domingo 1 de diciembre de 2024
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El Tratado de Paz con Chile y la política exterior argentina

A último momento el Gobierno argentino decidió cancelar la presencia en el Vaticano del Canciller en el Encuentro Conmemorativo por los 40 años del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile. Allí recibió el Papa Francisco a una amplia y plural representación de Chile encabezada por el Canciller Chileno.

Nuestra representación se limitó a la presencia de nuestro embajador ante la Santa Sede y su equipo de colaboradores. Nuestro Ministro de Relaciones Exteriores informó que su ausencia obedeció “a un desencuentro entre los presidentes Boric y Milei en ocasión de la Cumbre del G20”. Esta situación me convocó a una reflexión: ¿cuán grave fue el desencuentro personal que genera la ausencia a la celebración de uno de los actos mas importantes de la Historia argentina?. ¿No merecemos una explicación?. ¿No estamos reiterando la tradición de confundir las ideas de un gobierno y su titular legalmente elegido, con el Estado y los intereses permanentes de la Nación ?

Expreso mi preocupación con la voluntad de que no debilitemos el accionar del Gobierno y la Sociedad argentina cuando la tarea de recuperación y reconstrucción de nuestra sufrida Patria es la prioridad. Por ello además agrego algunas notas como testigo vivo del acuerdo y sus consecuencias.

El último y exitoso esfuerzo por preservar la histórica fraternidad, fue el “Tratado de Paz y Amistad”que superó el conflicto del Beagle. Nuestras dos naciones estaban bajo regímenes dictatoriales y fue fundamental la mediación del Papa Juan Pablo II. La decisión del Vaticano de involucrarse la comunicó el 22 de Diciembre de 1978, pocas horas antes del inicio de las acciones militares.

En esos días el mediador, cardenal António Samoré, dijo: “Veo una lucecita de esperanza al final del túnel”. La “lucecita” no se apagó pero las idas y vueltas nos mantuvieron en tensión e incertidumbre durante ese extenso período. Fue finalmente firmado en el Vaticano con la presencia de Juan Pablo II el 29 de noviembre de 1984 por los ministros de Relaciones Exteriores de Argentina y Chile, Dante Caputo y Jaime del Valle. El Gobierno argentino convocó a una consulta popular no vinculante para aprobar el texto acordado por los negociadores de ambos países con la facilitación del Vaticano.

No era sencillo para el presidente Raúl Alfonsín firmar un acuerdo con la dictadura chilena pero satisfacía razonablemente las aspiraciones de ambos países. Pavimentaba la posibilidad de un regreso pacífico a la democracia en el país hermano y construir un camino de convergencia e integración. Como miembro de la oposición y Vicepresidente en la Comisión de RREE de la Cámara de Diputados, respaldé convencido el voto por el Sí. Fue aprobado en la Cámara de Diputados de Argentina y posteriormente en el Senado

Cinco años después, con el regreso de Chile a la democracia con la presidencia de Patricio Aylwin, se generó un cambio estructural y progresivo en la relación bilateral y en sus positivas implicancias para la Paz y la Democracia en la Región. La nueva administración argentina de Carlos Menem mantuvo la misma dirección y convicción de su antecesor, en el sentido de superar las desconfianzas estratégicas centenarias entre Brasil y Argentina y las tensiones que las diferencias limítrofes entre los dos principales países andinos habían generado en diversos momentos desde el siglo XIX.

El 2 de Agosto de 1991 firmaron un Acuerdo en Buenos Aires sobre 23 de los 24 puntos en conflicto en la Frontera Andina. El 30 de Octubre del 2009 se firmó el “Tratado de Maipú de Integración entre la República de Chile y la República Argentina” suscritos por las presidentas Michele Bachelet y Cristina Fernández Kirchner. Aunque no todos los grandes objetivos se han podido cumplir plenamente, continua siendo una guía que, más allá de las necesarias renovaciones que los grandes cambios globales exigen, debe marcar el destino común.

Es prioritario profundizar el Rol Estratégico de Chile y Argentina en la construcción de un Cono Sur “Bioceánico”, que permita desarrollar nuestra presencia global como Región a través de la “Convergencia en la Diversidad”. En el 2016, Presidencia Mauricio Macri, la Argentina se convirtió en un observador permanente de la Alianza del Pacífico y fue clave para la incorporación el apoyo de la anfitriona, la presidenta Michelle Bachelet. Posteriormente en el Palacio San Martin en Buenos Aires, se ponía en marcha el “Foro Mercosur-Alianza del Pacifico”, con la presencia de los Cancilleres de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Perú, Paraguay y Uruguay.

Seria fatigoso e innecesario mencionar todos los acontecimientos, avances, demoras o diferencias que hemos vivido desde la mediación vaticana hasta nuestros días. Solo mencionar que cada vez que han ocurrido fueron resueltas o están en camino de resolverse.

Rápidamente, cuando eran temas de poca significación, por la intervención discreta de las respectivas cancillerías y las embajadas, o poniéndolas, en algún tema más complejo, en el marco de los mecanismos de diálogos previstos y acordados en los diversos acuerdos.

Este entramado institucional y social es fundamental para afrontar los desafíos. También la “paciencia” y capacidad diplomática de entender las razones del otro sin desatender los propios intereses. Siempre las buenas relaciones están desafiadas por distintas razones y tras las tensiones su superación renueva y fortalece la relación.

Los temas y circunstancias que hoy nos desafían a nivel nacional, regional y global, ya nos preocupaban y provocaban incertidumbres hace un lustro. Hoy se incrementaron. Inmensa y difícil agenda. Por eso necesitamos el diálogo y la voluntad política para superar con realismo, grandeza y valores compartidos estos grandes obstáculos.

Publicado en Clarín el 27 de noviembre de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/tratado-paz-chile-politica-exterior-argentina_0_zRQ8If69k7.html

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