viernes 26 de julio de 2024
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Elon Musk, el neo oligarca

El surgimiento de oligarcas en el destino de las naciones no es nuevo en los EE.UU. Durante fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, los capitanes de la industria, como William Randolph Hearst y Jay Gould, utilizaron su enorme riqueza para dominar las facetas de la economía, incluidos los medios de comunicación.

Teniendo en cuenta la definición de oligarca: “líder empresarial muy rico con una gran influencia política”, en la actualidad, los EE.UU. se encuentran en una situación similar a la del surgimiento de esta primera ola, definida por una gran desigualdad en la distribución de la riqueza, la crisis de los partidos, la xenofobia y una nueva generación de empresarios poderosos – entre los que se destaca Elon Musk – quienes utilizan su gran riqueza para comprar medios e influencia política.

Para algunos, el influjo actual de Elon Musk en los asuntos globales es especialmente “descarado y expansivo”, al decir de Ronan Farrow autor de un artículo profundamente informado de la edición del New Yorker de esta semana: SpaceX, la empresa aeroespacial de Musk es actualmente el único medio por el cual la NASA transporta a la tripulación desde suelo estadounidense al espacio. El plan del gobierno para mudar la industria automotriz de combustión interna hacia los autos eléctricos tiene a Tesla como actor principal y el Pentágono confía en los servicios de Internet móvil Starlink para las comunicaciones de Ucrania en su lucha contra Rusia. “Estamos viviendo de su buena voluntad”, dijo un funcionario de la defensa sobre el papel de Musk en la guerra. “Eso apesta”.

Farrow quedó sorprendido de cuán omnipresente y consecuente es su influencia. “No sabía que Musk no solo está haciendo avanzar la tecnología, sino también dando forma al resultado de las guerras y los debates políticos”, afirmó. Y agregó que es fácil distraerse con la ráfaga de noticias extrañas y controversias en las que Musk se envuelve o provoca. “A pesar de todos los detalles llamativos sobre él, como el uso de ketamina y hablar con el Kremlin, al final Musk me dejó menos fascinado por el personaje, que por lo que su influencia nos muestra sobre los sistemas que lo rodean”, dijo. “Hay mucho que aprender aquí sobre las consecuencias del capitalismo extremo y la forma en que la disminución de la inversión estatal en importantes áreas de progreso ha empoderado a las entidades privadas para llenar nuevos espacios, con consecuencias tanto positivas como peligrosas”.

El hecho de que Musk comprara Twitter va más allá del deseo de controlar y dar forma al discurso público que en esa red se desarrolla, su principal interés es el acceso a una gran cantidad de datos personales de usuarios y consumidores de noticias.

Al igual que a principios del siglo XX, los oligarcas de hoy han comprado medios de comunicación como el Boston Globe, Las Vegas Review-Journal, The Atlantic y Los Ángeles Times, destacándose el caso de The Washington Post, comprado en 250 millones de dólares por Jeff Bezos, fundador y presidente ejecutivo de Amazon.

En esta nueva etapa de riqueza sin restricciones y de endeble regulación gubernamental ha permitido que un puñado de corporaciones dominen la cobertura de los medios de noticias en los EE.UU., haciendo que 6 empresas produzcan la mayoría de las noticias en ese país.

Al igual que los primeros oligarcas estadounidenses, los multimillonarios de hoy reconocen que controlando el libre flujo de información pueden moldear la participación democrática del electorado.

Con una fortuna estimada de 270 mil millones a partir de abril de 2022, Musk es el último y más rico en comprar una plataforma de medios. Al optar por comprar en las redes sociales en lugar de un medio de comunicación tradicional, está tomando el control de un importante sistema de entrega de noticias. Una encuesta de Pew de 2021 encontró que el 23 por ciento de los estadounidenses usan Twitter, y 7 de cada 10 de sus usuarios dicen mantenerse informados a través de esa plataforma.

Pero las amenazas potenciales planteadas por un multimillonario individual que controla Twitter son mucho más complejas y peligrosas que las de los propietarios de medios ricos anteriores, que principalmente solo podían influir en las noticias. Incluso antes de que Musk compitiera para comprar Twitter, Silicon Valley ya estaba controlado por multimillonarios que operaban un puñado de empresas conocidas como FAANG: Facebook (ahora Meta), Amazon, Apple, Netflix y Google (ahora Alphabet). Las ganancias de estas empresas se derivan de un nuevo orden económico que la socióloga y profesora de Harvard Shoshana Zuboff ha denominado “capitalismo de vigilancia”. Bajo este régimen, el usuario es el producto, es decir, las empresas recopilan y venden información sobre los usuarios a aquellos interesados en predecir, o en algunos casos manipular, el comportamiento humano, tal como muestra la película “El dilema de las redes sociales” de 2020.

En este nuevo orden económico, las empresas de tecnología vigilan constantemente a los usuarios dentro y fuera de sus plataformas con el fin de recopilar y analizar datos, que incluyen audio, video, palabras escritas, GPS o incluso ADN, para abrir una ventana a los pensamientos y procesos cognitivos de un usuario.

En este contexto, Musk no es simplemente una versión moderna de un oligarca del siglo XIX. Su poder va más allá de dar forma al discurso público con historias enmarcadas en términos estrechos y la eliminación de contenido selecto. No sólo puede hacer esto, sino que dispondrá de una gran cantidad de datos personales bajo su control, ensanchando aún más su base de poder.

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