viernes 2 de mayo de 2025
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El tiro por la culata

Donald Trump cumple sus primeros 100 días de gobierno en los que ha buscado, mediante una política del caos, recuperar la iniciativa perdida hace tiempo por la que fuera la potencia hegemónica luego de la implosión de la Unión Soviética.

En ese vórtice impulsado por la política de aranceles, el neocolonialismo defensivo y la búsqueda de un orden basado en acuerdos entre primus inter paris y no en reglas, el principal objetivo es detener el avance de China en su carrera por alcanzar el liderazgo mundial.

Los economistas hablan de crecimiento económico menguado en China, de recesión en los EE.UU. – cayó el 0,3% en el primer trimestre de este año – de la caída del dólar y del sistema SWIFT de arbitraje de pagos internacionales, de la incertidumbre y de la cobardía sistémica de “los mercados” ante los cimbronazos. Pero lo que está en juego es cómo van a desvincularse las economías más ligadas del mundo, la de los EE.UU. y China.

La política de aranceles tiene por objetivo que esa desvinculación se haga en términos de negociación impuestos por Trump. La idea es que el tarifazo obligara a los chinos a doblegarse, que actuara como llamado imperioso a la mesa de las negociaciones. Pero eso no ha pasado y constituye el primer fracaso de la jugada. Mismo fracaso recogido por Washington ante su intento de terminar con la guerra en Ucrania, defenestrando a Volodmir Zelenski y apañando a Vladimir Putin. En el primer caso, China está dispuesta a la ruptura, aunque duela, y en el segundo no han contado con la tozudez del humorista ucraniano, devenido presidente.

Xi Jinpin podría decirle hoy a Trump: “No tienes las cartas”. La carrera política del líder chino se ha basado en dos pilares: resistir la coerción extranjera y dominar las luchas de poder internas. Algo similar a lo hecho por Putin desde hace décadas en Rusia. Esos pilares se construyeron durante la Revolución Cultural, en las décadas de 1960 y 1970, cuando su familia cayó en desgracia y fue enviado a trabajar en la zona rural de Shaanxi. Allí incorporó a sus pilares el concepto de chi-ku, o «comer la amargura» y desde allí llama hoy a sus conciudadanos, especialmente a los jóvenes, a soportar las dificultades en pos del rejuvenecimiento nacional. Su invocación de la misión histórica del PCCh de superar los «cien años de humillación» de China no es una metáfora heroica. Es el andamiaje de su legitimidad.

Por eso, las políticas agresivas de Trump, aunque diseñadas para debilitar la posición de Pekín, paradójicamente han reforzado la narrativa de Xi. La amenaza externa encubre la continua reorientación económica del PCCh y justifica el afán del Estado por una mayor autosuficiencia. Algo similar ha ocurrido en Canadá donde el candidato liberal Mark Carney acaba de ganar cuando hace dos meses estaba 25% debajo de su rival conservador Pierre Poilievre. Carney se convirtió en el abanderado de la defensa de los ataques de Trump a su país y superó a quien paradójicamente era aliado de Trump, sepultando los problemas de costo de vida y vivienda por la que pasa ese país.

En China, el Partido Comunista ostenta el monopolio del poder político, y Xi mantiene es el ápice de esa estructura, concentrando una autoridad tal, que le permite chino tomar decisiones políticas de gran alcance sin oposición, y dar golpes de timón con gran rapidez.

No es extraño, entonces, que Trump esté embarcado en una deriva política interna que lo acerque más a la autocracia china que a la tradición democrática liberal de su país, atacando a jueces, periodistas y forzando todo tipo de desbordes legales en favor de quienes lo apoyan. Pareciera que el relato chino ha permeado la política estadounidense y que la política de cooperación de la Franja y de la Ruta ha dado más frutos que USAID y el FMI, al final del camino.

China ha sorteado la pandemia de Covid-19 con grandes sacrificios, confinamientos masivos y desarrollo de vacunas y elementos sanitarios, además soportó bien la primera ola de aranceles aplicadas por Trump en su primer mandato y continuada por Biden, junto a desabastecimiento de los EE.UU. de chips y tecnologías que incentivaron más el desarrollo planificado desde Pekín. Es decir, que está preparada para Chi-ku.

En la otra vereda, mientras el 90% de los camioneros estadounidenses votaron por Trump, hoy ven catastróficamente disminuido su trabajo porque los puertos comienzan a vaciarse de contenedores: no hay nada que transportar. Lejos de prometer el sacrificio que realmente le espera al ya postergado pueblo trabajador estadounidense, Trump habla de que todo será maravilloso en el país que él está forjando a golpe de decretos y mentiras descaradas, las más grande de las cuales es que todo esto se hace para que vuelvan a encenderse las fábricas que volaron hacia China para nunca volver.

Hoy, ante el mundo y, lamentablemente ante sus antiguos socios, los EE.UU. se muestran incapaces de brindar un ejemplo a seguir, en tanto que China con todos sus defectos se mantiene sólida y hasta tendiendo una mano a los heridos por Trump, como Japón.

A este paso no es extraño que MAGA se esté transformado en MaChiGA.

Publicado en Relato mata dato el 1 de mayo de 2025.

Link https://relatomatadato.com.ar/relatos/el-tiro-por-la-culata/

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