jueves 9 de mayo de 2024
spot_img

Hugo Quiroga: “Los partidos políticos deben comprender los cambios para ofrecer respuestas innovadoras”

Dialogamos con Hugo Quiroga, destacado docente destacado docente e investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral (FHUC-UNL), recientemente incorporado a la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Nos centramos en el análisis de la política nacional y, como no podía ser de otro modo, del escenario electoral de este año.

La situación del gobierno nacional es cada día más complicada, con inflación ascendente y el dólar blue disparado, superando los 400 pesos por unidad. ¿Cómo impacta esto en el sistema político?

Impacta de una manera negativa, perjudicial, por varias razones.

¿Cuáles son esas razones?  

La descomposición de lo social y la inflación galopante, que la propia CGT oficialista lo plantea en un documento; hay 18 millones de pobres según las recientes estadísticas oficiales. A lo que se agrega, la crisis económica prolongada, la escasa confianza en el porvenir.  La sociedad se ha estancado en el proceso de su vida colectiva en lugar de crecer en sus aspiraciones. Emerge una escena pública poco gratificante para la ciudadanía, que pone en evidencia el aumento del escepticismo, la ira o el hastío. De este modo, el clima es propicio para los fines de los libertarios.

Para ser más claro, el sistema político es el resultado de la interacción entre lo político y lo económico-social. El sistema político, como todos los conceptos de la ciencia política, es polisémico, pero está siempre vinculado a la capacidad de gobernar. No se trata sólo de reglas, normas y procedimientos, y de políticas públicas, sino también del espíritu de una cultura política democrática, que involucra a los electores, dirigentes y gobernantes.

En muy pocos años, el sistema político entró en un proceso de precariedad manifestado por ciertos rasgos bien definidos: la exaltación de los liderazgos personales, la disgregación partidaria, la desconfianza ciudadana hacia la política, el aumento del prebendalismo y el clientelismo impulsado desde el propio Estado, y la corrupción en la cumbre.

En la escena electoral en la que estamos ahora inmersos se ha profundizado la descomposición del sistema de fuerzas que alteró el paisaje político, por la agudización del faccionalismo de los partidos, la extrema polarización, y una forma de hacer política que ha anulado un debate profundo en la esfera pública. En estos términos, es difícil que germine un sistema político estable y previsible.

En un artículo reciente, hablás de “emergencia política”, me gustaría si podés hacer una síntesis de dicha referencia.

Creo que la emergencia política, se vincula con la pregunta anterior, y se puede resumir en términos de descomposición del sistema político, en la pérdida del sentido de la función pública en los gobernantes. El que tiene poder es responsable de lo que hace ante la comunidad. La responsabilidad política incumbe en primer lugar a los dirigentes que ostentan y conducen el poder.

La emergencia política señala, igualmente, la distancia de los representantes con los representados, al mismo tiempo que advierte el deterioro de gran parte de la dirigencia política, excesivamente atenta a la comunicación digital y a la imagen. En el contexto actual, en el que vivimos con una crisis tan severa, hay un punto de fractura de la política con la sociedad. De ahí, que sea tan baja la confianza de la ciudadanía hacia la política.

Decía en el artículo que mencionás que la emergencia política puede significar muchas cosas. En primer lugar, la incapacidad de gobernar, luego la pequeñez de la dirigencia política, el crecimiento de la antipolítica, el desinterés de la ciudadanía, especialmente de los jóvenes y, finalmente, la palabra política devaluada. También se vincula con un Estado faccioso, que ha perdido su rol de protección colectiva tanto de lo social como de la seguridad de la población, indefensa ante el crimen organizado.

Desde hace años trabajo la idea de emergencia permanente, en todos los ámbitos en los que puede escindirse la organización de la vida colectiva (social, económica, sanitaria, de seguridad, de vivienda, fiscal, etcétera), que ya se ha convertido en una forma estable de gobierno. Si prestamos atención, la emergencia política es lo único que no se ha decretado hasta hora.  Los gobernantes y dirigentes no pueden incriminarse, y decretar esa medida. De manera simbólica la debería exigir la ciudadanía y la opinión pública en momentos de desconfianza pública, como resultado de un veredicto sobre los actos de gobierno entre elección y elección.

Volviendo a tu respuesta anterior ¿cuál es el estatuto que ostenta la opinión pública y su relación con el poder?

Es una pregunta pertinente por lo que acabo de decir: la opinión pública no tiene un lugar propio, es lo más parecido a un “fantasma”; se la invoca constantemente, pero no habla en primera persona, como dice Jacques Derrida, sino en  tercera persona. Nadie dice: “yo soy la opinión pública”. Ella se pronuncia través del voto, las marchas, las encuestas, el silencio alerta y desvelado, las críticas, la fiscalización, la abstención electoral, la prensa, la digitalización. En el enigma de la opinión pública se pone en juego las articulaciones decisivas entre confianza y democracia.

