Hay quienes rechazan por inmoral cualquier debate en torno a la cuestión electoral en este contexto. Si bien esta opinión, previsiblemente, es alentada desde el oficialismo, permea en una sociedad conmovida por el doble golpe de la pandemia y la parálisis económica. Según este argumento, los políticos deberíamos sumarnos al esfuerzo de la guerra sanitaria censurando expresiones crítica, públicas o privadas, a riesgo de ser señalados como oportunistas. Es en este sentido que el gobierno plantea su discurso maniqueo pro y anti cuarentena, o su reducción al falso dilema entre vida y muerte.
¿Debemos los políticos dejar de reunirnos a hacer política, a consensuar agendas y propuestas, a evaluar la gestión de gobierno y pensar (pensarnos) como alternativas para la sociedad argentina? ¿Debemos censurarnos en pos del esfuerzo bélico? Estoy convencida de que no, y voy a explicarles por qué.
Que Juntos por el Cambio —voy a hablar del espacio al que pertenezco— promueva un ejercicio sincero de autocrítica, debata los pasos a seguir, trabaje con sus equipos técnicos, renueve y amplíe la coalición y discuta abiertamente sus liderazgos no solamente es lógico sino que es saludable y necesario.
¿Por qué? Primero, porque esta crisis inédita, que probablemente nos acompañe en 2021, exige una cohesión opositora a la que no estamos acostumbrados en Argentina. Frente a un Gobierno que, mientras habla de una nueva normalidad, mueve los hilos para una nueva institucionalidad corporativa, subyuga a la Justicia y llena de incertidumbre al sector privado, la oposición debe mostrar una unidad que trascienda el plano discursivo y se manifieste en el terreno, en ideas y propuestas, pero también en armados políticos en busca del poder para efectivizarlas. Si alguna duda cabía, el gobierno ha confirmado que el intercambio con el que piensa distinto será mínimo y cosmético; la voluntad de construir consensos, meramente retórica.
Segundo, porque pretendemos ser una alternativa superadora; mejores que los que están ahora, por supuesto, pero también mejores que lo que fuimos. JxC quiere ser una versión mejor ensamblada, más pragmática y segura, más plural y balanceado de lo que hizo Cambiemos en sus cuatro años en la Provincia y en la Nación.
Sería un oportunismo irresponsable que nos quedáramos observando pasivamente el deterioro socioeconómico e institucional de la Argentina, esperando que los errores del gobierno y las consecuencias de la crisis nos abrieran la puerta. Representamos a millones de argentinos que están angustiados por el regreso de un cortoplacismo miope que nos ha llevado a esta decadencia de décadas; que no entiende de acuerdos, de estabilidad, de futuro, solo de poder y de confrontación. Pero también sería ingenuo: si lo hiciéramos, la sociedad, justamente, nos daría la espalda.
En el radicalismo estamos convencidos de que debemos vigorizar y ampliar nuestra coalición, no solamente en los números sino también —y especialmente— en los atributos: necesitamos personas y espacios que representen moderación y revivan expectativas, que inspiren. En un contexto de estancamiento en el que, como en otros países de la región, la polarización alimenta nuestros discursos más extremos, los más antagónicos y divisivos, queremos recuperar nuestra vocación de progreso e inclusión, construir en base a nuestra visión del desarrollo como un ejercicio de cooperación.
La agenda de una Argentina republicana y desarrollada está pendiente desde hace rato. La renovación de un federalismo disfuncional, el reordenamiento y universalización del sistema de salud, la modernización de la educación, la consolidación del sistema de protección social, la reversión de la precarización laboral, la conectividad universal, una reforma tributaria integral que estimule las exportaciones y atraiga inversiones, son algunas de las asignaturas pendientes tantas veces discutidas y postergadas.
Los radicales tenemos la tranquilidad y el orgullo de saber que toda estrategia política que encaremos estará orientada por esta agenda positiva, y por una historia democrática y participativa que creemos es la matriz de una sociedad moderna. Por eso, que no queden dudas: hoy es el momento de discutir políticas y política, de acercar posiciones, de sumar adhesiones, de recuperar apoyos, de trabajar para el futuro. No es el momento de quedarnos quietos.
Publicado en Clarín el 22 de junio de 2020.
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