martes 19 de marzo de 2024
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El tiempo recuperado

Un milagro sucede entre nosotros. La serie (la película?) The Beatles: Get Back es una explosión que ocurre lenta y transita por los cinco sentidos de los espectadores. El milagro no es sólo de ahora, no es sólo la película: milagrosos fueron Los Beatles, milagrosa la constelación musical condensada en aquel momento y en aquel lugar que los Beatles (y muchos otros) aprovecharon y asimilaron para el big bang cultural del siglo XX. Milagrosa la decisión de filmar sus ensayos, milagroso también el recital en aquella fría terraza londinense. Milagrosos son los productos que surgen a partir de saltos tecnológicos que permiten darle brillo a viejas joyas o inventar joyas nuevas. Milagrosa la ambición de los viejos Beatles vivos y los familiares de los muertos que pretenden llevar más allá la fama, el prestigio, el aporte único e inigualable para hacer más bella la vida de las personas. Que codicien agrandar el destino de gloria, la reputación, la toma por asalto y la colonización eterna de las emociones del público. De cada público nuevo. Para que cada oleada generacional llegue preñada con un sello Beatle y en algún momento de su vida canten el estribillo de Hey Jude. 

Esto se monta también sobre la calidad superlativa de las imágenes y el sonido, que resulta un imán adicional a las ya súper pregnantes situaciones de ver en el proceso creativo al mejor grupo del siglo XX y el morbo doloroso de presenciar su descomposición.

La serie (la película?) tiene una estructura lineal y un suspenso extraordinario. Cuenta con un recurso narrativo noble: los espectadores sabemos más que los protagonistas. Sabemos que en unos meses se separan, sabemos que no habrá recital ni show por TV, sabemos que luego de esa filmación saldrán dos grandiosos discos, que a Lennon lo matan, que Harrison muere de cáncer, que Paul es uno de los ricos más ricos de Inglaterra, que cada uno tendrá una carrera solista superlativa, que la tragedia de la separación se podría haber evitado. Que la banda podría haber convivido junto con el desarrollo de cada uno por separado, tal y como lo sugiere Harrison en este documental. Sabemos del recital en el techo, conocemos de memoria las canciones que están inventando delante de nuestros oídos y nuestros ojos. Todo eso juega a favor de la tensión de la película. Porque queremos saber el paso a paso, el cómo llegamos a esos puntos. 

Y uno de los grandes logros es que aún con su extensión, aún con larguísimos momentos de relajación y de felicidad y de aburrimiento, aún con la tristeza de la descomposición, el recital en el techo del estudio de grabación funciona con autonomía, con tremenda potencia, como mucha tensión y nerviosismo, y con felicidad explosiva.

The Beatles: Get Back es la confluencia, también, de dos cineastas: Peter Jackson en primer lugar (director de la serie) y Michael Lindsay-Hogg. Tal y como se señala en  el proyecto original de 1969 “Get Back” produjo 60 horas de filmación, más de 150 horas de audio y miles de fotografías. Michael Lindsay-Hogg habría sido el director del especial para TV del recital que podrían haber dado Los Beatles si todo se hubiese ajustado al proyecto original de componer canciones, ensayarlas, tocar en vivo con público para la TV y sacar un disco de ese show. Finalmente el proyecto se frustró, no tocaron en vivo para la TV ni para un público numeroso como habían pensado, no sacaron el disco en vivo, se separaron un año después, pero a partir de ese proceso sí compusieron canciones, ensayaron, hicieron el recital en el techo del estudio de grabación y sacaron mucho material para dos discos, el más triste y el más genial: Let It Be y Abbey Road. También hicieron una película, Let It Be, dirigida por Lindsay-Hogg y conocida por casi todos. 

La presencia de Michael Lindsay-Hogg excede su calidad de director y responsable de las filmaciones y seguramente de las distintas puestas en escena en los distintos escenarios. En la película The Beatles: Get Back es un personaje central, excéntrico, creativo y molesto, el segundo más insistente después de Paul Mc.Cartney. Es incluso más relevante, en la película, que George Martin. Tiene ideas visuales ambiciosas y fuerza llevar al grupo mucho más allá de su cauce, con la idea de que el show en vivo se realice en el anfiteatro romano de Sabratha, en Libia. Los Beatles no estaban para eso, no querían salir de Inglaterra y tampoco se los notaba con ganas de avanzar en un proyecto mucho más ambicioso que tocar en vivo, componer y ensayar. Quizás la excepeción sea McCartney, otro obsesivo hasta la molestia. Linsay-Hogg va acomodando su propia ambición respecto al show y el programa de TV, hasta que se reduce al mínimo posible de un show en el techo y una película. 

