viernes 26 de julio de 2024
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Ganaron la bronca y las ideas de la libertad, pero ¿van a alcanzar para gobernar?

Hace 40 años, los jóvenes peronistas cantaban en los actos de campaña “somos la rabia”. Los alfonsinistas les contestaron con un cántico que marcaría la transición y una época: “somos la vida”. 

Y fue lógico que entonces la mayoría eligiera la vida por encima de la bronca. Los militares se habían hundido ellos solitos, y se iban con la cola entre las patas, no hacía mucha falta que nadie los echara, y se pensaba además que iba a ser fácil ajustar cuentas con ellos. Lo que más hacía falta era alguien que fuera capaz de despegarnos de sus legados, que insuflara nueva vida en una sociedad lastimada, y en instituciones agotadas por años de desmadre, violencia y atropellos.

Hoy, en cambio, ganó la bronca 

Eso sucedió, en primer lugar, porque la oposición moderada fue incapaz de entonar una canción mejor. Pero también por la lógica que dominó la competencia: el régimen en decadencia se resistió hasta el final, se abrazó con uñas y dientes a su control del aparato estatal y es de prever que lo seguirá haciendo; inventó una versión reciclada de sí mismo para sortear y burlar el clivaje cambio/continuidad, una salida gatopardista para el malhumor social imperante, e hizo lo imposible por polarizar la escena en una poco creíble contraposición entre “nosotros los defensores de la democracia” y la “ultraderecha enardecida” que supuestamente pretendía llevarnos de regreso a los tiempos de la última dictadura. Queriendo invertir los términos que para la mayoría revestía la disputa planteada: según los cuales el oficialismo no podía encarnar esos valores de la democracia, porque había venido abusando del poder confiado en sus manos desde hacía demasiado tiempo.

Frente a todo eso, la bronca fue atractiva y convincente, incluso cuando quedó asociada a un salto al vacío.

Para esbozar el terreno hacia el que nos invitaba a saltar, lo único que nos ha dicho Javier Milei es que estará pintado con los colores de la libertad.

¿Son guía suficiente esas “ideas de la libertad”? ¿Serán adecuadas?

En su discurso de la victoria, Milei exageró la potencia y novedad de ese ideario, tal vez consciente de lo difícil que le va a resultar llenar el vacío: “Soy el primer presidente en la historia de la humanidad con ideas libertarias”. Podría surgir un problema serio si esa autoproclamada excepcionalidad lo impulsa a buscar soluciones inéditas, nunca ensayadas, animadas solo por la fuerza de la doctrina y carentes de validación práctica.

Milei podría creer que la gran diferencia que le sacó a Massa es aval suficiente para ir en esa dirección, sin detenerse a negociar con los demás actores políticos. Que si las ideas de la libertad lo llevaron hasta acá, entonces esas mismas ideas lo conducirán en una gestión exitosa. Y puede que para cuando advierta que hay una diferencia importante entre la batalla electoral y la lógica de la gestión ya sea tarde para corregir la estrategia.

Si va en esa dirección o no, si ensaya un gobierno doctrinario o compone una coalición más amplia y sustentable, es algo que vamos a saber bien pronto, cuando presente su gabinete, su proyecto de presupuesto y su ley de emergencia. Tiene solo tres semanas para definir un rumbo. Ojalá no se equivoque y dé inicio a una gestión mínimamente viable, por más que eso signifique decepcionar a algunos de sus apoyos más entusiastas. De otro modo, puede que decepcione a muchos millones.

Publicado en www.tn.com.ar el 20 de noviembre de 2023.

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