Estamos viviendo un gran salto en los casos y muertes por Covid-19 en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), más en el conurbano que en la Ciudad de Buenos Aires (CABA). ¿Por qué ocurre esto? En primer lugar, por la maduración de la epidemia, ya que la cuarentena, aún con un cumplimiento adecuado, solo dilata esta maduración. En segundo lugar, el cumplimiento del aislamiento luego del primer mes fue parcial. Esto fue así en todo el AMBA pero mucho más en los partidos más pobres y poblados del conurbano donde la movilidad, un indicador de la actividad y la circulación de personas, solo se redujo 30-40% en promedio. En algunos de ellos como José C. Paz, La Matanza, Moreno o Merlo, la movilidad hacia fines de junio no difería mucho de los niveles previos a la cuarentena. En tercer lugar, se debe a la búsqueda activa de casos y contactos en el marco del Plan Detectar. Los países que implementaron cuarentenas estrictas lograron reducir los casos en 2-3 semanas. Sin embargo, esto no ocurrió en nuestro país porque casi el 50% de la población vive de la economía informal, mucho más en los segmentos más pobres, y porque mucha gente es cuentapropista y tiene que mantener su comercio o su pyme, o son profesionales independientes que no tienen salario fijo. Además, el incumplimiento reconoce causas psicosociales y emocionales muy profundas que marcan a fuego el hartazgo social.
Es cierto que hoy tenemos menos muertes por Covid-19 por habitante que otros países, pero realmente no sabemos cuántas tendremos cuando todo termine. Estamos subiendo la cuesta y aunque la pendiente sea suave, el saldo de muertes al final del día puede lamentablemente ser alto y no diferenciarnos tanto de los países que no han hecho las cosas mal pero que hoy tienen más muertes por millón que nosotros. Además, hay que considerar el exceso de muertes totales, en comparación a otros años, tanto por Covid-19 como por enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes u otras como consecuencia de la desatención de estos problemas por el temor de la gente a ir a la consulta y por las barreras al acceso de las patologías no-Covid en el contexto de la pandemia.
¿Cuál es entonces la situación actual? Tenemos aumento de los contagios, una cuarentena que no fue muy efectiva y una caída brutal del consumo y la producción que agrava la situación de millones de familias en el país. En este debate a todas luces inútil entre salud vs. economía, estamos viviendo lo peor de ambos mundos.
¿Qué nos espera para los próximos días o semanas? En la medida que en el AMBA la positividad de los hisopados siga en 40-45%, que habla de una circulación viral muy alta, es improbable que estemos en el pico de casos y de muertes. Para que bajen los contagios, debiera verse una reducción de los test positivos. Pero, aunque no sepamos cuándo ocurrirá el pico, la pendiente de ascenso de la curva es modesta y esto se ve por el R0, que en CABA es apenas mayor que 1. También es modesto el aumento de ocupación de camas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en el AMBA, que por ahora ocurre a un ritmo lento y previsible.
Dado que la “troika” formada por el Presidente, el jefe de gobierno de CABA y el gobernador de la provincia de Buenos Aires ha decidido ensayar una flexibilización, aunque con algunas diferencias entre ambos distritos, estamos en un punto de inflexión desde lo epidemiológico, lo social y lo político. En lo epidemiológico por el aumento de la curva de contagios, en lo social por el sufrimiento de la gente y en lo político por la pérdida del capital que el Gobierno tenía al comienzo de la epidemia. Aún tenemos algunas semanas más para ensayar una salida estratégica, flexible e inteligente de una cuarentena que no tuvo los resultados deseados. Si reforzamos la detección temprana de casos y contactos, las medidas de higiene personal, el uso del tapabocas, el distanciamiento físico y evitamos encuentros de más de 10 personas, hay fuerte evidencia de que se puede bajar el R0 a menos de 1 y torcerle el brazo a la epidemia. De esta manera, protegiendo a la población más vulnerable, se pueden abrir nuevas actividades comerciales y productivas y sobre todo recuperar las libertades y el normal funcionamiento de los poderes del Estado que resignamos en este tiempo.
Transitemos esta crisis apelando a la responsabilidad individual y colectiva, empoderando al ciudadano y sabiendo también que esto va a ser largo y tal vez haya que retroceder, pero si entre todos comprendemos que es lo que hay que hacer para que este esfuerzo sea viable y sostenible, habrá valido la pena.
Publicado en La Nación el 17 de julio de 2020.
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