viernes 26 de julio de 2024
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Godzilla vs Kong

Donald Trump y Joe Biden salieron vencedores del Supermartes y se encaminan hacia noviembre dejando un tendal a su paso. La guerra por el dinero y las estrategias de campaña se despliegan en un mundo que pende de un resultado electoral clave.

Los “machos alfa” del sistema político estadounidense ratificaron su supremacía, cautivando a un electorado polarizado y que, en muchos casos, ha votado con la nariz tapada, según varias encuestas.

Por un lado, Biden avanzó sin rivales de fuste en un “paseo primario”, salvo el raro caso de Jason Palmer, un empresario de Maryland bastante desconocido, que le ganó a Biden en Samoa Americana, obteniendo 51 votos frente a 40 del presidente, sin haber puesto nunca un pie en el territorio insular.

En tanto Nikki Haley le dio batalla a Trump acaparando el 30 por ciento de las voluntades republicanas. Pese a eso, Halley renunció a continuar batallando luego de perder por mucho el Supermartes. Esto significa que los demócratas no pudieron exteriorizar cierta aversión a Biden, mientras que los republicanos dejaron en claro esa diferencia con Trump.

Para completar el cuadro de noviembre queda el infaltable tercer candidato independiente que le da color a los comicios; en este caso será Robert F. Kennedy Jr., quien se presentaría a las urnas en hasta seis estados, muchos de ellos campos de batalla electoral.

Con una ventaja de cinco puntos en las encuestas, Biden ya planea echar mano a los recursos presidenciales para acortar la brecha. Y no sólo eso, tiene la intención de enterrar a Trump con la ventaja financiera que tiene, lo que asegura el enfrentamiento más caro y uno de los más crueles de la historia política moderna: Godzilla vs. Kong.

Se estima que en este ciclo se gastarán unos 2.700 millones de dólares sólo en publicidad de la campaña presidencial. Los súper PAC pro-Biden, Future Forward y American Bridge, ya se han comprometido a publicar una avalancha de anuncios, con un gasto de 250 millones y 200 millones de dólares respectivamente, mientras los demócratas preparan una avalancha de anuncios para desviar la atención de los votantes acerca de la edad de Biden y recordarles la de Trump.

Es la máxima ventaja del gobierno, “recaudando dinero, haciendo inversiones tempranas en el terreno y en línea y clavando su mensaje contrastante y creativo”, dijo Stephanie Cutter a POLITICO, una consultora demócrata de larga data que ha trabajado en múltiples campañas presidenciales.

Las campañas del expresidente George W. Bush en 2004 y de Obama en 2012 son ejemplos de enormes recaudaciones de fondos que dan al titular una ventaja y los demócratas toman como referencia a seguir en el “Ramadan” de noviembre. Por otro lado, está la experiencia de Trump de 2020 donde pese a la ventaja financiera que el Comité Nacional Republicano tenía de 200 millones de dólares en efectivo sobre Biden, quien salió “seco” de una feroz y costosa primaria presidencial demócrata, eso no se tradujo en una victoria de Trump. Es decir que tampoco garantiza la de Biden en 2024.

Frente a un candidato que tiene unas 90 causas judiciales y que, sin embargo, se ha abierto paso como un Terminator ante todos los obstáculos, la campaña de Biden se centrará en un bombardeo masivo de negatividad sobre el blondo ignífugo.

El martes por la noche Biden dio el puntapié a esa campaña cuando declaró: “Los resultados de esta noche dejan al pueblo estadounidense con una opción clara: ¿vamos a seguir avanzando o permitiremos que Donald Trump nos arrastre? ¿Retrocederemos hacia el caos, la división y la oscuridad que definieron su mandato?”.

Los asesores de Trump, por su parte, son optimistas. Su asesora principal, Danielle Álvarez, dijo en un comunicado que ellos “tendrán los recursos necesarios para llevar a cabo una campaña eficaz, agresiva y exitosa. Ninguna suma de dinero gastada por la izquierda radical y el corrupto Joe Biden puede arreglar las políticas desastrosas que están arruinando la estatura y la clase media de Estados Unidos”.

El dinero también se usa para hacer política en el territorio. Dan Kanninen, otro asesor de campaña, dijo que, durante el próximo mes, “nos verán pasar de unas pocas docenas a cientos de empleados en los estados en disputa, con el objetivo de llegar a abril con todos los estados en disputa en condiciones de escalar adecuadamente y ser competitivos”.

Los ojos del mundo – y hasta su suerte – están posados en esta elección e incluso en la distracción que la batalla supone de los asuntos mundiales por parte de la Casa Blanca. Los europeos temen que un triunfo de Trump los deje en manos de Putin, los taiwaneses lo propio con China y la derecha internacional tendría en Trump una reafirmación de un triunfo que afianzaría sus logros en distintas partes del mundo. Veremos, nada está dicho.

 

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