jueves 3 de octubre de 2024
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Juntos por la Desinstitucionalización

La peculiarísima etapa en que entró el país con el triunfo de Javier Milei en las presidenciales de 2023 ha ocultado una transformación central -y en mi opinión muy negativa- de nuestro sistema político: la defunción de Juntos por el Cambio (JxC).

La alianza que formaron en 2015 el PRO, la UCR y la Coalición Cívica estalló abruptamente, y pocos expresaron pena. Y esto a pesar de sus notables éxitos. Apenas creado, Cambiemos arrebató la presidencia al kirchnerismo, completó sin problemas de gobernabilidad el primer mandato presidencial no peronista desde 1928, ganó las elecciones legislativas de 2017 y 2021, y obtuvo un notable 40% en las difíciles presidenciales de 2019. Claro, el 24% de Bullrich del año pasado fue un golpe, pero en ese mismo 2023 JxC logró un excepcional desempeño provincial, conservando los cuatro distritos que gobernaba y sumando seis más: Chaco, Chubut, Entre Ríos, San Juan, San Luis y Santa Fe.

Aunque hace tiempo sostengo que detrás de la “superestructura” del bi-coalicionalismo programático post 2015 hay en realidad una “estructura” de facciones personalistas, me resultó sorpresiva la facilidad con la que una fuerza con historia, dirigentes de peso, gran cantidad de legisladores y gobernadores, experiencia de gobierno y perspectivas de futuro, colapsó frente al fenómeno Milei.

Claro que hubo tensiones desde el inicio, y que se exacerbaron a medida que se acercaba la “ya ganada” elección de 2023. Siendo el premio tan (supuestamente) seguro, no sorprende que los actores hayan jugado con excesivos individualismo, rudeza y tacticismo. Los dos precandidatos presidenciales, los que intentaron serlo (Macri, Manes, Morales) y varias otras importantes figuras como Carrió, Lousteau y Jorge Macri, abusaron de tácticas individuales que socavaron la estrategia colectiva de la coalición.

Pero lo ocurrido desde el triunfo de Milei en las PASO no era previsible. La causa central del derrumbe de JxC fue la insólita preferencia de Macri por el candidato de otro partido por sobre la candidata del propio. Que quien fundó el exitoso PRO y luego el ídem Cambiemos relegue esas trabajosas creaciones en favor de un volátil líder al mando de una fuerza de incierto futuro, es difícil de explicar y justificar. Macri apuró el “Pacto de Acassuso”, sin mayores consultas con su propio partido y mucho menos con sus socios de coalición.

Hoy Macri tiene una relación tensa con Bullrich, Larreta y otros importantes dirigentes del PRO, y lo que era una gran coalición legislativa con perspectiva de volver a ser oficialismo se dividió en tres bloques. Los nueve gobernadores del ex JxC, que habrían contribuido decisivamente a la consolidación territorial de la fuerza, han quedado a la intemperie. Triste e innecesario final de un espacio que supo cobijar efectivamente a los “huérfanos de la política”.

“¡Es que había que sumarse al cambio!” Argumento falaz. Primero porque el “cambio” de Milei incluye propuestas que JxC nunca hizo ni aprobaría (como la dolarización) y un estilo populista bien alejado de la sobriedad y moderación de la mayor parte de la dirigencia cambiemita. Segundo, porque no hace falta romper la propia fuerza para apoyar a un gobierno con el que se tienen coincidencias. JxC podría haber decidido, por ejemplo, sumarse a una coalición de gobierno o (lo que creo que hubiese sido más saludable) apoyar desde una oposición constructiva aspectos de la agenda de reformas económicas mientras se limitan los innegables excesos institucionales de Milei.

El bicoalicionalismo de 2015-2023, aún con el agregado de un tercer actor relevante, podría haber sobrevivido y, entonces, colaborado a la consolidación de un sistema razonablemente institucionalizado y programático de partidos, con un peronismo representando -disculpas por las simplificaciones que siguen- ideas estatistas, proteccionistas, “pobristas” y “pro-casta”, un JxC encanrnando una centro-derecha moderna, y un LLA como una suerte de populismo de derecha en variante libertaria.

Una interpretación de lo ocurrido acude a la psicología: Macri es “un niño caprichoso y mimado que quiere manejar todo, y si no lo maneja lo destruye”. Tal vez. Pero cuesta creer que una organización compleja, razonablemente coherente y, repito, exitosa, sea tan vulnerable a la acción de una sola persona. JxC fue una herramienta efectiva para el ejercicio del poder y la oposición (recuérdese el CFK 54%, Binner 17% de 2011), y para estructurar nuestro sistema de partidos.

Sería deseable que algo similar vuelva a existir, para bien del país, de los millones de votantes que rechazan tanto la decadente receta estatista como la derecha populista, y de los propios dirigentes del PRO, la UCR y la CC, que tienen pocas perspectivas de carrera futura si no forman parte de un espacio más amplio.

Publicado en El Estadista el 8 de abril de 2024.

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