miércoles 24 de abril de 2024
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Gabriel Palumbo: “La relación entre arte y política es sinuosa”

Gabriel Palumbo analiza los distintos escenarios artísticos producto de la situación mundial por la pandemia del COVID-19. Desde su mirada política se reflejan los nuevos modos de ver el arte y reflexiona sobre los caminos posibles para el futuro de las distintas disciplinas. 

Así como todas las actividades económicas y sociales estuvieron y están restringidas, lo mismo pasa con el campo del arte y la cultura. Sin embargo, podemos pensar que la creatividad se siguió abriendo camino aunque no mostrando. ¿Podemos detectar como se está “contando” la pandemia desde el arte?

Si, si, claro que es asi. De hecho la pandemia, tanto aquí en Argentina como en el resto del mundo ha dado un buen material tanto de concepto como de sensibilidad y los artistas lo han tomado. Es dificil imaginar que algo de semejante potencia no termine siendo transitado por los procesos creativos. Me vienen dos ejemplos sobre los que trabajé, y sin dudas no los agota. Desde New York, Nicolás Guagnini está produciendo ahora mismo una serie de dibujos que van a mostrarse en abril del año próximo en Buenos Aires y Nicolás Monti está haciendo unos videos por Instagram, usando los filtros de la aplicación que son realmente excelentes y que fueron seleccionados por Lola Arias para un festival en Berlín, Pandemic Films, que se hizo hace unas semanas. Por todas partes se ve actividad, más allá del encierro y de las incertidumbres que se pueden tener en relación con lo que será el mundo que viene.

¿Qué pasó en el hemisferio norte, al menos de lo que vos conocés, en estos ámbitos en términos económicos?

Las actividades y la vida social no están en estado de suspensión como aquí en Argentina, por lo tanto el movimiento es mucho mayor. No tengo una idea real del impacto en la economía del ecosistema del arte en el hemisferio norte, pero puedo presuponer que una experiencia más cercana a la normalidad hace que ese impacto se modere. Por otro lado los museos o ya abrieron, como El Prado, o están por abrir, como el Whitney, así que todo va tomando un ritmo. Ahora bien, ese ritmo se parece poco al anterior y no creo que eso se modifique en el corto plazo, o tal vez ya no se modifique. Hay algo del esquema organizativo del mundo del arte que esta pandemia rompió y que muy dificilmente se restablezca. La escala de los museos, por dar un ejemplo, están diseñadas para un mundo que ya no es, y eso va a modificar la morfología museística y sus estrategias. Esto no es del todo malo, por cierto, la idea de abandonar el turismo cultural de masas puede resultar en cosas interesantes. El abandono de la espectacularización del arte (que no es lo mismo que su democratización) puede dar paso a ejercicios de imaginación muy interesantes. Y además, van a ser obligatorios, nadie va a poder quedarse fuera de esas modificaciones porque si lo hace no estará entendiendo el mundo.

Entiendo que estabas en España cuando comenzaban los primeros casos allí, ¿cómo se vivieron esos primeros momentos en el ámbito de la cultura? ¿Se anticipaba algo así?

Estaba en Madrid por ARCO, y me quedé casi una semana más. La verdad, es que por los cafecitos y restaurantes de Lavapies, se veía en la tele como algo que estaba pasando en China, o en Sevilla. Con el correr de los días, los parroquianos se empezaron al alterar un poco, es cierto. Recuerdo una conversación muy linda de dos amigos en una barra, pero no había miedo, la cosa ya estaba allí pero aún no se había dimensionado. Un día antes de volver (y quedar ya en cuarentena) cené con un gran amigo, al despedirnos le dio por estornudar, y bromeamos sobre eso, por lo que el tema estaba allí queriendo instalarse.

En una entrevista anterior, contabas sobre la relación entre cultura y política. Cómo podrías explicarlo hoy, cuando el arte está atravesada por una enfermedad hasta hace unos meses desconocida.

La relación entre arte y política es sinuosa. A veces es muy literal y otras no tanto. Y la mayoría de las veces la politicidad es una dimensión que se le atibuye externamente, sea por los críticos o por los especialistas. En tiempos como estos, en donde el mundo parece cambiar tanto y en donde las decisiones políticas influyen tanto en la vida de las personas, sería normal que esto se reflejara en la escena artistica. De todos modos, creo que los mayores rasgos políticos del arte van a ser aquellos menos visibles a simple vista. Las literalidades por lo general secan la posibilidad de interpretación y las vuelven obvias. Creo que para ver la relación entre esta pandemia y la producción artistica vamos a tener que esperar un poco. Algo que si me parece interesante destacar es que muchos artistas vienen trabajando hace tiempo tratando de dar una versión de esta era de antropoceno y están alertando sobre algunos de los peligros de la acción humana sobre el ambiente y el planeta. Lo destaco porque el arte argentino tuvo momentos anticipatorios de esto muy interesantes, pienso en la obra de García Uriburu, por ejemplo. Este tipo de acercameinto artístico tiene mucho de político y creo que se va a convertir en uno de los centros, junto con la cuestión de la tecnología, con las que el arte va a dialogar para dar su versión política sobre el porvenir del mundo.

