sábado 27 de julio de 2024
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Fabio Quetglas: “Nos propusimos como eje la calidad educativa porque en la educación el dilema es ‘calidad o fraude’”

El diputado nacional radical y de Juntos por el Cambio que, a la vez, oficia de “vocero” en el área de educación de los equipos de la coalición y de su candidata presidencial, Patricia Bullrich, expresó que “Argentina no puede seguir postergando lo básico: Escuelas abiertas, niños y niñas aprendiendo y docentes bien tratados” y por ello “nosotros vamos a defender que la educación sea un servicio público esencial”. 

El diputado nacional de la UCR y de Juntos por el Cambio, Fabio Quetglas, quien oficia de “vocero” en el área de educación de los equipos de campaña de la coalición y de la candidata presidencial, Patricia Bullrich, expresó que “Argentina no puede seguir postergando lo básico” en materia de educación y que conlleva “escuelas abiertas, niños y niñas aprendiendo y docentes bien tratados” y por ello “nosotros vamos a defender que la educación sea un servicio público esencial”, dijo que “nosotros nos propusimos como eje la calidad educativa” porque “creemos que en la educación el dilema es ‘calidad o fraude’. Si no hay calidad el niño, ya joven después, se encuentra con que su título no le resuelve el acceso al mercado de trabajo o no accedió a las herramientas en el mundo en que vive”.

En diálogo con Nuevos Papeles, Quetglas, remarcó la necesidad de “consolidar un mejor sistema estadístico del servicio público educativo, uno muy robusto, que permita llevar la ‘conversación educativa’ del plano de la intuición o del prejuicio al plano de la argumentación. Una vez, escapados de la lógica del ‘anuncismo’ y trabajando en base a datos, precisamos una decisión política central que es poner a la educación, a la ‘causa educativa’ como ‘una gran causa nacional’ y movilizando hacia el objetivo de perfeccionar la educación a las familias, docentes, instituciones, empresas, sindicatos, etc.”.

La Argentina, y lo han dicho ya insistentemente Juntos por el Cambio, incluido usted mismo por supuesto, requiere de reformas estructurales y de ellas no puede escaparse la necesidad de una reforma en la educación. Para plantear una reforma habría que empezar por un diagnóstico y en esa dirección  ¿Cuáles sería ese diagnóstico en torno a la situación de la educación? 

Toda reforma efectivamente requiere de un diagnóstico y en el caso de la educación es claro porque, cada vez que medimos, advertimos un conjunto de deficiencias y de insatisfacción por los resultados objetivos. Un profundo sentimiento de desasosiego de docentes, de padres, de alumnos.  Recientemente tuvimos los datos de ‘Argentina por la Educación’ que nos dice que solo 13 de cada 100 que terminan la escuela media lo hacen con el conjunto de capacidades que se supone deben dominar y es una cifra alarmante realmente, una cifra que desnuda una sociedad segregada, que condiciona el futuro. En definitiva, el diagnóstico es que Argentina tiene que hacer cambios, esa sola cifra lo justifica.

Ahora: ¿Qué hay que hacer? Y aunque lo he dicho en varias oportunidades en otras entrevistas, creo que tenemos que escapar de la trampa del ‘anuncismo’ y de la trampa del ‘inaugurismo’. Lo digo en el sentido de que las reformas que hay que hacer en la educación se saben cuáles son en general y se trata de reformas que precisan de dos cosas: a) de una gran voluntad política, y b) de no renunciar a la posibilidad de consenso, aunque ese consenso sea difícil de conseguir.

Argentina no puede seguir postergando lo básico. Escuelas abiertas, niños y niñas aprendiendo y docentes bien tratados. Por eso, nosotros vamos a defender la declaración de esencialidad, de que la educación sea un servicio público esencial; no porque crea que eso sea una varita mágica, pero sí para plantar un mojón. Necesitamos ese pacto, como punto de partida. Nada es posible en esta inercia. Esta bueno que los chicos estén en clase y que haya menor conflictividad gremial, pero no es lo único. También tenemos que hacer modificaciones porque hay un problema de insatisfacción de los chicos en edad de adolescente, un problema de entorno laboral para los docentes. Y nosotros nos propusimos como eje la calidad educativa; el eje es la calidad, reitero, porque creemos que en la educación el dilema es ‘calidad o fraude’. Si no hay calidad el niño, ya joven después, se encuentra con que su título no le resuelve el acceso al mercado de trabajo o no accedió a las herramientas en el mundo en que vive.

