Cuba ocupa el lugar 18 en el último ranking de América Latina y el Caribe del Índice de Desarrollo Humano, por encima de Brasil y Colombia, por ejemplo. También, de acuerdo a un informe de la Cepal, Cuba tiene un menor índice de desempleo que Chile. Sin embargo, son más los cubanos que emigran a Brasil, Colombia y Chile, que los ciudadanos de estos tres países que lo hacen a Cuba. O los índices están equivocados o de lo contrario no se entienden las restricciones migratorias desde América Latina a los ciudadanos de Cuba.
Al respecto, existe un doble discurso de la izquierda y la derecha latinoamericana en relación a Cuba.
La izquierda exculpa a la vieja dictadura de Cuba por el embargo norteamericano, al tiempo que reconoce logros sociales del régimen de partido único, pero que al parecer no son tales porque sus propios gobiernos les solicitan visa con requisitos de imposible cumplimiento para ciudadanos de Cuba. Es decir, ¿por qué la Colombia de Petro, el Brasil de Lula y el Chile de Boric les piden visa a los cubanos para ingresar a sus respectivos países y no hacen lo mismo con Honduras, que está muy por debajo de Cuba en el Índice de Desarrollo Humano?
Con el bloqueo migratorio a los cubanos, los gobiernos de izquierda de América Latina le realizan una crítica implícita al sistema político, económico y social vigente en Cuba desde el año 1959. Y lo hacen con la complicidad del propio régimen cubano, que teme por los efectos de una interacción más libre de sus ciudadanos.
Por su parte, los gobiernos de centro y derecha de América Latina que critican la falta de libertades en Cuba, como el de Luis Lacalle Pou en Uruguay o el de Javier Milei en la Argentina, no le abren las puertas a la “libertad de sus países” a los ciudadanos de Cuba. Es decir, los cubanos no pueden en su país ejercer la iniciativa económica privada, no existen allí elecciones libres para elegir a las autoridades y, además, se criminaliza el derecho a la protesta. Frente a este contexto dictatorial, los pocos gobiernos de la región que lo denuncian, les bloquean el ingreso a sus respectivos países a ciudadanos de Cuba que quieren vivir en un país con mayor libertad.
A modo de ejemplo, durante el gobierno de Alberto Fernández se implementaron requisitos especialmente exigentes para los cubanos que buscan obtener una visa de turismo en la Argentina. Incluso aquellos cubanos que desean establecerse en el país se enfrentan a restricciones adicionales en la Embajada argentina en Cuba, al intentar legalizar los documentos necesarios para su residencia. Al revisar el “Formulario de Solicitud de Legalizaciones” en el sitio web de la Embajada de la República Argentina en Cuba, se evidencia un trato desigual hacia los ciudadanos cubanos. Estas exigencias discriminatorias no se aplican a otros extranjeros en situaciones migratorias similares. Lamentablemente, estas políticas continúan vigentes con el gobierno del libertario Javier Milei, perpetuando la injusticia y la desigualdad para aquellos ciudadanos cubanos que aspiran a una vida mejor en la Argentina.
Asimismo, las embajadas en La Habana de los países latinoamericanos con gobiernos críticos de la dictadura cubana, tampoco les abren las puertas a referentes democráticos y familiares de presos políticos, como lo hacen legaciones europeas.
La aceitada e implacable maquinaria represiva del régimen militar de Cuba, que ostenta la mayor cantidad de presos políticos de la región, junto a la evidente inutilidad del embargo norteamericano para hacer caer a la dictadura, y la insensibilidad latinoamericana, conforman un bloqueo total a las aspiraciones de libertad del pueblo cubano.
Se puede empezar a levantar este bloqueo al menos abriendo la puerta de nuestros países a los ciudadanos de Cuba eliminando el visado de ingreso, como muchos lo han hecho con los de Venezuela y como tantos países democráticos del mundo lo hicieron en tiempos de dictaduras militares en América Latina.
Si la Argentina realmente quiere respaldar la libertad y los derechos humanos en Cuba, debe empezar por eliminar las barreras migratorias que limitan la movilidad de sus ciudadanos. Al abrir nuestras puertas sin restricciones a los cubanos, demostramos un compromiso genuino con la causa de la libertad y ofrecemos un camino hacia un futuro más prometedor para el pueblo cubano. Es hora de actuar con coherencia y solidaridad, y permitir que aquellos que buscan escapar de la opresión encuentren refugio y oportunidades en nuestros países.
El próximo 25 de mayo, todas las embajadas argentinas conmemorarán la fecha patria. Sin embargo, es preocupante que los disidentes y opositores al régimen cubano no hayan sido invitados a participar en la celebración por parte de la responsable de la embajada argentina en Cuba, incluyendo a dos destacados referentes democráticos como Dagoberto Valdés y Manuel Cuesta Morúa, quienes cuando visitaron nuestro país fueron declarados “Huésped de honor de la Ciudad de Buenos Aires”.
Más aún, el hecho de que no se haya reunido con ninguno de ellos genera inquietud sobre la falta de inclusión y diálogo con voces importantes en la comunidad cubana. Es fundamental garantizar que todos los sectores de la sociedad cubana estén representados y escuchados, especialmente en eventos de conmemoración nacional. Esta exclusión solo profundiza la división y contradice los valores democráticos que la Argentina debe promover como país.
Publicado en La Nación el 18 de mayo de 2024.