domingo 22 de diciembre de 2024
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Ernesto Sanz: “Lo que hizo Patricia Bullrich fue un grave error”

Por Martín Bravo para Clarín

-¿Se rompió, se dobló, implosionó Juntos por el Cambio? ¿Cómo define lo que pasó esta semana?

-Una derrota es un hecho que genera un impacto profundo en cualquier circunstancia y mucho más en una coalición que nunca pudo superar el status de ser una coalición más electoral que cualquier otro de los tres ingredientes: el de gobierno, parlamentario y político. Cuando conformás una coalición que tiene ese ingrediente que supera a los otros tres, una derrota causa un impacto mucho mayor. Cambiemos nació como una coalición electoral y tuvo como desafíos ir ocupando los otros casilleros. Alguno lo hizo, como el parlamentario, otros no pudo. Es una coalición con esa debilidad. Aun así yo creo que hay todavía un espacio para definir un rumbo común. Ha sido muy relevante la definición tanto de los gobernadores como del bloque de senadores de querer seguir juntos.

-Usted había advertido que ante decisiones diferentes sobre el balotaje no habría razones para transitar un camino común. ¿Cómo queda la coalición?

-El PRO no se ha pronunciado orgánicamente. Se ha pronunciado su presidenta y alguno más, pero no orgánicamente, por lo tanto yo no podría afirmar si la coalición va a seguir existiendo. Sí está en el ánimo de los otros actores de que siga funcionando como una coalición. Más allá de los aspectos formales, si los partidos que componen la coalición deciden seguir transitando juntos, hay que tener en cuenta un par de cuestiones. La primera es que deben tomar la posta del liderazgo tanto en los partidos como en la coalición nuevos referentes. Estos referentes tienen que venir frescos, sin resentimientos personales y con una visión moderna y progresista. Y debe haber una conjunción entre quienes tienen responsabilidades de gobierno y quienes no la tienen. Es muy peligroso que el futuro de una coalición quede sometido a los avatares de una relación entre el gobierno nacional y los provinciales.

-Massa habla de un gobierno de unidad, en caso de que gane el balotaje, y apunta a la UCR. ¿Podría incorporar a algunos radicales al Gabinete e intentar algo similar a la transversalidad de Néstor Kirchner en 2007?

-Las experiencias de cooptaciones individuales o sectoriales han sido muy malas en la Argentina. Al cabo de un tiempo el que coopta acumula más poder y los cooptados regresan a casa con la frente marchita. Entonces lo que hay que buscar, si es que hubiera vocación, son acuerdos institucionales transparentes y con permanencia en el tiempo. La neutralidad frente al balotaje, que me parece todo un acierto, es lo que también permite sostener después del 10 de diciembre una autonomía e independencia como oposición. La neutralidad del presente es obligatoriamente la posibilidad de hacer acuerdos programáticos y de gobernabilidad con el que sea en función de si la propuesta de quien gobierne es acorde a lo que nosotros pensamos deben ser las transformaciones profundas del país. Y si eso no ocurriera, porque quien gobierna no propone esas cuestiones, también conservás suficiente autonomía y volumen como para ser una oposición inflexible.

-¿Lo que quede de la coalición debería llamarse de otra manera?

-Está claro que, además de un nuevo rumbo y nuevos lazos, ya las palabras que la identificaban no tienen peso. Hay que ser muy humildes para reconocer que si queremos transitar un mismo camino en el futuro ni la palabra juntos ni la palabra cambio podrán representar un nuevo tiempo.

-Usted respaldó a Bullrich en las PASO. ¿Habló con ella sobre la decisión de apoyar a Milei?

