viernes 29 de marzo de 2024
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Eterno ritorno. Con la pandemia se profundizará el social-populismo; luego, quedarán solo escombros

(Traducción de Diego Barros).

El gobierno de Conte está perdiendo el desafío del coronavirus pero está ganando la batalla ideológica contra el mundo político-cultural liberal-democrático, europeísta y occidental que la coalición gubernamental considera el verdadero enemigo de Italia. Cuando nos despertemos, será demasiado tarde.

 

El domingo pasado, escuchando el discurso de Conte y leyendo las encuestas que dan cuenta del irresistible ascenso del autoproclamado comandante a cargo de la guerra contra el coronavirus, alguno habrá sacado la triste conclusión de su clara inclinación hacia las “prescripciones”, es decir, hacia el ejercicio de un poder arbitrario, paternalista y culpabilizador –“si el contagio se expande es culpa de ustedes”- y que, por lo tanto, se identifica profundamente con una cultura civil incapaz de reivindicar la autodisciplina, el rigor y el sentido de la responsabilidad individual. Obviamente, quienes tienden a extraer una conclusión tan pesimista constituyen una minoría siempre ínfima y siempre claramente identificada, y que cuando logra expresarse públicamente es señalada como enemiga y destructora del pueblo.

El éxito de Conte en el medio de un default colosal ha confirmado también una dinámica típica de la política nacional, es decir la de la disociación entre la eficacia y los beneficios de la acción de gobierno. No es un fenómeno reciente. Ha acompañado toda la historia italiana desde fines de los años setenta hasta hoy. Nos despertamos, finalmente, cuando ya caen las bombas.

Ocurrió con el miércoles negro de 1992, cuando las políticas “expansivas” que confluían en la idea de “solidaridad social”, acusaron finalmente balances con déficit de dos dígitos. Sucedió a fines de 2011, cuando las prestidigitaciones contables de Tremonti no lograron camuflar las mentiras del berlusconismo triunfante e Italia fue maniatada cuando se encontraba ya en el abismo de la insolvencia.

Sucederá más tarde o más temprano, también, con el enquistamiento en el poder del milagroso populismo o del “cualunquismo”, cuando la ilusión de haber eliminado la pobreza, salvado a Italia del dominio extranjero y haber logrado imponer un “modelo italiano” –y de haberlo hecho con el dinero, el trabajo y el sentido de la responsabilidad de otros- dejará a Italia a la deriva en el Mediterráneo, mucho más cerca de Chipre que de Alemania o Francia. Nada de nuevo: también la Italia de Piazza Venezia se despertó cuando la guerra ya estaba iniciada y se contaban de a miles los muertos.

El coronavirus en Italia se ha convertido en mucho más que en una emergencia sanitaria: es un experimento social-populista, un capítulo del libro de los sueños de una nueva ideología nacional. Inclusive la propia pandemia, como se apuraran a decir los enemigos de la sociedad abierta, mendigos o agentes de Moscú o de Pekín, demuestra que existe un interés general de la sociedad expresado en la voluntad general del gobierno, que no debe dejar dudas o ambigüedades respecto de la relevancia de otros valores e intereses que no sean aquellos asumidos por el mismo gobierno, pretendidamente en nombre del pueblo.

En síntesis: el Covid-19 demostraría que los principios del gobierno liberal-democrático son un lujo que no debemos permitirnos, o incluso un pequeño respiro en el marco de una infección física y políticamente mortal.

He aquí el modelo italiano: la cuarentena semipermanente; el “lockdown” alentado o restringido por un gobierno inflexible pero benévolo; el límite impuesto al precio de los barbijos pero también al sentido de la libertad de quien pide razones para una vida de encierro, llena de privaciones sin sentido; la total, olímpica y exhibicionista indiferencia al principio de sostenibilidad económica y civil; el desprecio mostrado hacia “caprichos” tales como las libertades personales, las reglas institucionales y el Estado de derecho.

El gobierno de Conte está perdiendo la batalla del coronavirus y perderá todavía más duramente la fase 2, cuyo fracaso se volverá, como en la fase 1, sobre los ciudadanos “desobedientes”. Pero está sí venciendo la batalla ideológica contra ese mundo político-cultural lineral-democrático, europeísta y occidentalista que la coalición amarillorojiza considera, como la anterior amarilloverdosa, el verdadero enemigo de la fortuna y de la libertad italianas.

Será un enésimo triunfo del presente sobre los escombros futuros, un clásico de la historia nacional.

Publicado en Linkiesta el 28 de abril de 2020.

Link https://www.linkiesta.it/2020/04/italia-coronavirus-economia-fase-2-quando-ripartire-conte/

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