Por supuesto, la opinión pública del presente no es la misma que la de sus orígenes en el siglo XVIII y principios del XIX. Muchas cosas han pasado en todo este tiempo, entre ellas, una revolución comunicacional. No obstante, todavía no se ha superado la intermediación de los partidos (o de lo que queda de ellos) entre el Estado y la sociedad.

¿Qué deberían ofrecer los partidos políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, a la sociedad para que esta no se incline por opciones electorales extremas?

Los partidos políticos o las coaliciones han caminado, en términos generales, en una dirección equivocada en estos 40 años de democracia. La democracia “tal como es” no goza de buena salud, y no sabemos cuál será el porvenir de los próximos años. Nadie ha encontrado todavía el medio de detener una economía desbocada y abrir paso a políticas innovadoras en que los cambios sustanciales sean practicable. Hoy, sobresale una creciente incapacidad del actual gobierno para corregir errores y reparar daños.

El mundo ha cambiado notablemente; existe un cambio de época, desde el punto de vista político, con la emergencia de una derecha nacionalista extrema, de variados rostros, y desde el punto de vista de las revoluciones tecnológicas y comunicacionales de los últimos años, y la posible redefinición de la globalización. Hay un cambio civilizatorio en el siglo XXI. Lo primero que tienen que hacer los partidos es comprender esos cambios para encontrar respuestas innovadoras.

De manera particular, vivimos las enormes dislocaciones estructurales de nuestro tiempo. Desde hace ya largos años, los diversos elencos políticos -cada uno con sus modalidades y responsabilidades- han conducido a la sociedad a la desesperanza y al desaliento, a la fragmentación desmesurada del cuerpo político, a la pobreza y a las desigualdades múltiples, en fin, al quebranto de un futuro razonable.

Este es el suelo político, económico y social en el que se asientan las propuestas y narrativas de las derechas extremas, los anarcos capitalistas, como Javier Milei que desprecia la democracia, sus instituciones y que a la dirigencia política la considera una “casta”. El espacio para estos fenómenos políticos se ha extendido en el mundo occidental.

Bajo este telón de fondo, los partidos políticos carecen de liderazgos innovadores. Por eso, y por otros motivos, la reconstitución de la Argentina no va ser fácil, la causa es fundamentalmente política. La falta de visión a largo plazo tiene décadas, y la política de la inmediatez es insuficiente para encarar los problemas estructurales. No existen planes de estabilización, y el dólar gobierna la sociedad desde hace largo tiempo. Los partidos tienen que ofrecer un horizonte de esperanza, lo decía en la primera pregunta, para que no prevalezcan las opciones extremas como las de Milei, Bolsonaro, Trump que se alimentan del resentimiento y el descontento de la población.

El desafío de la dirigencia política democrática es atraer y entusiasmar a la ciudadanía con proyectos viables que generen confianza. Sin caer en la mera retórica del “progresismo” reinante, la sociedad espera una política de firmeza democrática, con poder de decisión, con soluciones concretas para los problemas concretos, quizá ante la crisis más grave, que ha sufrido la democracia desde 1983.  

En línea con Marcelo Cavarozzi, todo se ha trastocado, por la ausencia de un horizonte de esperanza, y por un escenario político oscilante, por la descomposición del sistema de fuerza peronista, en todas sus variantes. Con anterioridad el peronismo era la alternativa para la resolución de los problemas, ahora se ha convertido en el “problema”.  Se abrió el enigma de la familia política peronista en disputa entre sus diferentes facciones, a la hora de gobernar. El desorden político atraviesa al peronismo, y en buena medida también a la oposición, y el resultado hasta ahora, como gobierno, es el de una familia política en desarmonía, enfrentada, sin un rumbo definido.

Desde Nuevos Papeles seguimos atentamente lo que pasa en las provincias, en este sentido me gustaría preguntarte como sigue la situación en Santa Fe respecto de la violencia cotidiana.

En la provincia de Santa Fe continúa y se acrecienta la violencia cotidiana, especialmente en Rosario. En esta ciudad la escalada de violencia no cesa, con robos permanentes de motochorros, entraderas, balaceras en las escuelas, en edificios públicos, edificios judiciales, comisarías, etcétera. Me remito a algunos ejemplos que pueden ilustrar la tragedia y el miedo diario en el que se vive. El martes 18 de este mes fue baleado un empresario en el momento en que dejaba su hijo en una escuela. O niños atrapados en balaceras en una vereda o en una cancha de fútbol de barrios. Un sicario a pie y a cara descubierta dispara contra la garita de seguridad del edificio de la justicia Federal de Rosario.  En el término de doce horas dispararon contra dos comisarías sicarios que se conducían en moto. En estos hechos no hubo detenciones. El jueves 20 ingresó un delincuente en una conocida casa de cambio Daminato, ubicada en plena peatonal, y asaltó a dos cajeros y salió caminado por la peatonal.

