domingo 22 de diciembre de 2024
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Energía social

La energía social es una capacidad individual y comunitaria que tiene un valor solidario y que nos permite a todos, gracias a su desarrollo, ayudar a transformar nuestra sociedad para convertirla en un lugar más justo para todos. Se basa en identidades éticas sustantivas y en una participación más activa que es necesaria para el funcionamiento de una sociedad sana. Como dice Dennis Mc Cann “el bien común es la búsqueda del bien en común”. 

Si miramos a nuestro alrededor encontramos hoy muchísimas expresiones de esas energías que buscan el bien común : personas que trabajan para la promoción de su espacio y comunidad; así como los que se expresan y actúan para la defensa de los derechos básicos exigiendo el cumplimiento de las leyes ;quienes defienden la educación y apoyan la vida escolar; quienes contienen a los agredidos y marginados; quienes cuidan a los mas débiles- niños y ancianos-; quienes trabajan en sus barrios por la seguridad; quienes se movilizan para limitar el poder omnímodo del Estado y sus empleados, para que la burocracia deje de ser un fin en si mismo. 

La promoción y protección de la energía social tiene una dimensión “operativa”, pero también ética y política. Para las autocracias, todo debe tener un fin político partidario; como lo vivimos en los últimos años con el kirchnerismo para el que el único “bien común” posible es el que está dominado por la ideología y el que sirve a objetivos políticos; y donde el desarrollo autónomo de los ciudadanos es inaceptable. Silenciar a la sociedad es siempre un objetivo central de las autocracias. 

Y el resultado es que la politización de las instituciones, ha quitado capacidad transformadora a la energía social, que es esencial recuperar. Si aceptamos que los ciudadanos organizados son vitales para sostener agendas de transformación, se requiere decisión política expresada en acciones que induzcan la presencia activa de la sociedad exigiendo sus derechos. 

No se trata solo de pedir ayuda o ponderarla. También hay instituciones que hacer y reforzar; con el compromiso del Estado de escuchar y actuar. ¿Qué más puede hacer el Estado para potenciar la energía social ? Ante todo, aceptar y asumir su valor trasformador en las múltiples dimensiones que venimos mencionando. Cuando pasa a formar parte activa de una concepción política, es entonces posible desarrollar múltiples campos de acción. 

Se trata entonces de incorporar el concepto y sus implicancias en las agendas públicas; buscando los caminos mas eficientes. El Estado puede también capacitar a las personas y a sus espacios para que la voluntad y el compromiso se conviertan en resultados. Hay muy buenas experiencias para reavivar, de un modo tal que refuerce la iniciativa y participación de los ciudadanos , como individuos y como miembros de sus comunidades. Cuanto más se potencie a las personas como ciudadanos activos, más seguros podemos estar que el populismo no repetirá la experiencia perversa de aprovecharse de ,y politizar las instituciones. 

Pero además de la cuestión ética, hay un problema “operativo”: el deterioro social es tan brutal, que reducirlo es una carrera contra el tiempo. A los programas del Estado, de diverso nivel de complejidad, hay que agregarles elementos que los potencien; les agreguen valores y profundicen los cambios estructurales y los hagan irreversibles. Para ello, la participación es un activo enorme. 

Los municipios deben ser centrales en este esfuerzo. La cercanía mejora la interacción Estado- ciudadanos en todas las dimensiones relevantes. Tenemos entonces un gran desafío por delante ; como decíamos al principio: buscar y lograr el bien en común.

Publicado en Clarín el 18 de agosto de 2024. 

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