Qin Yang, de 56 años, hombre de confianza del presidente chino Xi Jinping, fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores de China en diciembre de 2022. En su primera conferencia de prensa habló con la dureza que se le reconoce en su trayectoria como hombre de la diplomacia de carrera.
Qin, que fue embajador en los EE.UU., entre 2021 y 2023, y Viceministro de Relaciones Exteriores de China de 2018 y 2021, es uno de los nombramientos más jóvenes para este puesto en la historia del país. Reemplazó a Wang Yi, quien pasó a formar parte del politburó del gobernante Partido Comunista en octubre pasado.
No es ninguna novedad que las relaciones entre China y los EE.UU. no pasan por un buen momento. El derribo del globo aerostático, las “advertencias” del Secretario de Estado Antony Blinken para que China no suministre armas a Rusia, la nueva acusación de que el virus del Covid salió de un laboratorio chino, la guerra de los microchips y la cuestión de Taiwán (Qin calificó la visita de Nancy Pelosi a Taiwán en 2022 como una “farsa” y una “provocación política total”) están tensando la relación que ya venía ríspida luego de la guerra comercial desatada por Donald Trump durante su administración.
Con respecto a Taiwán, Qin advirtió que Beijing tomará “todas las medidas necesarias” para hacer cumplir su reclamo de soberanía sobre la isla autónoma. Y se preguntó: “¿Por qué Estados Unidos habla de respetar la soberanía y la integridad territorial en la cuestión de Ucrania, pero no respeta la soberanía y la integridad territorial de China en la cuestión de Taiwán? ¿Por qué EE.UU. pide a China que no proporcione armas a Rusia mientras sigue vendiendo armas a Taiwán?”.
Qin utilizó la sesión informativa de casi dos horas para denunciar todo esto y más: la estrategia del Indo-Pacífico de la administración Biden y la venta de armas a Taiwán hasta lo que dijo que era el papel de Estados Unidos en la prolongación de la agresión de Rusia contra Ucrania. La conferencia de prensa se realizó al margen de la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional y le dio a su figura un relieve notorio.
Qin acusó a la administración de Biden de políticas diseñadas para “contener y suprimir a China en todos los aspectos” impulsadas por lo que llamó un “neo-macarthismo histérico” que estaba infligiendo un daño grave a las relaciones bilaterales. “Si Estados Unidos no pisa el freno, sino que continúa acelerando por el camino equivocado… seguramente habrá conflicto y confrontación y ¿quién asumirá las catastróficas consecuencias?”, dijo Qin.
Sin titubear, insinuó el potencial de un conflicto nuclear entre los dos países al decir que esas políticas podrían poner en riesgo “el futuro de la humanidad”. E implícitamente hizo referencia a los comentarios de Biden en su discurso sobre el Estado de la Unión el mes pasado de que Estados Unidos busca “competencia, no conflicto” con China al acusar a Estados Unidos de “no competencia justa, sino confrontación maliciosa”.
Qin también recordó que lejos de dar armas a Moscú, Pekin presentó el mes pasado una propuesta de resolución diplomática del conflicto entre Rusia y Ucrania, como un vehículo “para promover conversaciones por la paz”. En ese sentido, cabe recordar que tanto Blinken como el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan han descartado la propuesta como una distracción que no logra desafiar la agresión de Rusia. Qin también evitó mencionar eso y, en cambio, culpó implícitamente a Estados Unidos por el conflicto. “Parece haber una mano invisible que impulsa la prolongación y la escalada del conflicto y usa la crisis de Ucrania para servir a cierta agenda geopolítica”, dijo Qin, sin proporcionar más detalles.
Las preocupaciones de Pekín sobre la capacidad de Biden para reunir aliados y socios para contrarrestar lo que Blinken llama la amenaza de China al orden internacional basado en reglas, también surgieron en los comentarios de Qin, quien fustigó la Estrategia del Indo-Pacífico como un complot “para rodear a China”. Y denunció a Japón —que anunció una dramática expansión de sus fuerzas militares en diciembre— de participar en “una nueva Guerra Fría para contener a China”.
Parafraseando a Trump, Qin expresó acerca de esta estrategia estadounidense: “Si Estados Unidos tiene la ambición de volver a hacerse grande… la contención y la supresión no harán grande a Estados Unidos y no detendrán el rejuvenecimiento de China”.
Esta retórica y el desarrollo de los hechos que la alimentan, arroja dudas sobre la sostenibilidad del acuerdo alcanzado por Xi y Biden en su reunión en Bali, Indonesia, en noviembre pasado para tratar de detener la ruptura de los lazos entre Estados Unidos y China.