Javier Milei nuevamente mostró un estilo macabro en sus declaraciones políticas. Ya había utilizado esta forma, propia del género de terror, cuando se manifestó a favor de la compraventa de órganos humanos, e incluso de niños, que según el dogma libertario, son objetos de propiedad de los padres, que pueden disponer de ellos como les parezca.
En esta ocasión volvió a traspasar los límites de la democracia, al proponer enterrar al kirchnerismo, con la expresidente Cristina Fernández dentro del cajón y, por supuesto viva, cómo en los peores filmes de horror.
Esta brutalidad en sus declaraciones es propia de políticos que desprecian un elemento central de la democracia: la convivencia pacífica y respetuosa entre los que piensan distinto.
Este exabrupto de Milei recuerda cuando Herminio Iglesias, candidato peronista a la gobernación bonaerense, quemó un ataúd con la sigla UCR al final de la campaña electoral de retorno a la democracia. A esa altura, la elección estaba definida dado que la sociedad argentina rechazaba la violencia del último gobierno peronista y de la dictadura militar, optando masivamente por Raúl Alfonsín, el candidato que expresaba los valores de la vida y la paz.
La vicepresidente Victoria Villarruel también fue parte de este show macabro, al reunirse e inaugurar un busto en homenaje a Isabel Perón. Esta expresidente dirigió un gobierno también brutal, donde se violaron masivamente los derechos humanos.
En el mandato de Isabel Perón comenzó el Terrorismo de Estado sistemático, con el grupo paraestatal Triple A, que asesinó a aproximadamente dos mil personas. La primera víctima fue el senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, que salvó su vida milagrosamente, al estallar una bomba en su auto, pero que quedó con gravísimas lesiones permanentes en sus piernas.