A mediados del siglo XX la publicación de un libro de Beatriz Guido significaba cientos de miles de ventas para el mercado editorial. Sus guiones, que dirigía su pareja, Leopoldo Torres Nilson, eran venerados por la crítica. Enfrentada sin pruritos con el peronismo, su polémica con Arturo Jauretche fue antológica, con el retorno a la democracia aceptó el desafío de su amigo Raúl Alfonsín para trabajar en la embajada argentina en España. En Espía privilegiada, un libro de José Miguel Onaindia y Diego Sabanes, recientemente publicado por Eudeba, se rescata su figura y gran parte de su obra literaria y cinematográfica.
Beatriz Guido fue una de las escritoras más importantes del país. Probablemente quien más libros vendió durante su carrera. Pero luego de su muerte su figura fue invisibilizada. ¿Cuáles cree que son los motivos para que ello haya pasado?
Waldo Frank (escritor marxista norteamericano) le dijo a Victoria Ocampo que había nacido con tres maldiciones: la inteligencia, la belleza y la fortuna. En el caso de Beatriz Guido creo que las tres “maldiciones” para intentar su olvido son: ser mujer, exitosa y opositora al peronismo desde el ángulo que lo fue el progresismo de los cuarenta.
Como mujer comprometida con su tiempo y su país, asumió un rol preponderante durante la transición a la democracia. ¿Cuánto influyó en ese rol y en esa decisión de ser Agregada Cultural en España la relación con Alfonsín y con Manuel Antin?
Beatriz Guido no sólo escribió guiones para cine sino que fue una gran promotora del cine argentino. Principalmente, el realizado por Torre Nilsson pero también de todo el cine de autor de la época. Ella viajaba con las películas, conseguía que los directores de los festivales las programaran, buscaba productores. Uno de sus grandes hijos fue Leonardo Favio. Adhirió a la candidatura de Alfonsín antes de que se pusiera de moda hacerlo. Seguramente, Antin que conocía sus virtudes influyó para que se le otorgara ese cargo. Lo ejerció ya con la salud deteriorada y la enorme tristeza de la pérdida de Torre Nilsson. Lo hizo con una generosidad y eficacia inigualables. Lo recuerdan así todos los artistas y personas de la cultura que vieron su trabajo. Era demócrata, no distinguía por banderas políticas.
Como intelectual, nunca escapó al debate. Su intercambio con Arturo Jauretche trascendió las noticias. ¿A qué se debió dicho intercambio?
El incendio y las vísperas fue una de las novelas más leídas de los años sesenta. Y es una novela muy crítica del peronismo, que describe como un régimen autoritario y conservador. Por esa razón, Arturo Jauretche la denigró en su ensayo El medio pelo en la sociedad argentina. Es una de las críticas más feroces de nuestra literatura. Beatriz se burlaba de esa diatriba. Agradecía a Jauretche porque por cada libro que él vendía, ella vendía tres. Pero creo que la afectó. Tardó muchos años en escribir otra obra.
Más allá de su trabajo como guionista, ¿cuál es su aporte a la cinematografía argentina? ¿Cómo era el trabajo en conjunto junto a su marido, Leopoldo Torres Nilson?
No está muy claro cómo era el sistema de trabajo entre ambos. Eran universos que se nutrían. Creo que las películas de Nilsson basadas en relatos de Beatriz y con su participación en el guion son las mejores de su variada y prolífica obra. Beatriz le dio al cine argentino las primeras mujeres que se escapaban de los estereotipos de ingenua o malvada. Jóvenes en su mayoría que desafiaban los cánones sociales, los prejuicios. Confrontaban las normas impuestas por el patriarcado.
Qué puede decirnos del libro que acaban de publicar junto a Diego Sabanes, Espía privilegiada, en Eudeba, sobre sus múltiples objetivos: el rescate de la figura de la escritora, de la cineasta, de un tiempo, de la cultura argentina.
Fundamentalmente es un intento de rescate de nuestra memoria cultural. Intentamos que una figura relevante en la vida pública de nuestro país fuera individualizada en el presente. Porque su legado está en la obra literaria y cinematográfica de creadores contemporáneos, en el ejercicio de la gestión cultural de muchos que nos dedicamos a esa actividad. Lo que se borró fue su nombre. Y esa omisión es injusta y empobrece nuestra cultura.
¿Qué puede ofrecer Beatriz Guido a las nuevas generaciones?
Beatriz Guido ofrece una narrativa literaria y audiovisual de gran interés en el presente: no ha perdido vigencia. Los temas de debate en la sociedad actual están en su obra: la condena al patriarcado, la corrupción política, la grieta, la diversidad sexual… Las formas que utiliza no están obsoletas.
Para la promoción de la cultura ofrece el mejor ejemplo: audacia, riesgo y generosidad. Si no rompemos límites no transformamos la realidad.