Primera víctima de la organización paramilitar Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), Hipólito Solari Yrigoyen, sufrió un gravísimo atentado, 21 de noviembre de 1973, que se autoadjudicó por escrito la mentada organización y consistió en la voladura de su automóvil.
Días antes, el senador radical había rechazado el proyecto de ley de Asociaciones Profesionales del Poder Ejecutivo. Su discurso en el Senado duró cuatro horas y doce minutos: defendiendo la presencia de las minorías en los sindicatos, limitando la reelección de los dirigentes gremiales, criticando los manejos de fondos, y hablando en defensa de la democracia sindical. El propio Lorenzo Miguel, líder de la UOM y de las 62 Organizaciones, lo definió como “enemigo público número 1 de la clase obrera organizada”.
Años después recordaría Solari Yrigoyen que mientras estaba internado reponiéndose de las lesiones del atentado, recibió la visita, por indicación del presidente Perón, de Isabel Perón y José López Rega. “Pensé que las visitas del verdugo a su víctima sólo sucedían en las películas de la mafia”. Más tarde en abril de 1975, ya durante la presidencia de Isabel Perón sufrió un nuevo atentado con explosivos en su casa de Puerto Madryn.
Durante la dictadura fue secuestrado por un grupo de tareas sufriendo torturas y vejaciones. Compartió cárcel con su correligionario Mario Amaya quien no sobrevivió a los tormentos. Debido a la presión internacional, pedidos de los presidentes James Carter, Valery Giscard D’ Estaing, y Carlos Andrés Pérez, y de personalidades como Edward Kennedy, fue liberado aunque expulsado del país, sin juicio ni condena alguna, aunque calificado por la dictadura como “terrorista de máxima peligrosidad”.
Exiliado, primero en Venezuela y luego en Francia, fundó la OIERA, la mayor organización de exiliados demócratas y junto al periodista Miguel Angel Picatto fundaron y dirigieron el periódico La Republica –voz de los radicales exiliados- que contó entre sus plumas a Julio Cortázar y Osvaldo Soriano .
Sobrino nieto del presidente Hipólito Yrigoyen, Solari Yrigoyen volvió al país en el final de la dictadura luego de una presentación ante la Corte Suprema. Fue designado embajador itinerante por el presidente Alfonsin y luego electo nuevamente senador por la provincia de Chubut en 1987.
Testigo clave en el juicio a las Juntas Militares acompaño a Raúl Alfonsín, desde la fundación de Renovación y Cambio hasta sus últimas luchas. Electo presidente de la Convención Nacional de la UCR, máximo órgano partidario, y presidente Honorario del Instituto Nacional Yrigoyeneano.
Ejemplo de su austeridad fue la donación a la provincia de Chubut, para construir una escuela, del monto indemnizatorio mediante ley 24.043 que le fue otorgado por su calvario. Acompañado por su mujer, Teresa Hansen, fueron los primeros argentinos del continente en visitar las Islas Malvinas luego de la Segunda Guerra Mundial. Su prédica en defensa de nuestro territorio siempre estuvo presente. Su inclasificable lucha por la plena vigencia de la democracia, la defensa de los derechos humanos y del patrimonio nacional signaron su vida.
Fue la Triple A el brazo armado del peronismo en el gobierno, junto con las organizaciones de la guerrilla sembraron muerte y horror entre los argentinos. No podemos permanecer en silencio ante quienes, quizás en un paso de comedia, intentan repetir la historia anunciando ante la pasividad general la formación de “fuerzas de choque” con la ayuda de “las fuerzas del cielo”. Romper y defenestrar a las instituciones convocando desde la ira, el fanatismo y el resentimiento es sembrar odio para cosechar violencia.
Cuando la política es cuestionada en la sociedad y las conductas de los políticos deslegitiman su marco de representatividad Solari Yrigoyen es un ejemplo para las nuevas generaciones. Donde la libertad solo se realiza en un marco de dignidad para todos con políticas que rompan con las desigualdades sociales. Donde la defensa de la soberanía nacional se expresa y potencia en la búsqueda del desarrollo y en un proyecto democrático compartido.
Donde el diálogo y la convivencia, esenciales para la República, se ejerce y se practica desde la austeridad y respetando la opinión de los otros. Sabiendo que en democracia las mayorías son circunstanciales y las minorías tienen derecho a expresarse.
En tiempos de próceres ficticios y falsos profetas Solari Yrigoyen es un auténtico prócer de la Democracia y su trayectoria es orgullo, no solo de los radicales, sino de quienes creen en los valores democráticos, republicanos, liberales y progresistas.
Publicado en Clarín el 19 de noviembre de 2024.
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