viernes 22 de noviembre de 2024
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Emilio Ravignani

Se cumplieron 70 años de la muerte de Emilio Ravignani. Nació en Buenos Aires el 15 de enero de 1886 y murió el 8 de marzo de 1954 en su ciudad natal.

Hijo de inmigrantes italianos, tras egresar del Colegio Nacional de Buenos Aires cursó estudios universitarios en la Facultad de Derecho y en la de Filosofía y Letras de la UBA, ámbitos en los que luego se desempeñó como profesor e investigador. Junto a Ricardo Levene y otros historiadores formó parte de la denominada Nueva Escuela Histórica, abocada a aplicar marcos metodológicos rigurosos para la investigación.

Pablo Buchbinder, en un artículo titulado “Entre la historia, la política y las aulas: reflexiones sobre la trayectoria de Emilio Ravignani”, recuerda que “en diciembre de 1946… debió abandonar sus cargos como profesor universitario que ejercía desde los años veinte en las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). De esta manera terminó su larga trayectoria en las instituciones de enseñanza superior de la Argentina que había incluido no sólo el ejercicio de cargos de profesor en las áreas de Historia Constitucional Argentina y de Historia Americana –además había sido profesor en el Instituto Nacional del Profesorado- respectivamente sino también el desempeño de diversas responsabilidades en puestos y organismos de gobierno universitario. Por un tiempo breve continuaría sus tareas académicas y universitarias en el Uruguay”. No es ocioso recordar que Ravignani fue separado de sus cargos por razones políticas, tal como era usual en ese momento.

Principios republicanos

En el citado trabajo Buchbinder considera que “Ravignani articuló desde 1945, directa y estrechamente, un análisis del pasado histórico argentino con una lectura crítica de su presente. Este uso y articulación se explicaba posiblemente por el hecho de que sus juicios políticos no podían expresarse en forma pública y abierta desde entonces. Sus escritos sobre Rivadavia, del que lo había separado su papel en la tradición unitaria, buscaron ahora subrayar su defensa de los principios republicanos. El análisis de Artigas estuvo desde entonces cruzado por consideraciones similares. Ya no era el líder que se oponía a los intentos centralistas de Buenos Aires sino, fundamentalmente el que, frente al autoritarismo porteño, encarnaba tradiciones auténticamente democráticas”. Siguiendo con la reivindicación de Artigas es pertinente mencionar que el historiador uruguayense Pedro Félix Guridi resalta en su obra “El artiguismo y su legado”, citando a Alberto Demicheli, que fue precisamente Emilio Ravignani quien descubrió y publicó en 1937 el proyecto de Constitución nacional que llevaron consigo los diputados orientales para presentar a la Asamblea General Constituyente de 1813, junto con las célebres “Instrucciones”, que constituyen en su conjunto una magnífica síntesis de la doctrina artiguista, base ineludible del federalismo argentino y de su posterior concreción constitucional en 1853 de la mano de Urquiza.

Luchador valiente

En el campo político Ravignani tuvo una intensa participación en la Unión Cívica Radical, ocupando numerosos cargos y llegando a presidir su Convención Nacional. Fue electo diputado nacional en tres ocasiones, en 1936, 1946 y 1952. Su muerte truncó el último mandato.

Enrique Pereira lo evoca diciendo que “unió en su persona a un luchador callejero valiente con un intelectual de prestigio internacional, a un docente cabal, un creador de escuelas, y un parlamentario inteligente y combativo”; recuerda que “su conciencia democrática lo llevó a sumarse a la organización de las actividades solidarias con la II República Española”, y que “fue uno de los pilares del legendario “Bloque de los 44” presidido por Balbín, integrado, entre otros, por Raúl Uranga, Silvano Santander, Arturo Frondizi”, etc.

Educación laica, gratuita y obligatoria

Su conocimiento histórico le permitió participar en algunos debates en la Cámara de Diputados con inusual solvencia. Una de las intervenciones en las que puso de manifiesto su comprensión del pasado como faro para iluminar el presente fue la que tuvo lugar en marzo de 1947, al tratarse la ratificación del decreto Ley 18.411 de 1943 que reformó el artículo 8º de la Ley 1420 de educación pública, laica, gratuita y obligatoria e implantó la enseñanza religiosa en las escuelas. Este año se cumplirán 140 años de la promulgación de la ley 1420. Parece oportuno recordar las palabras finales de Ravignani, en alguna medida premonitorias, en aquellos acalorados debates de 1947:

“La Iglesia debe trabajar sin oprimir las conciencias, pues se lo prohíbe la Constitución, y, sobre todo, no debe convertirse en un instrumento político que pueda robustecer a los gobiernos fuertes. No debe repetir la experiencia de aquellos monarcas que eran católicos, pero perseguían a los religiosos, disolvían sus órdenes; y, por fin, no debe enturbiar el vino generoso del sentimiento católico, que se apoya en la fe, con el agua turbia de la acción política, que a menudo se vale de la simulación para ahogar las libertades humanas, esencia de la moral del Mártir del Gólgota”.

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