La preocupación por las buenas instituciones es un aspecto que ha llamado a la atención de las ciencias sociales en general y de la economía en particular. Hay consenso dentro de los economistas en señalar que la calidad de las instituciones incide en el crecimiento y desarrollo económico.
En pocas palabras, las instituciones son las reglas, normas, acuerdos y restricciones que regulan el intercambio humano. Algunas son formales como las leyes y las constituciones y otras son informales, como la buena fe y el respeto a la autoridad y a la familia. Existe evidencia[1] que buenas instituciones disminuyen las tasas de descuento para los proyectos de inversión del sector privado y mejora la valuación social de las inversiones del sector público, aumentando la productividad total de la economía que es la fuente principal del crecimiento de largo plazo de los países.
La situación actual se plantea como un momento muy desafiante para las instituciones de la República porque tenemos un gobierno que enfrenta una pesada herencia macroeconómica, que tiene que llevar adelante reformas estructurales importantes en un contexto de fuerte restricciones: i) políticas (bajo nivel de representatividad en el poder legislativo), ii) sociales (elevado nivel de pobreza e indigencia) y iii) económicas (con bajos grados de libertad para hacer política económica).
En octubre de 2021 realizamos un estudio donde desarrollamos indicadores propios de calidad institucional a partir de la base de datos disponible del World Bank y de Transparency International. Al primer indicador propio lo llamamos ICIB[2] (Índice de Calidad Institucional Banco) sobre una base total de 179 países. Al segundo indicador se lo denominó ICIT[3] (Índice de Calidad Institucional Transparencia) y en este caso la base se compone de 129 países.
En términos generales, dividimos la calidad de las instituciones de los países de la siguiente manera. Si el valor se ubica entre 0 y 30, la calidad es mala; entre 30 y 50, la clasificación es baja; entre 50 y 70, la categoría es buena; finalmente si se ubica entre 70 y 100, la calidad institucional es alta.
El trabajo elaborado para el CECE en 2021 se resume en cuatro grandes conclusiones. Primero, Latinoamérica (Latam) tiene baja calidad institucional y la ha sostenido a lo largo del tiempo. A fines de los noventa (cuando comienzan las organizaciones a producir series de datos) los indicadores señalaban una baja calidad institucional. Dos décadas después, la situación no sólo no ha mejorado, sino que se ha deteriorado aún más. Segundo, en el caso de Argentina, entre 2002 y 2015, la calidad institucional ha estado muy por debajo de la registrada en Latinoamérica. No obstante, se destaca el periodo 2016-2018, donde la calidad institucional se ubicó por encima de Latinoamérica, algo que sólo había sucedido a fines de la década del noventa. Tercero, se confirma la relación positiva entre buenas o altas instituciones y el crecimiento del PIB per cápita[4]. Lo inverso es válido para países con malas o bajas instituciones. Cuarto, el deterioro y la mejora institucional no tendría un impacto inmediato, sino que se reflejaría en el PIB per cápita en el mediano y largo plazo.
A continuación, se presentan los gráficos con el análisis de la calidad institucional luego de haber actualizado los datos que en su momento estaban hasta el 2020 y ahora contamos hasta al 2022 en el caso del World Bank y hasta el 2023 para Transparency International y podemos observar lo siguiente.
Gráfico 1. Índice de calidad institucional (ICIB) en Latam y Argentina I
Del Gráfico 1 se destaca lo siguiente. Primero, una tendencia decreciente de la calidad institucional en Latam. Segundo, para el caso de Argentina, a fines de los noventa y hasta la crisis de 2001, las instituciones en Argentina eran mejores que en Latam, algo que también sucede a partir de 2016. Tercero, Argentina deterioro fuertemente su calidad institucional entre 2002 y 2015 ubicándose por debajo de Latam. Cuarto, en 2018 se alcanzó un nivel de buena calidad institucional, volviendo a niveles registrados entre 1998 y 2001. Quinto, desde la pandemia, las instituciones de Argentina se deterioraron fuertemente debido a las restricciones y al confinamiento, llegando en 2022 a los valores cercanos a los que tiene Latinoamérica. Sexto, desde el 2002 hasta 2022 (21 años) Argentina se encontró por encima de Latam en sólo 7 años.