Linsay-Hogg es uno de los personajes-torbellino de la película. Su exagerado aplomo funciona como una coraza para no amilanarse frente a las leyendas que tiene delante, se supone que los tiene que dirigir, llevar a concluir el proyecto, hacer valer las miles de libras y cada minuto que se va consumiendo con el metraje y los proyectos originarios que se van apagando poco a poco. Se mueve como un ser en su elemento, casi siempre con un habano en la boca, una argumentación insistente y repetitiva, dicha en voz alta o a susurros. Se le escapa una sola anécdota cinematográfica: cuando colaboró con Orson Welles en Campanadas a medianoche. Linsay-Hogg es, supuestamente, el hijo biológico de Orson Welles, y es también muy parecido físicamente. Ya había filmado a Los Beatles en los videos de Rain, Paperback Writer, Revolution y Hey Jude. También venía de filmar la película The Rolling Stones Rock and Roll Circus y varios videos de Los Rolling. Había sido uno de los directores del exitoso show televisivo Ready, Steady, Go! en donde tocaron en vivo las bandas más conocidas de Inglaterra.

Sabía filmar los grupos con una puesta en escena a modo de recital, experimentar la relación entre los músicos durante su trabajo y sobre todo la reacción de los músicos con el público bajo el imprevisto. En las filmaciones originales capta muy bien el ambiente, el entorno, las situaciones y los protagonistas: todas las conversaciones entre los músicos, los micrófonos ocultos aún fuera de los recintos de filmación, las cámaras ocultas, los zooms hacia los rostros y los gestos que muestran alegría, tristeza, enojo, aburrimiento o sueño. Su propio material se le va de las manos. En un momento afirma que se le está yendo el documental, que no tiene nada, y los propios Lennon y Mc. Cartney dicen, luego de hablar de las frustraciones y las peleas y el futuro final del grupo, que evidentemente con tantas peleas y discusiones ya tiene muy buen material para un documental. 

Aquellos años fueron muy fructíferos en el cruce entre el cine y el rock. Más allá de las películas que hacían los músicos como actores, los equipos más livianos de filmación y edición, las nuevas corrientes de documentalistas y la popularidad de la cultura rock permitían avanzar en proyectos gigantes y no tan caros (la idea original del recital en Libia, lo que sería después Woodstock, el recital de los Rolling en Altamont) y muy buenas películas: Let It Be (1970), Woodstock:3 días de paz y música (1970), Gimme Shelter (1970). 

En 1968 Jean-Luc Godard filmó One Plus One, cuyo eje central es la composición, el ensayo y el desarrollo de los arreglos en estudio de la canción Sympathy for the Devil, de Los Rolling Stones. En 1968 Elvis Presley había realizado realizado el especial de televisión Singer Presents…Elvis (conocido como ’68 Comeback Special) para relanzar su carrera y como paso anterior a sus conciertos de 1969. La emisión del programa de televisión fue el 3 de diciembre de 1968, y sin dudas influyó en la decisión de Los Beatles de llevar a cabo un proyecto muy parecido (la filmación se inicia el 2 de enero de 1969, un mes después del especial de Elvis). En 1970 saldría la película Elvis: That’s the way it is, que registra los conciertos del músico en Las Vegas durante ese año. 

El director de La serie (la película?) The Beatles: Get Back es Peter Jackson. Muy buen narrador, hábil para las grandes producciones y el trabajo con las leyendas, llegó a esta producción con la experiencia de mejora de imágenes y el extraordinario trabajo de edición y de clarificar una narrativa a partir de materiales extensos y complejos con el documental sobre la Primera Guerra Mundial Jamás llegarán a viejos

El tema de Jackson no es el ensayo ni la creación de Los Beatles, es la imposibilidad de realizar el proyecto original y cómo las circunstancias van reduciendo todo. También el agotamiento de los integrantes de la banda y la tragedia humana que implica la descomposición de eso que los unía. Y con los protagonistas dándose cuenta de cómo la banda se les escurría de manera inevitable. 