Y para llegar a un horizonte de calidad precisamos medir porque precisamos saber en qué estamos fallando, dónde la inversión es más eficaz, en dónde ocurren los mejores resultados y que podemos aprender de esas prácticas que generar mejores resultados; medir pero no episódicamente sino consolidar un mejor sistema estadístico del servicio público educativo, uno muy robusto, que permita llevar la ‘conversación educativa’ del plano de la intuición o del prejuicio al plano de la argumentación. Una vez, escapados de la lógica del ‘anuncismo’ y trabajando en base a datos, precisamos una decisión política central que es poner a la educación, a la ‘causa educativa’ como ‘una gran causa nacional’ y movilizando hacia el objetivo de perfeccionar la educación a las familias, docentes, instituciones, empresas, sindicatos, etc.

Su primera descripción como diagnóstico y reflexiones nos deja a las puertas de conocer que hay problemas en la educación son más profundos que el mero análisis y puesta en marcha de reformas en el sistema educativo.

Nosotros, en general solemos enfocarnos en el déficit educativo como déficit del sistema, pero Argentina tiene problemas de educación que exceden al sistema ¿Y por qué digo que exceden al sistema?: Porque el joven que tiene 22 ó 23 años y tiene déficit para ingresar el mercado de trabajo ya está fuera del sistema pero sigue siendo un problema para cualquier gestión educativa que sea sensible.  Y aquel que tiene 40 y pico de años que tiene un trabajo, que no cree que su trabajo está en riesgo, pero puede estarlo si no incorpora nuevas habilidades.  Hay una agenda del sistema educativo que llamaríamos de ‘escolaridad’, y otra que excede el problema de la escolaridad, porque por algo hemos bautizado a este tiempo “sociedad del conocimiento” y eso es determinante de que este servicio público es el que modela  en gran medida el futuro de la sociedad, por lo que nuestro compromiso es mejorar el sistema escolar pero tomar la agenda educativa que excede al sistema escolar. Por eso decimos: Una epopeya educativa con eje en la calidad, medir y tomar la agenda escolar y extra escolar y hacerle comprender a todos los actores de la vida pública argentina que si queremos ser desarrollados necesitamos ser educados sino el cuello de botella de nuestra progreso, de nuestro mejor desenvolvimiento, de nuestras mejores relaciones cívicas va a ser la limitación de la capacidad de las personas. La Argentina tiene que volver a construir una épica de la educación como lo hizo a principios del siglo XX . Los padres, que dejaban a sus hijos en la escuela y se iban tranquilos a su casa o a trabajar sabiendo que habían dejado a sus hijos en un lugar seguro y donde le iban a dar el conjunto de habilidades, capacidades y saberes que precisaba ese mundo. Otro gran déficit del sistema educativo actual es que a veces se tiene la sensación de que la escuela no dialoga bien con el mundo contemporáneo, como que no educa para la sociedad del hoy, para la incertidumbre del hoy, para el entorno tecnológico del hoy. La visión epopéyica, medir, incorporar la agenda extra escolar, darle sentido contemporáneo es lo que tenemos que hacer.

Usted nos invita a diferenciar el análisis de lo que conceptualmente es la ‘escolaridad’ del ‘sistema educativo’ como cuestión totalizadora. En la escolaridad se viene observando que desde al menos  20 años, y los últimos 4 fueron tremendos para la educación como consecuencia, entre otras cuestiones por la pandemia, los chicos de, por ejemplo tercer grado, es decir en el período de escolaridad primaria, tienen dificultades o directamente no alcanzan a la comprensión de textos. ¡Es una cuestión que aterra!, hay en ese sentido estadísticas que ‘aterran’. ¿Cómo se ataca esa situación?