-Sí, hablé el día anterior. No me dio precisiones, pero me di cuenta de que iba a tomar esa decisión porque intentó explicarme el fundamento, que es salir al cruce de una potencial hegemonía de Massa, si es que gana, peor a la que construyó Kirchner en 2003. Inclusive dice que estamos en un proceso similar, con un protagonista peor. No estoy en absoluto de acuerdo con eso. El 2023 no tiene nada que ver con el 2003. Kirchner asumió con una economía que ya había pagado el costo de la explosión y de la tarea sucia de Remes Lenicov con Duhalde. Y asumió sin oposición en el camino. Le hacés un flaco favor a esa misma idea si con tu actitud fragmentás a la oposición. Estás tirando tierra a su propio argumento, favoreciendo cualquier hegemonía, la de Massa o Milei. Intenté darle mi visión de que era un error. Tengo la tranquilidad de conciencia de que le expresé afectuosamente que era un grave error.

-En estos días hubo una suerte de debate sobre quién es más peligroso para la Argentina, si Massa o Milei. ¿Cuál es su mirada?

-No me gustaría entrar en ese debate. La peligrosidad futura no tiene que ver con las personas. El peligro está en la debilidad del sistema de equilibrio y contrapesos que puedas construir a partir del 10 de diciembre. Seguir debatiendo sobre la personalidad y los humores de los protagonistas es persistir en el error. Hay que discutir sobre ideas y sistemas.

-Desde la UCR señalaron a Macri como el responsable de la derrota, ¿coincide?

-Voy a ejercitar una máxima que le escuché a grandes líderes de la política. No hay que hacer ejercicios de autocrítica y búsqueda de responsabilidades hasta 60 ó 90 días después de una derrota. Mientras tanto hay que dedicarse a reconstruir lo que te quedó.

-¿Cómo está su relación con Macri?

-No lo veo personalmente desde aquella reunión en marzo con Pichetto. He tenido un par de diálogos telefónicos, antes de la elección, sobre la marcha del proceso electoral. Sí he tenido mucho más diálogo con Bullrich.

-En el pronunciamiento de la UCR las críticas más fuertes fueron a Milei. ¿Hay un apoyo implícito a Massa?

-De ninguna manera. No hay que ver la decisión del radicalismo en las caras y voces de nadie en particular sino leer el documento que suscribió el Comité Nacional. No puede leerse como una competencia de adjetivos. Lo central es la posición neutral frente a dos propuestas que no nos contienen.

-Morales y Lousteau dijeron que la UCR asumirá un rol de oposición, con el apoyo a las propuestas que considere positivas, e incluso hablaron de un acuerdo nacional para aprobar proyectos de consenso en el Congreso. ¿Se diluye el escenario de confrontación y grieta de estos años?

-Estoy de acuerdo en que la nueva etapa que se inicia el 10 de diciembre tiene que ser una etapa en la que todos los actores recuperemos el valor de los acuerdos políticos. No se puede seguir transitando en democracia sin acuerdos politicos. Está claro que en los últimos 20 años la imposibilidad de acuerdos nos ha llevado a este presente. No hay que traer más a Felipe González para que año tras año nos tire por la cabeza los Pactos de la Moncloa. Hay que sentarse humildemente y suscribir aunque sea los mínimos acuerdos básicos indispensables para salir de la decadencia. En eso tiene una responsabilidad mayor quien resulte electo gobierno, pero una responsabilidad casi igual de quienes están en la oposición.

-¿Cree que los gobernadores se van a mantener unidos? Jorge Macri y Claudio Poggi no fueron a la reunión en la Casa de Corrientes.

