En este 24 de marzo en el que la mayoría absoluta de los argentinos estamos en nuestras casas cuidándonos entre todos y procurando frenar el coronavirus, mientras otros compatriotas a los que le debemos agradecimiento y reconocimiento social están en sus puestos de trabajo, me surge una primera reflexión.
Este 24 de marzo con una buena conducción de un presidente -en lo que frente a la pandemia se refiere- una oposición patriótica y responsable que lo apoya, somos la inmensa mayoría de los argentinos los que estamos enfrentando el problema.
El 24 de marzo de 1976 un gobierno elegido por el pueblo, aislado en su sectarismo desbordado por las dificultades y enfrentamientos que venían conmocionando a la Argentina fue depuesto mediante un golpe militar por la conducción de las Fuerzas Armadas en representación de sí mismas y de una élite social y política que venía de décadas de saltear la democracia y procurar gobernar sin pasar por el trámite de la elección popular instalando lo que sería la dictadura más sangrienta de nuestra historia.
Tomando por inteligencia la habilidad para administrar o procesar grandes cantidades de datos, elementos e información, propongo que hagamos un análisis lo más inteligente posible de la idea de Memoria, Verdad y Justicia.
Para esto tenemos que saltar la trampa de limitar la conmemoración a la condena del golpe y el recuerdo de los desparecidos. Empiezo por esto porque es la agenda que propone el presidente Fernández en el video que difundió sosteniendo: “Este 24 de marzo movilizados con la memoria recordamos a los 30.000 que desaparecieron y seguimos desde casa recordando exactamente lo mismo: Memoria, Verdad y Justicia’’. Digo trampa porque obtura la inteligencia, la capacidad de entender, limitar al recuerdo de los desaparecidos nos puede llevar a no reflexionar acerca de lo que pasó antes y después del 24 de marzo de 1976.
Pareciera que incomodos con que el eje de rememoración del terror y celebración de la recuperación de la democracia sea el 10 de diciembre de 1983 jornada con la que debieran sentirse identificados, encuentran su salida en la movilización desde una perspectiva que como toda media verdad se convierte en una gran mentira, reduciendo el drama mayor de los argentinos al exclusivo recuerdo de los desaparecidos.
Para no dar lugar ni a un segundo de equívoco comienzo por condenar y repudiar la salvaje estrategia criminal de la dictadura y cada uno de los actos de terrorismo de Estado y la violación sistemática de los derechos humanos.
La memoria implica la administración de recuerdos y experiencias que muchos de nuestros compatriotas por ser jóvenes no tienen, con el agravante de que han sido sometidos a una lectura limitada fuertemente sostenida durante años desde el poder.
No obstante, la sociedad administra y elabora la información. Este 24 de marzo a las 7:35 AM en la tendencias de Twitter de Argentina había 26.8 mil twits #NuncaMas y 10.9 mil tweets #24DeMarzo 10.9 mil encabezados por una cuenta con relativamente pocos seguidores con un twit que decía: “Un #24DeMarzo como hoy, hace 16 años, Néstor Kirchner ordenaba bajar los cuadros de los genocidas Videla y Bignone de las paredes del Colegio Militar. #NuncaMás #MemoriaVerdadYJusticia #Son30Mil #Son30000 #PañuelosConMemoria’’, sintetizando perfectamente la mirada parcial e incompleta que viene procurando imponer el kirchnerismo.
Una suerte de negacionismo al revés que parte de que en la Argentina el Estado no había hecho nada en materia de derechos humanos. El presidente Kirchner en la Escuela de Mecánica de la Armada faltó desde la primera magistratura al ejercicio de la Verdad, la Memoria y la Justicia al pedir perdón por lo que no se había hecho confundiendo su falta de lucha contra la dictadura y defensa de los derechos humanos en los años duros con lo que otros miles y el propio estado habíamos hecho antes y después de 1983.
Cinco días hábiles posteriores a su asunción como tal el presidente Alfonsín instruyó la persecución penal de los Jefes de las tres Fuerzas Armadas que habían usurpado el poder y de las organizaciones terroristas por los actos que estas habían cometido luego de las elecciones en el marco de la vigencia de la democracia.
