lunes 14 de octubre de 2024
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Italia: un complicado modelo para armar

El complejo escenario que vive el tercer país en importancia de la Unión Europea, a raíz del esparcimiento del Corona Virus (COVID-19) desde los primeros días de enero del corriente año y siendo a la fecha la nación europea con mayor cantidad de contagios y víctimas fatales, nos refleja una realidad que desnuda diferentes aristas de la situación italiana. Es preciso preguntarnos por qué el país resultó tan afectado, frente al virus declarado como pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la primera quincena de marzo. ¿Acaso esta situación de fatalidad nos puede arrojar pistas sobre otras cuestiones, a saber: política, economía y sistema sanitario? Veamos.

En un reciente artículo publicado en un masivo medio argentino, el célebre politólogo italiano Gianfranco Pasquino ensayaba algunas razones del vínculo de cooperación entre Italia y China desde la emergencia del virus, las cuales podríamos destacar a priori: a) la República Italiana fue la primera nación de la Zona Euro en sumarse a la llamada “ruta de la seda”, siendo incluso la economía más interdependiente respecto de la china: cabe recordar que entre los principales promotores de esta integración se encuentran nada más y nada menos que figuras políticas de primer nivel, como el ex Premier Romano Prodi; b) Italia acaso posee la colectividad china más grande de Europa, principalmente localizada en regiones ricas del norte industrial, como Toscana y Lombardía: los desplazamientos, entre ambos continentes, motivados por el Año Nuevo Chino resultaron en la aparición de los primeros casos en la Península durante enero y principios de febrero; c) las medidas tardías adoptadas por el Premier Giuseppe Conte, ya que la cuarentena total fue decretada recién el 11 de marzo, siendo que se había elevado exponencialmente el número de casos y víctimas fatales en los meses previos mencionados.

Pero los puntos previamente referenciados no terminan de completar este complejo tablero de ajedrez que es la Italia de estos días. Cabe entonces preguntarnos: ¿Cómo se llegó a esta situación políticamente hablando? ¿Qué sucedió con el sistema de salud? ¿Es posible trazar un potencial escenario económico de cara a los próximos meses? Son todos éstos interrogantes que intentaremos abordar a lo largo de estas líneas.

La cuestión política

La forma en que las distintas fuerzas políticas reaccionaron al desencadenamiento de la pandemia dentro de los confines nacionales de ese país nos arrojan claros indicios de la división existente en la partidocracia italiana, y en el mismo gobierno Conte bis (coalición entre Partido Democrático y Movimiento Cinco Estrellas, luego de la fallida experiencia populista Lega – M5S).

La República Italiana, como Estado integrante de la Unión Europea, se encuentra actualmente enmarcada por compromisos profundamente ortodoxos en términos de deuda pública, déficit fiscal, crecimiento del PBI, etcétera. Esto resta poder de decisión al país respecto del manejo autónomo de la política fiscal, afectando así su escenario doméstico. Esta situación mencionada está ayudando a consolidar cada vez más un sentimiento claramente antieuropeísta / antiglobalización y antiinmigración, en el cual se inserta fácilmente en la arena política italiana un liderazgo como el de Matteo Salvini, encuadrado en su partido populista de derecha Lega Nord / Lega Salvini.

La Centro Derecha (integrada por Lega, Hermanos de Italia, y Fuerza Italia) parece no dar respiro a este gobierno Conte bis, elevando acusaciones acerca de favorecer intereses europeos en detrimento del interés nacional. La situación económico financiera de la Península tampoco ayuda a poner paños fríos al asunto político.

La cuestión económica

En el ámbito económico, como adelantáramos previamente, no es del todo alentadora. Según datos del Istat (Instituto de Estadísticas y Censos de Italia), en 2019 la economía italiana se revela como la más estancada de la Unión Europea [2]. El crecimiento de la economía italiana, tercera en importancia de la Zona Euro, se consolidó en un magro 0,2%. A su vez, el Producto Bruto Interno se contrajo en un 0,3% en los últimos 3 meses de 2019, lo que implicó la peor caída en siete años. Como podemos inferir, estos resultados no hacen más que ayudar a alentar discursos soberanistas y nacionalistas, en pos de favorecer una “economía nacional” para los “ciudadanos italianos”, cuestionando la paulatina liberalización económica, el ahogo impositivo y burocrático a las pequeñas y medianas empresas, y, fundamentalmente, la desconfianza alrededor de la deuda pública (133% sobre el PBI italiano).

La cuestión sanitaria

Actualmente, el país es la nación más afectada de Europa a causa del Corona Virus: un impresionante y triste récord de 101.000 contagiados, más de 11.000 fallecidos, y 16.000 pacientes recuperados a la fecha. Los fríos números no sólo evidencian los rastros fatales de esta pandemia mundial, sino también nos permite inferir que gran parte de estas pérdidas desnudan la desinversión sufrida por sistema sanitario italiano, con recortes estimados en un total de 37.000 millones desde 2009 en adelante, cuando el país aplicó medidas de ‘Austerity’ para contrarrestar el problema del débito público italiano.

Reyes o peones en el tablero de ajedrez de la Unión Europea

Más allá de las medidas adoptadas por el Premier italiano Giuseppe Conte para salvaguadar (parcialmente) la economía, la cuestión clave a dilucidar es qué papel adoptará Italia de cara a su compleja relación con Bruselas.

El Primer Ministro italiano dispuso, mediante el decreto “Cura Italia”, la prohibición de despidos por un período de sesenta días, la aprobación de paquete de medidas por 25.000 millones de euros para paliar el impacto económico, y la nacionalización de la aerolínea de bandera Alitalia. Veremos cómo todo esto repercute en la alicaída microeconomía peninsular, que se anuncia complicada para lo que resta del 2020.

Por otra parte, lo que se está discutiendo en estos momentos son dos aspectos clave de la realidad política italiana: por un lado, la pesada deuda italiana del 133% del PBI, por el otro, el proceso mismo de integración a la Unión Europea y el rol que Italia tiene como miembro fundador del Tratado de Roma (y las consecuentes reacciones euroescépticas dentro del arco político italiano, con un caudal de crecimiento electoral por parte de la Centro Derecha italiana).

Es por ello que la ayuda de Bruselas se vuelve urgentemente necesaria: los mercados ya han mostrado un comportamiento “irracional” en el pasado (crisis de 2008 por caso), lo que puede poner en peligro la fortaleza financiera de países enteros. De ahí la necesidad de una acción decisiva de apoyo no sólo para Italia como Estado miembro sino también para el Banco Central Europeo. Si la deuda pública italiana no se considera sostenible para los mercados, no sólo Italia corre el riesgo, sino toda la Eurozona.

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Veinte Manzanas

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