En 2022 hubo en récord de homicidios 288 que incluye el Gran Rosario. En los meses de este año se han registrado más de sesenta homicidios. El Presidente de la Nación, y el ministro de Seguridad Nacional han sido muy reticentes al envío de fuerzas federales, pese a los reclamos del gobernador y del intendente de Rosario. Hubo mayor atención nacional cuando dispararon contra el supermercado del suegro de Lionel Messi. Incluso el presidente Fernández se comprometió al envío de más fuerzas federales, y al envío del Comando de Ingenieros del Éjército, sin armas, para urbanizar los barrios populares como na medida para lucha contra el narcotráfico. Hasta el momento esta fuerza no se hizo presente.

El  narcotráfico y el crimen organizado ha tomado la ciudad de Rosario, y las cajas recaudatorias para el crimen organizado, merced a la corrupción entre las fuerzas penitenciaras, la polícía provincial (el verdadero cartel de la ciudad), y las fuerzas federales. Entre esas cajas se encuentra el juego clandestino, el negocio de las extorsiones, el narcomenudeo, el envío de drogas por encomiendas, y la salida de grandes cantidades de droga por el puerto de Rosario.  Todas estas operaciones (incluido el accionar de los sicarios) son organizadas por los jefes del narcotráfico desde las cárceles mediante la telefonía celular, incluso algunos de ellos contaban con teléfonos fijos.

Lo que se ha instalado para un mejor funcionamiento de este accionar es una red delictiva entre sectores minoritarios de la política, las fuerzas de seguridad, algunos miembros de la justicia, jueces y fiscales (algunos ya detenidos), y ciertos empresarios. Una trama de poder criminal se ha consolidado y garantiza los acuerdos de impunidad entre sus asociados.

Rosario se ha convertido en una sociedad invivible,  y no puede ser el espejo de la Argentina.

Por último, ¿crees que el Frente de Frentes que se acaba de conformar recientemente puede desplazar al peronismo del gobierno de la provincia?

El Frente de Frentes recién conformado tiene amplias chances de desplazar al peronismo en la provincia de Santa Fe; el gobierno de Omar Perotti ha sido muy deficiente en su gestión, principalmente en los grandes temas, que preocupan como ser el de Seguridad. Su imagen negativa es muy alta en la Provincia, y no ha logrado cohesionar al peronismo, y sigue muy enfrentado con Agustín Rossi.

La coalición opositora se denomina “Unidos para cambiar a Santa Fe”, y reúne a 10 partidos:  La UCR, el PRO, PS, el PDP, CREO, GEN, ERF, UCD, UNO y UNIR. Los representantes de las diferentes fuerzas acordaron diez puntos que oficiarán como virtual plataforma electoral, con independencia del candidato que se imponga en las PASO. Por los acuerdos y las características de esta nueva coalición no habrá dirigentes nacionales invitados, y se presentará en Cayastá el martes 25 de este mes.

El nuevo Frente ha transformado el escenario político santafecino. Ahora debe resolver las candidaturas para las PASO.  Por una parte, Maximiliano Pullaro ya presentó su precandidatura a gobernador, y en esa competencia interna participarán también Clara García por el socialismo, y al parecer Carolina Losada por el radicalismo (la candidata más votada en la provincia en las elecciones pasadas), acompañada por el actual presidente del PRO, Federico Angelini. El intendente de Rosario Pablo Javkin ha desistido de su precandidatura a gobernador, y se presume que irá por la reelección en el municipio.

En el universo oficialista las tensiones y desencuentros continúan a pocos meses de las PASO. El gobernador Perotti, que no tiene constitucionalmente posibilidades de relección, promueve la precandidatura de Roberto Mirabella, quienes recorren juntos la provincia. Por La Corriente que lidera Agustín Rossi su candidato  es Leandro Busatto, y  el movimiento Evita impulsa al Diputado Eduardo Tonioli, en cambio, La Cámpora postula a Marcos Cleri. No obstante, el precandidato con mayores posibilidades es Marcelo Lewandowski, que fue recibido dos veces por Cristina Kirschner (quizá también apoyado por Massa), pero no ha decidido aún su precandidatura a   intendente o gobernador.

Finalmente, el gobernador Perotti definió las  fechas para las elecciones locales pegándolas a las nacionales, esto es, para las PASO el 16 de julio y para las Generales el 10 de septiembre.

spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Alejandro Garvie

Milken, de la ceca a la Meca

Maximiliano Gregorio-Cernadas

El poder y la libertad en un puño

Eduardo A. Moro

¿Un gobierno de idiotas?