Siempre surge la pregunta de cómo y cuánto impacta en la cultura la política populista. Es una pregunta sumamente amplia, muy compleja, pero que a veces la realidad reúne algunos datos que permiten ensayar una interpretación, que un poco se acerca a la comprensión.
En estos últimos días hubo dos cosas que me parece que son interesantísimas. Por un lado, el grupo de periodistas cercanos al gobierno, que, con el título de la reacción conservadora en Argentina, construyó un sitio web con la única expectativa y el único objetivo, de perseguir y señalar, y marcar a las personas que piensan distinto al gobierno. Lo más curioso del caso, es que algo que es fundamentalmente un hecho fascista, quiso ser revestido de un halo progresista.
Por otro lado, hay una nota de Juan Grabois, que lleva por título nada más, y nada menos, que el anticristo ataca a Francisco. En esa nota, lo que hace Grabois todo el tiempo en cada párrafo, es llamar a una suerte de guerra santa. En una nota que es verdaderamente un escándalo, que me llama bastante la atención que no haya tenido mayores repercusiones, críticas, y mayor presencia en los medios y en las redes sociales.
¿Cuál es el hilo conductor de esto? el hilo conductor de esto es que ambas cosas, la investigación periodística supuesta, y la nota de Grabois, salen publicadas y prohijadas por el Diario.ar. Este diario es el espejo del Diario.es de España, salió hace muy pocos meses, y cuando apareció con un cierto velo de pluralismo, al poco tiempo, terminó convirtiéndose fundamentalmente en una especie de vocería del gobierno. Es así como opera el populismo en la cultura, tomando espacios, ocupando cuando lugares, y uniformando el mensaje, esto más o menos lo sabemos, lo que todavía no sabemos, es que vamos a hacer los que no somos populistas.