de hacer eso variará de país en país. El desafío es un estira y afloja tripartita entre combatir la enfermedad, proteger la economía y mantener estable a la sociedad.

He aquí un marco formal para cómo los gobiernos podrían monitorear la pandemia de manera mucho más precisa, y luego afinar sus intervenciones con la suficiente rapidez para mantenerse adelante de la trayectoria del brote.

Para empezar, la política no debe determinarse con base en el recuento diario de casos reportados, porque esos no son confiables. En cambio, lo que se necesita es el número de reproducción efectiva en tiempo real del coronavirus o su capacidad real de propagarse en un tiempo en particular.

La capacidad de transmisión de un virus —conocido como R-cero (R0), o número reproductivo básico— se refiere al número promedio de personas a las que una persona infectada transmite el virus en una población sin inmunidad preexistente. El R0 puede variar de un lugar a otro debido a la estructura de edad de la población y a la frecuencia con que las personas entran en contacto entre sí.

La versión “efectiva” de ese número, el Rt —o el número de reproducción en el tiempo “t”— es la capacidad de transmisión real del virus en un momento dado. Varía de acuerdo con las medidas implementadas para controlar la epidemia.

Los casos reportados diariamente no transmiten la verdadera propagación del virus. Por un lado, hay demasiada variación en la capacidad de los países para realizar pruebas. Por otro lado, las cifras de casos reportados tienen un rezago con relación a las infecciones reales de por lo menos 10 a 14 días. Esto es porque el período de incubación del Covid-19 es de aproximadamente seis días y porque algunas personas nunca se hacen la prueba, y los que sí se la hacen probablemente ya han mostrado síntomas durante unos cuantos días.

Pero es posible acercar el recuento diario de casos reportados al Rt de tiempo real gracias a ajustes estadísticos y al análisis digital. Luego, tras haber determinado cuál es el Rt en realidad, quienes toman las decisiones podrían ajustar con más precisión sus intervenciones para mantener ese número a un nivel aceptable.

Un Rt de 1 significa que la epidemia se está manteniendo estable: por cada persona que está infectada, otra se infecta, y cuando la primera se recupera o muere, la segunda la remplaza. A una tasa inferior a 1, la epidemia se debilitará. Por encima de 1, crecerá, quizás exponencialmente.

Dicho esto, el contexto también importa. Un Rt de 1 podría ser aceptable en un lugar con 10 millones de personas si, por decir, no se confirman más de un par de docenas de infecciones nuevas cada día. Pero no sería aceptable si ocurrieran diariamente varios cientos o miles de casos nuevos. Ante un brote explosivo, las autoridades primero tendrían que reducir el Rt a un nivel muy bajo —0.1 o 0.2— y mantenerlo allí durante el tiempo que tomara reducir el conteo diario de casos a una cifra manejable. Cada comunidad debe determinar la cantidad de nuevas infecciones diarias que su sistema de salud puede manejar sin colapsarse.

Una vez que eso está claro, uno debe preguntarse qué puede aceptar la economía y la gente. Uno puede imaginar una variedad de puntos de vista individuales.

Y, sin embargo, aunque diferentes comunidades llegarán a un equilibrio diferente entre estos intereses, la estrategia de “suprimir y levantar” es generalizable para todos. Tras lograr una disminución sostenida en el Rt y reducir el número de casos nuevos diarios a un estándar aceptable, una sociedad puede considerar relajar algunas medidas. Pero debe estar lista para volver a imponer restricciones tan pronto como esas cifras empiecen a elevarse de nuevo. Luego, las restricciones deben ser levantadas y aplicadas de nuevo, y levantadas y aplicadas nuevamente, durante el tiempo que le tome a la población desarrollar inmunidad suficiente.

Publicado en Clarín el 20 de abril de 2020.

Link https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/cuarentena-puede-eterna-levanta-_0_gVm3w2TZw.html

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