-Estoy convencido de que va a primar entre todos ellos dos clases de instintos, que en política son muy fuertes. Uno es el instinto de supervivencia de sus gobiernos. No es lo mismo estar solo que estar acompañado. Son diez gobernadores, es una liga muy importante. Por otro lado hay una vocación de que sus provincias ayuden a resolver los problemas de lo nacional. Ninguna es viable en términos de gestión si la Argentina no resuelve los problemas macro: macroeconómicos, macrosociales, macropolíticos y macroculturales. La Argentina no se agota en el balotaje. Hay que pensar en lo que viene después. Pensar el 10 de diciembre para adelante es muy atractivo desde cualquier oficialismo, porque la cercanía con el poder seduce. Pero lo que no se mensura es que en este presente la posibilidad de acceder al poder no tiene nada de estimulante como sería distribuir riqueza, hacer obra pública o participar de un escenario inmediato de desarrollo. Quien asuma el poder tiene un solo camino que es salir del caos con sensatez y responsabilidad, porque si no el caos lo terminará deglutiendo. En el caso de Massa, el conurbano te puede ayudar a ganar pero también te puede hundir al poco tiempo. En el caso de Milei, el ansia de cambio te puede ayudar a ganar pero te puede hundir si al poco tiempo no diste respuestas concretas. La mayoría del balotaje es una mayoría volátil, prestada, que tenés que honrar muy rápidamente. Por eso el valor de una oposición muy vertebrada y sólida.

-A los cuestionamientos al apoyo a Milei, los que dicen que el candidato liberal es el límite, ¿le encuentra puntos en común con el rechazo al acuerdo que usted promovió con el PRO en 2015?

-No, los escenarios son absolutamente diferentes. En 2015 la decisión del radicalismo no tenía que ver con personas, no era ir con Macri o con Massa. La decision era formar parte de una coalición de gobierno o quedarse en ser un partido testimonial. Hoy es muy distinto. La discusión es sobre el rol después de un resultado electoral como el del domingo. Lo que resolvió el radicalismo en este caso es racional y no tiene fisuras.

-Aquella vez no hubo coalición de gobierno y Macri nunca ocultó su mirada crítica y peyorativa del radicalismo, incluso en parte le atribuyó los problemas de su gestión. ¿Cuál es su mirada?

-Está claro que Macri siempre tuvo una gran dificultad para interpretar lo que implica el radicalismo en la Argentina. Y de esa dificultad no va a salir nunca. Creo que eso fue lo que motivó que su gobierno no fuera de coalición, más allá del apoyo parlamentario. De alguna manera condiciona cada una de las decisiones políticas de su vida, incluidas las del presente. Por suerte el radicalismo, que está por cumplir 140 años, es mucho más importante en la Argentina que los radicales que estamos adentro y los políticos que nos miran desde afuera.

-El radicalismo se propuso varias veces dejar de ser furgón de cola del PRO y no lo consiguió. No tuvo candidato a presidente este año. ¿Por qué?

-El problema es que a la hora de las definiciones no basta sólo el volumen territorial ni la historia sino que tenés que poner en la cancha un liderazgo que contenga hacia adentro y que sea competitivo hacia afuera. Yo tengo mucha fe de que en los próximos turnos electorales eso va a aparecer.

-¿Quién va a ser el próximo presidente de la UCR?

-No tengo idea. Tiene que ver con lo que creo debe ser la irrupción de un aire fresco, moderno y progresista. Hay muchos referentes para ocupar ese lugar.

-En cuanto a esa visión moderna y progresista, ¿se perfilan dos coaliciones más allá del peronismo, una liberal de derecha o centroderecha, y otra de centro en la que queda el radicalismo?

-El concepto de moderno y progresista es el concepto de un espacio con el rol del Estado presente que recupere lo mejor del liberalismo político y la socialdemocracia. Creo que antes de definir derechas e izquierdas en la Argentina hay que recomponer las bases mínimas del funcionamiento democrático. Recomponer los tres poderes del Estado, la idea de un Estado presente y no puramente teórico y un sistema de valores que no son de izquierda ni de derecha, como el respeto a la ley, al otro y a las instituciones.

-¿A quién va a votar el 19 de noviembre?

-Con toda sinceridad, no lo tengo decidido.

Publicado en Clarín el 29 de octubre de 2023.

Link https://www.clarin.com/politica/ernesto-sanz-hizo-patricia-bullrich-grave-error_0_CqEwbW0oJx.html

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