lunes 20 de mayo de 2024
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Elecciones que pueden cambiar el equilibrio geopolítico

Las urnas serán las grandes protagonistas del año a nivel global. Algunas de las principales democracias –e incluso países de corte autocrático– estarán definiendo su futuro inmediato a lo largo de 2024 como resultado del voto popular. En efecto, buena parte de la población mundial estará eligiendo presidentes o legisladores en un porcentaje muy elevado del territorio del planeta durante los próximos doce meses. En la mayoría de los casos, se trata de procesos marcados por un enorme nivel de incertidumbre y, en algunos más puntuales, de escenarios que podrían tener una repercusión geopolítica determinante.

Estados Unidos cumple holgadamente con ambas premisas. Los problemas legales que acumula Donald Trump, a pesar de lo cual es cada vez más popular entre los republicanos, y la cada vez más evidente fragilidad psicofísica de Joe Biden –un artículo reciente publicado en Wealth calculó que estuvo más de un tercio de su mandato de vacaciones, la mayor parte del tiempo por problemas de salud o para evitar el estrés– ponen un enorme signo de interrogación sobre los dos principales candidatos.

La foto actual muestra una ventaja considerable para Trump tanto dentro de su partido como si finalmente fuera a enfrentar a Biden. Pero las primarias norteamericanas se caracterizan por las sorpresas. El propio Trump lo sabe: en 2016, a esta altura de los acontecimientos, estaba muy lejos de haber asegurado su candidatura. Su potencial segundo mandato tiñe de temores el debate público en el país: nada menos que el Financial Times, un tradicional diario del establishment, afirma que la democracia allí estaría en riesgo si Trump regresara al poder. Parecería una exageración, de no ser porque el propio Trump, a modo de provocación, afirmó que el primer día de su nueva presidencia sería un dictador. Si avanzan en estados claves las demandas que invocan la enmienda 14 (que alude a la prohibición de competir por la presidencia en caso de insurrección contra la Constitución, en relación con los bochornosos acontecimientos del 6 de enero de 2021), como ya ocurrió en Colorado y Maine, la suerte de Trump podría estar echada. En ese caso, en la fragmentada primaria republicana se destacaron Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur y embajadora ante la ONU, y Ron DeSantis, el gobernador de Florida, que conserva sus esperanzas a pesar de no haber estado a la altura de las expectativas que se habían generado sobre él.

Biden, por su parte, se apuntala en una gestión de la economía que parece haber logrado dominar la inflación y mantener el crecimiento con un desempleo que se encuentra en niveles históricamente muy bajos. A esto se suma que, más allá de haber enviado ayuda militar, no se involucró con tropas en conflictos “lejanos”, incluyendo Ucrania y Medio Oriente. Sin embargo, registra bajo niveles de popularidad incluso en grupos de votantes afines a los demócratas, como la comunidad afronorteamericana, los jóvenes y las mujeres. Más aún, muchos esperan que, al estilo de Lyndon B. Johnson en 1968, se sienta endeble para competir y dé eventualmente un paso al costado. Si eso ocurriera, el secretario de Estado, Antony Blinken, sobre quien se había especulado alguna vez acerca de la posibilidad de que tomara la posta, parece tener hoy en principio menos chances que los gobernadores Gavin Newson (California), J. B. Pritzker (Illinois) y, especialmente, Gretchen Whitmer (Michigan), una mujer muy respetada y de reconocido carácter. Y si bien el bipartidismo se mantiene invicto en Estados Unidos, aparece un gran número de terceras fuerzas y/o candidatos, entre ellos Jill Stein, del Partido Verde (que ya compitió en 2012 y 2016), el polémico Robert Kennedy Jr. (integrante de la famosa dinastía), el intelectual de izquierda Cornel West, el senador demócrata por West Virginia Joe Manchin y hasta otro octogenario, Joe Liberman, excompañero de fórmula de Al Gore en la famosa elección del año 2000.

En nuestra región, la lupa estará puesta en México, que elige presidente y renueva su Congreso a principios de junio. ¿Logrará el Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) garantizar su continuidad? El futuro del espacio político creado por el actual mandatario López Obrador está en las manos de Claudia Sheinbaum, muy exitosa como jefa de gobierno de la Ciudad de México. Del otro lado se encuentra Xóchitl Gálvez, dirigente de centroderecha (PAN, Partido de Acción Nacional, que ya gobernó entre 2000 y 2012 con Vicente Fox y Felipe Calderón), de origen indígena, ingeniera, carismática y de muy sólida formación. Sea cual fuere el resultado, México está a las puertas de un hecho inédito: tener su primera presidenta mujer. Un poco más al sur, en El Salvador, Nayib Bukele buscará revalidar sus credenciales los primeros días de febrero a pesar de que la Constitución se lo prohibía. Con un fallo de la Justicia a su favor y con una popularidad extraordinaria por su éxito en el combate contra el crimen organizado –con mecanismos tan efectivos como polémicos, e incluso cuestionados por organismos defensores de derechos humanos–, podría ser un botón de muestra de cómo funcionan los “regímenes híbridos” –también conocidos como “democraduras” o autocracias competitivas–. Uruguay, el país política y económicamente más estable de la región, que impide la reelección, buscará el reemplazante de Luis Lacalle Pou a fines de octubre. ¿La presidencia seguirá quedando en manos de alguna de las dos coaliciones dominantes, una hegemonizada por el Frente Amplio y la otra por el Partido Nacional, o también emergerá algún sorprendente candidato antisistema? Aunque aún no está puesta la fecha, en 2024 se develará otra incógnita: hasta qué punto Nicolás Maduro va a estirar la agonía de un modelo desacreditado y exhausto para seguir evitando elecciones libres y justas. En particular, cuando en frente tiene a la gran María Corina Machado, una candidata conocida por su integridad, fortaleza, independencia y honestidad. El futuro de Venezuela también podría tener a una mujer como principal protagonista.

Habrá también elecciones en tres de los cinco integrantes iniciales de los Brics que, a pesar de haber sufrido la baja de la Argentina, acaba de incorporar nada menos que a Arabia Saudita: India, Rusia y Sudáfrica. Casi con seguridad, se impondrán allí los respectivos incumbentes, incluso en la tierra de Mandela, donde su partido, el Congreso Nacional Africano, ha sufrido un notable desgaste en los últimos tiempos. Se destacan también las elecciones que se celebrarán en Taiwán, que tendrán lugar en pocos días (13 de enero) y en las cuales podría jugarse el destino de las relaciones siempre tirantes con China y el apoyo vital de Estados Unidos. De los dos candidatos con más chances de obtener el triunfo, uno, Hou Yu-ih, se muestra más cercano al gobierno de Xi Jinping, mientras que el otro, el oficialista y actual vicepresidente Lai Ching-te (favorito por las encuestas hasta el momento), aboga por la independencia plena del territorio.

Putin no tendrá al parecer dificultades para ratificar su control autocrático del sistema político ruso, pero será interesante comprobar el nivel de participación y la importancia que la ilegal invasión de Ucrania tiene en la campaña. Será muy observada en toda Europa, que en junio renovará el Parlamento de la UE y en especial en dos países muy sensibilizados por el histórico imperialismo ruso y que también concurrirán a las urnas: Finlandia (a fines de enero) y Lituania (en mayo).

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