Emmanuel Macron, contra los separatismos. Si usted lee sólo titulares pensará que el presidente de la República francesa ha hecho un discurso sobre el procés o sobre el independentismo corso. No van por ahí los tiros. Cuando Macron dice “separatismo” quiere decir integrismo islámico.
“Debemos liberar el islam en Francia de sus influencias extranjeras. Debemos atacar el separatismo islámico porque en ese islamismo radical hay una voluntad de contravenir las leyes de la República y de crear un orden paralelo, otra organización de la sociedad”, ha dicho este viernes Macron durante el anuncio del proyecto de ley sobre separatismo islámico, que será presentado el próximo 9 de diciembre en la Asamblea y cuyas distintas implicaciones ha comenzado hoy a desvelar.
El presidente francés ha extirpado la connotación geográfica del término “separatismo” para englobar el combate contra los que discuten la preminencia del Estado, oponiendo a la legalidad de República, normas espúreas. Religiosas en general, islámicas en concreto. Es otra forma de decir “comunitarismo”, palabra a la que sustituye en la jerga política francesa. Demasiado neutra, no inequívocamente negativa. Demodée.
Aunque hoy ha anunciado una serie de medidas que figurarán en la ley -cuyo objetivo es “reforzar el laicismo y el respeto a los principios republicanos”-, como la obligación de neutralidad para los empleados de empresas públicas, el obligar a todas las asociaciones que soliciten subvenciones a que firmen antes una ‘carta’ de laicidad o la supervisión reforzada de las escuelas religiosas privadas, habrá que ver qué denominación concreta tiene la nueva legislación. Porque en esto hila muy fino el poder legislativo, en aras a evitar ser tachado de discriminador. Porque en Francia no se puede legislar ad hoc sobre una religión. Así que la que todo el mundo llama ley sobre el burka se denomina oficialmente “ley contra el disimulo del rostro en el espacio público”.
Un término utilizado desde octubre de 2019
Macron introdujo el término ‘separatismo’ en octubre de 2019 a raíz del atentado en la Prefectura de París cuando un informático empleado del ministerio de Interior, convertido al islam y radicalizado en silencio, acabó con la vida de cuatro funcionarios a cuchilladas. “En algunos lugares de la República se ha instalado un separatismo, es decir la voluntad de no vivir ya juntos, de no estar dentro de la República en nombre de una religión, el islam, desfigurándolo”, declaró entonces el presidente en la cadena RTL.
En febrero de este año, Macron se desplazó a un barrio difícil de Mulhouse, con mezquita polémica y concretó el enemigo, “el separatismo islámico”. Luego llegó el Covid 19 y mandó parar.
El presidente retomó su peregrinaje a la rentrée. Habrá nuevas etapas. Mientras, el texto será presentado a los líderes religiosos, pasará por el filtro del Consejo de Estado y llegará a la Asamblea Nacional. Debate, primer semestre de 2021. De hecho, Macron presentó esta semana las líneas generales del texto a los líderes de las diversas confesiones.
En su discurso de este viernes, al tiempo que insistió en lo necesario de alejarse de un “islam radical” del que ha dado ejemplos: “desescolarización de los niños”, el “desarrollo de las prácticas deportivas y culturales” comunitarias, “el adoctrinamiento y la negación de nuestros principios como la igualdad entre hombres y mujeres“, el presidente francés también anunció la creación de un Instituto científico de Islamología para comprender mejor esta religión y separarla de “debates ideológicos y exclusivamente políticos”.
Entre tanto, la palabra clave ha ganado una ‘s’. En un encuentro reservado con periodistas el jueves al que asistió este corresponsal, hubo que esperar más de una hora a que nuestros interlocutores concretaran ese plural. Y lo despacharon con una alusión a “ciertas religiones evangélicas que tienen vonlutad de sustraerse del funcionamiento de la República (…) y formas de expresión de la ultraderecha o la ultraizquierda”. Un párrafo en 17 folios de transcripción”.
Fuentes de Interior necesitaron más tiempo para explicar que la ley abordará “seguramente” y “penalizará” a los que “emiten certificados de virginidad”. Otrosí a los que excluyen de las herencias a las hijas. ¿Cuán extendidas están esas prácticas? ¿Es necesario un proyecto de ley para tratar de erradicarlas?
Los críticos ven en el proyecto la prueba de la derechización de Macron y prestan al presidente intenciones de segar la hierba electoral bajo los pies de la derecha y la extrema derecha. El entorno del presidente defiende la iniciativa. La considera instrumento necesario en la reconquista de esas zonas de la República “donde hay un verdadero ecosistema en lugar del servicio público y en lugar de los servicios republicanos”. Vamos, donde para obtener plaza en la guardería hay que hablar con el imán y donde la calle está en manos de la banda que controla el tráfico de drogas.
Fuentes de Interior precisaron sobre el plural: “Que no haya ambigüedad en el concepto ni en la acción que emprendemos. Hay formas de separatismo pero el punto de mira (…) es el islamismo”.
El nuevo titular de la cartera, Gérald Darmanin, lo dejó claro al poco de ser nombrado: “El país está enfermo de comunitarismo y ahora de un islam político que quiere derrocar los valores de la República“. Así que ya lo saben, cuando Macron parte en campaña a luchar contra los separatismos, en realidad va al combate contra el integrismo islámico.
Publicado en El Mundo el 2 de octubre de 2020.
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