Por otro lado, ordenando la calidad institucional para Latam de mayor a menor (en base al promedio simple del periodo 1996-2022), se observa en el Gráfico 2 que Argentina se ubica cerca de la mediana. Los países con mejor calidad institucional son Chile, Uruguay y Costa Rica, con valores por encima de 70 (es decir, alta calidad). Países con buena calidad institucional, Panamá y Brasil (por debajo de 70 pero encima de 50). Por otro lado, la mayoría de los países se ubican en posiciones con baja calidad institucional (menos de 50 pero por encima de 30). Finalmente, los países con mala calidad institucional son Cuba y Venezuela (por debajo de 30).
Gráfico 2. Índice de calidad institucional (ICIB) en Latam y Argentina II
Analizando el segundo índice propio de calidad institucional, el ICIT (Véase Gráfico 3), que tiene un periodo más corto, se observa la misma tendencia que en el índice anterior: el deterioro paulatino y constante de la calidad institucional en Latam. Con respecto a la Argentina, los resultados son similares: el índice se ubica por debajo de Latam entre 2003 y 2015, mientras que mejora significativamente entre 2016 y 2019, para volver a caer a partir de 2020. Se observa también una tendencia a la convergencia con la región y un deterioro de las instituciones durante la pandemia al igual que el índice anterior. Desde el año 2003 hasta 2023 (21 años) Argentina se encontró por encima de Latam en sólo 7 años.
Gráfico 3. Índice de calidad institucional (ICIT) en Latam y Argentina I
Por otro lado, en el Gráfico 4 se ordena para el índice ICIT los países de Latam (similar análisis del Gráfico 2). Se observa que nuevamente Argentina se ubica en la mediana, con un índice de calidad de nivel bajo. Solo Chile, Uruguay y Costa Rica tienen valores de nivel alto (por encima o igual a 70). En cambio, son muchos los países con mala calidad institucional, destacándose Nicaragua, Paraguay y Venezuela.
Gráfico 4. Índice de calidad institucional (ICIT) en Latam y Argentina II
Si comparamos el desempeño de la calidad institucional de Argentina antes y después de la pandemia, pero ahora a nivel internacional, según el ICIB, Argentina pasó de un índice de 52 a 45 (es decir, pasó de calidad buena a baja) registrando la cuarta mayor caída sobre una base de 179 países. Por otro lado, según el ICIT, Argentina pasó de un índice de 59 a 43 registrando la tercera mayor caída en la calidad institucional sobre una base de 129 países.
En el caso particular de Argentina las consecuencias de las malas instituciones son evidentes. El país se ha descapitalizado tanto a nivel del sector privado como público, más de la mitad de la población se encuentra en situación de pobreza, existe una elevada deserción escolar en el nivel medio, y de los que egresan, en un amplio porcentaje, no tienen los conocimientos básicos en matemáticas y no comprenden lo que leen ni saben escribir correctamente. Finalmente, menos de la mitad de los que superan del secundario ingresan a la Universidad.
Salir de la actual situación económica y social, como lo demuestra la evidencia empírica, no es tarea de un solo poder del Estado y mucho menos de una persona en particular. En realidad, depende de recuperar los valores democráticos y republicanos establecidos en la Constitución, para que estos además se transformen en el vehículo para alcanzar consensos políticos básicos que nos permitan salir de la decadencia actual.
[1] Véase Ochoa y Albornoz (2022), publicado en la página web de la Fundación de Estudios para el Cambio Estructural (CECE). https://fcece.org.ar/calidad-institucional-y-desempeno-economico-en-el-largo-plazo/
[2] El ICIB fue construido en base a datos del Worldwide Governance Indicators del Banco Mundial. De las 6 subcategorías que emplea, se utilizan sólo 4 (control de la corrupción, calidad regulatoria, vigencia del derecho y voz y rendición de cuentas) para una muestra de 179 países. Estos se ordenan del país con mejor calidad (puesto 1) al país con peor calidad institucional (puesto 179) y luego se normalizan con valores entre 1 a 100. Finalmente, se realiza un promedio simple para las 4 subcategorías para construir el índice promedio agregado.
[3] El ICIT en base a los datos de Transparencia Internacional con la misma metodología que el anterior. La muestra corresponde a 129 países y se los ordena del mejor al peor, normalizando en base 100.
[4] Coeficiente de Correlación de Pearson 0,70 y el Coeficiente de Correlación de Spearman 0,75.