domingo 27 de abril de 2025
spot_img

Francisco, el papa que desafió al mundo occidental desde el corazón de Roma

La muerte de un Papa siempre es una noticia que impacta y lo hace de diferentes formas: emocional, política y religiosamente. En forma paralela se abren las quinielas sobre quién será el nuevo líder de la Iglesia Católica que agrupa a más de 1.500 millones de personas en el mundo.

El papado de Francisco no pasó desapercibido. Desde el mismo momento en que se anunció su designación en 2013 implicó la coexistencia de dos papas vivos, algo que, si bien no es inédito en la larga historia de la Iglesia, no ocurría desde tiempos remotos.

Sobre todo, Bergoglio llegaba con mayor vitalidad y un discurso pensado para reactivar el vínculo con los fieles, que parecía debilitarse ante la excesiva burocratización, los crecientes escándalos y el avance de otras iglesias cristianas.

Francisco fue el primer jesuita y latinoamericano en conducir la Iglesia Católica, y también el primero no europeo en más de mil años. Esta elección coincidió con un momento en que maduraba globalmente una forma distinta de ver el mundo dentro mismo de Occidente. Y Bergoglio tenía mucho que decir al respecto.

De Bergoglio a Francisco

Porteño como el tango y el dulce de leche, Jorge Bergoglio nunca regresó a la Argentina, de donde había partido rumbo al cónclave que lo designó Papa, convencido de que sería un viaje de ida y vuelta. El Vaticano fue, finalmente, su residencia hasta el último día de su vida.

De los 88 años que vivió, su rol como Francisco fue una parte muy menor temporalmente hablando: poco más de 12 años. El resto del tiempo, Bergoglio fue muchas otras cosas, pero siempre un militante político-social. Desde muy joven estuvo relacionado con el peronismo argentino, particularmente, con un sector populista de derecha.

Sus ideas fueron cambiando, pero nunca abandonaría ese ADN peronista que impide determinar un estricto posicionamiento en la izquierda o en la derecha, transitando ambiguamente por ambas, al mismo tiempo que renegando de ellas.

La política de su país fue algo que siempre lo ocupó y a la que brindó tanto interés como a sus funciones formales como Papa. En Argentina tomó más relevancia antes del papado al enfrentarse con el kirchnerismo, más por confrontación de personalidades que por diferencias ideológicas.

Néstor Kirchner no toleraba la presencia de otro liderazgo ni de otras estructuras sociales vinculadas a los pobres que no estuvieran bajo el control del partido peronista que él dirigía.

Tras la temprana muerte del ex presidente argentino, Francisco se convirtió en una referencia para el peronismo, pero también para sectores de la izquierda, y en un aliado de su viuda, la entonces presidente Cristina Fernández, con quien mantuvo una sólida relación personal y política.

Bergoglio no fue nunca una persona culta, ni siquiera en el ámbito teológico. Su ideología estaba conformada por un conjunto difuso de ideas asociadas a la doctrina social de la Iglesia y a las consignas predominantes en los años 70.

Un papa con un proyecto global

Con ese bagaje, decidió intervenir en la geopolítica global como articulador de un proyecto que cuestionaba, desde diversos frentes, las formas y valores tradicionales provenientes del liberalismo cosmopolita europeo, el individualismo y el materialismo estadounidense, originados estos últimos a principios del siglo XX y consolidados tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La elección del nombre Francisco, el primer Papa con ese nombre en la historia de la Iglesia Católica, marcó el rumbo de un nuevo intento de los jesuitas por delinear el futuro de la institución, esta vez desde su cúspide.

Para Francisco, la pobreza no era algo que debía rechazarse a priori. Se trataba de reivindicar ese desprendimiento y resaltar una dignidad espiritual y estética que debía ser ejemplo de lucha contra el materialismo, anticipando una sociedad despojada de los valores capitalistas.

Esto se vio reflejado el mismo año que comenzó su papado con la publicación de Evangelii Gaudium, un documento que llamaba al encuentro con los pobres, criticaba al sistema económico actual y cuestionaba al libre mercado como regulador único de la vida económico-social.

Francisco entendía que la forma de terminar con ese mundo que consideraba decadente y perjudicial para el alma humana era aliarse con todos los que se le oponían sin importar su religión y si eran dictadores o demócratas, occidentales u orientales.

El rol de China en su papado

Por ello, se acercó a gobiernos autoritarios de izquierda que mantenían a su población en esas condiciones, como Vietnam, Venezuela y Cuba entre otros. Hasta se ofreció para viajar a Corea del norte. Este diagnóstico lo llevó a una de las grandes polémicas de su papado: el acuerdo con el régimen chino. El fallecido Papa creía que no había posibilidad de triunfar en esta batalla ideológica intra-occidental sin poner a los chinos de su lado.

El acuerdo que Francisco firmó privilegió esa alianza geopolítica, y tuvo como víctima a los católicos chinos que venían resistiendo al comunismo y fueron abandonados a su suerte por el Vaticano. El gobierno chino mostró el acuerdo como una señal de legitimidad frente a las numerosas denuncias por violaciones a los derechos humanos.

Resulta difícil acusar a un Papa de “woke”, pero Francisco también era consciente de que debía incorporar esa agenda a su cruzada antiliberal. Por eso elaboró en 2015 la encíclica Laudato Si, sobre cuestiones medioambientales, y firmó un documento sobre la fraternidad humana con Ahmed al-Tayeb, máxima autoridad académica del islam sunita, como forma de contraponer el discurso islamofóbico de sectores acusados de pertenecer a la ultraderecha.

Sin embargo, mantuvo una posición ambigua respecto a homosexuales y trans, cambiando el tono represivo, pero dejando frases que por momentos mostraban apertura y por momentos no. En términos de cambios organizativos formales, poco fue lo que efectivamente hizo.

Finalmente, y más allá de los papas, la Iglesia Católica es una organización que se ha mantenido por miles de años, con mejores y peores momentos, pero sigue siendo el faro de millones de fieles que hoy perdieron a su líder religioso y a quienes poco les importarán los análisis de otro tipo.

Su figura dividió, pero también llamó la atención sobre las tensiones de una Iglesia atrapada entre la tradición y un presente muy complejo para creencias profundas y verdades inmutables en tiempos de relativismo acelerado.

Pasado el momento de los recuerdos y h omenajes, llegará el turno de esperar al sucesor. ¿Seguirá la Iglesia el camino de Francisco o retomará el de Benedicto?

El futuro, como siempre en Roma, dependerá menos del humo blanco y más de lo que ese humo oculte.

Publicado en El Observador el 22 de abril de 2025.

LInk https://www.elobservador.com.uy/espana/miradas/francisco-el-papa-que-desafio-al-mundo-occidental-el-corazon-roma-n5995284

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Galo Soler Illia

¡Es la ciencia, estúpidos!

Rodolfo Terragno

Parece ficción, pero no

Alejandro Garvie

El cisne rubio