Para entender un poco más del tema, ¿cómo es el circuito de comercialización del arte en tiempos normales? ¿cómo se mantuvo durante esta época?

En Argentina el mercado es muy pequeño, no hay más que un puñado de coleccionistas que son los que mueven ese mercado. En estos tiempos de pandemia, sucedió que algunos de ellos continuaron comprando, por lo que las galerías no sufrieron un impacto tan grande. No es que hayan vendido como siempre, pero el circuito de compras por canales habituales en algun grado se mantuvo. Más inconvenientes han tenido las galerías fuera del circuito central, que se sostienen con lo que podríamos llamar nuevos coleccionistas, compradores de otra naturaleza. Este es un tema que viene de lejos y que refleja los problemas culturales profundos que nuestra sociedad tiene con el mercado en general y que los traslada al mercado del arte. Por otro lado, la sobreimpresion de la estatalidad apareció en toda su dimensión. Los artistas pidiéndole al Estado y el Estado respondiendo, mal, a una demanda desordenada y unidireccional. La relación entre el mercado, los artistas y el dinero es un tema tan relevante como escondido en nuestro debate sobre estas cosas. Hace falta, eso si, un sinceramiento de esta discusión, lo que implica un principio básico de desideologización, sin este prerequisito, esto no se va a resolver nunca.

¿Qué está pasando en el campo de las ideas con el relato de la pandemia?

Tiene estrecha relación con lo que hablábamos recién, ¿no? Mi impresión es que todo el mundo intelectual está apurado por ser visto y que necesita compulsivamente dar su opinión como si de eso dependiera la solución del problema. La cantidad de actividades que se proponen desentrañar lo que sea en la pospandemia es ofensivo para un ser racional. No sabemos nada, son todas conjeturas, el virus se comporta de un modo inexplicable y los intentos de trabajar con las consecuencias de la pandemia son distintas en todos los países y territorios, pero el mundo intelectual pretende dar una suerte de interpretación final. Creo que es muy posible establecer cuales van a ser las características de los debates en cada país, porque algo si sabemos, y es que la pandemia acelera y magnifica las discusiones que se estaban dando antes de que ella apareciera. Pero no es mucho más. Luego, el campo intelectual se organiza en apocalipticos y esperanzados, en solucionistas tecnológicos y tecnofóbicos, pero las cosas no van a ser tan simples.

En el caso nuestro país, la cosa es aún peor, porque tenemos por un lado un gobierno cuya estrategia principal es el miedo, acompañado por un sistema de medios que por muchas razones opera en un rango de vanalidad insultante y un elenco intelectual, oficial y no oficial, que trata de sumar argumentos y criterios para instalarse siempre en su zona de confort. Y esto pasa en los dos hemisferios de ideas que viven en la Argentina, lo que hace que cualquier pensamiento surgido de la sorpresa, de la perplejidad o que busque el asombro por la via de la creatividad se vea sometido a un ejercicio de simplificación que lo empequeñece todo.

Para terminar, dado que ya se abrieron algunas galerías en la ciudad, ¿qué podés contarnos de lo que pudiste ver hasta ahora?

Es cierto que abrieron, con cita previa, las galerías, y es una gran noticia. Quedan pocos días para ver la magnífica muestra de Juan del Prete en la Galería Roldan Moderno, esa es la primera recomendación. Y hasta fin de mes ROLF dejó la muestra de Andrés Denegri que es realmente interesante. Y Salamanco en Smart. En realidad lo más interesante de este momento de las galerías es el proceso que están viviendo. Hoy están terminando algunas de las exposiciones que empezaron unos días antes de la cuarentena y que siguieron cuando la apertura conrestricciones. Hay que esperar algunos días par que las galerías se rearmen y cuelguen otras exposiciones. De lo que viene, considero que lo de Carlos Herrera en Ruth Benzacar y lo de Martín Salinas en Gachi Prieto va a ser muy interesante.

Creo que participación en la cadena creativa se va a incrementar mucho en estos tiempos que vienen, y que el entendimiento de esta novedad o no va a marcar el destino de muchas de las galerías. Es un debate muy rico, que ya se está dando en otros lugares del mundo y que entre nosotros sería muy interesante replicar.

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