Pero La serie (la película?) también es la felicidad de tocar juntos, de jugar con la música, de divertirse, de explorar y descubrir, de ser cómplices, de vivir epifanías tocando. De la alegría y la revelación cuando empieza a sonar el órgano de Billy Preston, a quien la película también toma como protagonista y como un modificador de las predisposiciones de los cuatro Beatles hacia el proyecto. La película de Jackson es, también, un homenaje al Rock and Roll clásico. Su presencia es permanente, en los covers que ejecutan los músicos, en cómo nombran a sus héroes (con una especial evocación a Elvis) y la vuelta reiterada de sus días en Hamburgo como el momento central de sus carreras. 

El desarrollo de la historia que realmente sucedió contribuye a la narración que lleva adelante Jackson. El primer capítulo es devastador. Jackson lo comienza con una genial elipsis sobre cómo llega la banda a ese preciso momento, el comienzo de los ensayos para el show televisivo. Desde allí casi todo es tristeza, falta de vitalidad, actitudes muy distintas entre los cuatro integrantes de la banda, agotamiento. El estudio donde están filmando les resulta frío y hostil, ellos tocando son una pequeña isla en un océano enorme y amenazante. Se producen los desencuentros, los enojos. Harrison abandona el grupo. 

El segundo capítulo arranca con esa devastación, con la resignación de la separación, con los ojos llenos de lágrimas de Paul. Pero termina siendo mucho más feliz. Esa felicidad la trae el alivio a partir del regreso de George pero sobre todo el cambio de ambiente. Pasar de un estudio de cine a uno de grabación facilitó que avance la música, que se vuelvan a juntar a divertirse componiendo o ejecutando canciones de otros. Se los ve relajados y comprometidos. Leen los diarios, comen tostadas con miel, toman hectolitros de té y fuman de todo y muchísimo. Van y vuelven del estudio a la consola para escuchar el resultado de lo que tocaron. Y aparece Billy Preston, que contribuye a impulsar todavía más la alegría de tocar música y le otorga más brillo, color y amplitud a las canciones que están ejecutando. Por momentos lo sienten, y lo reconocen, como un beatle más. 

El tercer capítulo es lo que conduce al recital en la terraza y la maravilla de ese recital. Es el capítulo más intenso musicalmente y también el más tensionante. La tensión de que se haga algo con todo lo que tienen, de que el recital se realice, que salga bien, que la policía no los interrumpa, que la gente no se queje de ese milagro que está sucediendo algunos metros arriba. A esta altura, habiendo estado con una cercanía tan intensa, uno ya se siente parte del equipo durante aquel mediodía helado de Londres. El show es superlativo. La música sucede firme y genial y los cinco músicos se desenvuelven con alegría y aplomo. 

En La serie (la película?) es tan importante la banda como el entorno de la geografía y de las las personas. El frío set cinematográfico primero, el cuarto de ensayo y la sala con las consolas después, y finalmente el techo del edificio donde estaban grabando. También la calle, con la gente que espiaba los ensayos, con los autos de lujo de los integrantes de la banda estacionando en la puerta y siendo multados, con el público que se va armando durante el recital y las reacciones a favor y en contra. La película tiene muchos personajes secundarios excelentes, como Michael Lindsay-Hogg, Billy Preston, las esposas y otros familiares de los músicos, los técnicos, el asistente Mal Evans, los comentarios sobre música, las noticias en los diarios. 

Un hueco en la historia se abrió frente a nosotros. Una puerta o, más bien, una ventana desde donde podemos mirar con una distancia soñada. El milagro principal es el tiempo recuperado. Que la magia suceda delante nuestro con la potencia de una primera vez. 

Volver al pasado, a ese pasado, una y otra vez puede ser melancólico y anestesiante. Una negación del progreso y la evolución de lo que vino después. ¿Qué problema hay? No puedo avergonzarme de sentir que la música y todo lo producido por Los Beatles son nuestro hogar, un bote tranquilo para refugiarnos de la severidad del mundo. 

El resto es saltar sobre el agujero que nos dejaron.

Publicado en Perro Blanco el 30 de noviembre de 2021.

Link https://www.perroblanco.net/tv-y-series/the-beatles-get-back/#TheBeatlesGetBack

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