Se conformó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de las Personas CONADEP convocando a prestigiosas personalidades de distintos ámbitos políticos y sociales, los que con la ausencia del partido justicialista que se negó a participar, convocó a las victimas a expresar la Verdad de lo sucedido y facilitar la acumulación de pruebas que luego contribuyeran a que hubiera Justicia y esta se manifestara en la ejemplar condena en el reconocido internacionalmente Juicio a las Juntas.
La épica de la bajada del cuadro por un presidente que ni siquiera fue capaz de condenar el indulto que el presidente que él había votado ni le pareció suficiente causa para renunciar a ese partido que perdonaba a los asesinos a cuyo repudio hoy se nos invita a recordar.
Claro que lo recordamos, lo recordamos todo porque creemos en la Verdad, la Memoria y la Justica.
Como recordamos todo, traemos a la memoria o al conocimiento de aquellos solo informados por la voz del relato oficial, que según el informe de la CONADEP entre el 25 de mayo de 1973 fecha en que asume Héctor Cámpora y el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, hubo más de 1.100 casos de desapariciones forzadas de personas y ejecuciones sumarias. Las desapariciones forzadas previas al golpe de 1976 fueron unas 600 y las ejecuciones sumarias, unas 500.
A esto hay que agregar estimaciones de organismos de derechos humanos de 3.000 apresados por causas políticas antes del golpe militar.
En octubre de 1975 , el gobierno de la viuda de Perón emitió los tres decretos por los cuales se disponía la “aniquilación del accionar de los elementos subversivos”. En febrero se había dictado otro decreto, el 261, que ordenaba a las Fuerzas Armadas aniquilar el accionar de elementos subversivos que actuaban en Tucumán.
Resulta difícil encontrar en la palabra aniquilar algún rastro del camino de la justicia, hagamos memoria en serio, busquemos la verdad. Nos convocan a reflexionar y reflexionamos.
Forma parte de lo que propongo, evaluar las consecuencias que tiene la presencia en un mismo movimiento político extremos tan antagónicos como eran la Organización Montoneros por un lado, la Triple A auspiciada y armada en el ámbito del ministerio de Bienestar Social y Salud manejada por José López Rega, hombre de la íntima confianza del general Perón por el otro.
Forma parte de lo que no debe volver a suceder la justificación de lo injustificable por la defensa del espacio común, la lógica de connivencia entre los extremos expresada en la falta de investigación de la masacre de Ezeiza cubriéndose mutuamente las responsabilidades en la violencia de los sectores de izquierda y derecha del peronismo y el indulto de Menem a Videla y las Juntas Militares conjuntamente con Firmenich.
Forma parte de la Verdad, Memoria y Justicia la crítica y la condena política al accionar de las organizaciones terroristas que también asesinaron, secuestraron y torturaron, así como las consecuencias de sus acciones sobre sus propios miembros como el pase a la clandestinidad de la organización Montoneros que dejó a miles de militantes de superficie no vinculados a las acciones violentas expuestos a la represión primero del gobierno peronista y luego de la dictadura. También lo que a mi juicio fue la más irresponsable acción de esa organización en cuanto a su propia militancia, la denominada contraofensiva donde cientos de jóvenes, muy jóvenes fueron mandados a una muerte segura en una lucha desigual en la que no tenían posibilidades. Basta recorrer los muros del Parque de la Memoria en la Costanera Norte, detenerse a observar la fecha de la desaparición o muerte y la edad de quien con sus nombres llenan esos muros para advertir lo salvaje de la acción de la dictadura y lo miserable de la conducción política que los convocó.
Agregamos al ejercicio de memoria la evaluación de la incapacidad del partido en el gobierno de encontrar una salida institucional que permitiera el Juicio Político a Isabel Perón, la eventualidad de su renuncia, la asunción del Presidente provisional del Senado, y un acuerdo político con la oposición sobre el que se trabajó pero no pudo llevarse a cabo. Hubiera sido salir de la crisis como lo estamos haciendo ahora trabajando juntos para enfrentar la pandemia.
Aquel 24 de marzo de 1976 fracasamos porque la política no estuvo a la altura de la hora, lo más auspicioso de este es que nos encuentra trabajando juntos, haciendo que la política y la sociedad toda estemos a la altura de la hora, cuando más se necesita de eso.