Nosotros tenemos como oferta un plan de alfabetización y ahí hay un eje que es un cambio de prioridades para que los chicos al iniciar segundo grado comprendan textos simples y puedan hacer las operaciones matemáticas básicas. En el Consejo Federal de Educación, el conjunto de las 24 jurisdicciones, tiene que saber que no hay ninguna otra prioridad en primer grado que no sea la lectoescritura y aprender las operaciones matemáticas básicas porque eso construye una parte muy relevante de la autonomía de la persona. Un chico que es curioso, una vez que comprende textos, va descubriendo un mundo y también porque si se alfabetiza tardíamente nos perdemos años de esa construcción de curiosidad, años clave.

Todos los candidatos a Presidente, (Patricia) Bullrich, (Javier) Milei, (Sergio) Massa, (Horacio Rodríguez) Larreta, (Juan) Grabois, (Juan) Schiaretti, todos, al impulso de ‘Argentina por la Educación’, firmaron un ‘Pactos por la Alfabetización’ por lo que entiendo que en la próxima gestión va a ser fácil que las 24 jurisdicciones acuerden un programa nacional de alfabetización, potente. La alfabetización es el núcleo de la educación. Nada de los demás puede construirse sino construimos una sólida alfabetización.

La Argentina se encuentra en materia educativa entre dos modelos. Uno, el que impuso el gobierno kirchnerista que, en una circunstancia especial como fue la pandemia, resolvió cerrar las escuelas, lo que trajo aparejado, de acuerdo a lo que advertían encumbrados especialistas, entre ellos usted mismo, fatales consecuencias para la enseñanza que debían recibir los chicos o la instrumentación de un sistema de ‘voucher’ como el que propicia el candidato presidencial ‘libertario’ Javier Milei. ¿No es simplificar el problema de la educación al propiciar medidas de esa naturaleza?

Bueno, permítame decirle que ‘da en el clavo’ porque el voucher es sólo la discusión sobre el financiamiento educativo. El voucher no dice nada sobre la capacitación de los docentes, el voucher no dice nada de la inserción laboral de los alumnos cuando concluyen el ciclo educativo. El voucher no dice nada.

Y, a parte, hay una ‘fantasía’ acerca de que con el voucher los padres tienen un plata que se la puede utilizar para que los chicos puedan acceder a contenidos educativos en una escuela privada y si los sectores populares toman el voucher y todos toman esa opción por supuesto que las escuelas públicas cerrarían y las escuelas privadas quedarían desbordadas y las escuelas privadas desbordadas pedirían una plata arriba del voucher para poder gestionar las matrículas y se produciría la paradoja de que la gente tendría un voucher pero no tendría vacante para sus hijos. Creo que hay mucho para mejorar en la escuela y que los mecanismos de financiamiento también hay que pensarlos; no soy de aquellos que tiran a la basura las sugerencias sobre todo en un sistema que tiene muchísimo mejorar y no hay que poner la cabeza bajo la tierra como el avestruz. Lo que digo es que la discusión sobre la educación en la Argentina tiene que empezar por un punto y que es reconocer que la educación es muy importante, que es crucial garantizar el acceso y que es imprescindible tanto animarse a cambiar, como evitar las aventuras.

Así como dije que si queremos tener una sociedad desarrollada tenemos que tener una sociedad educada también digo que si queremos tener una sociedad de personas con autonomía tenemos que tener una sociedad educada; ese es el centro y el lugar para que eso funcione bien en principio en la escuela. Soy institucionalista; nosotros estamos muy acostumbrados a hablar de docentes y de alumnos y hay que empezar a hablar de la escuela. ¿Por qué? Y en esto me permito hacer una metáfora  futbolera. Se acuerdan cuando Messi jugaba bien en el Barcelona y supuestamente lo hacía mal o no tan bien en la selección argentina. Bueno, los entornos institucionales determinan mucho el rendimiento de las personas. En un entorno institucional adecuado los docentes pueden ser mejores docentes y los alumnos mejores alumnos. Pensar en diseño institucional  para el siglo XXI en las escuelas es una clave y nosotros pensamos que es un derecho de las personas que haya una provisión de servicio público educativo de calidad porque creemos en una sociedad de personas autónomas, libres, calificada, que puedan tener relaciones sociales seguras con proyectos de vida.

Leandro Pablo Vivo para Redacción Nuevos Papeles.

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