Como muchas otras personas, pensamos que los desastres de política, gobierno y administración de los últimos cincuenta años, han sumado contradicciones, errores o malas intenciones corruptas, cuyo resultado acumulativo atrasó o frenó a la Nación, la hicieron mucho más pobre e injusta.
Con el pretexto de tener un “país rico” en recursos naturales, léase montañas, ríos, praderas, suelo y subsuelo, se generó la ilusión de que bastaba tenerlos a como fuere, aun estáticos, para ser poderosos.
Olvidamos, desde luego, aquella famosa frase de Alberdi que, en algún punto de sus “Estudios Económicos”, recomendaba no cometiéramos la imprudencia de mostrar al mundo, vanidosamente, “el cómico espectáculo de una opulencia andrajosa”.
Esa recomendación surgía del convencimiento de Alberdi respecto a que la riqueza de los bienes naturales, no significa nada por sí misma. Obviamente es mejor tenerlos que no tenerlos o carecer de ellos.
Pero la verdadera causa de progreso consiste en el trabajo, la imaginación, las fuerzas morales y la educación de los hombres aplicados sobre tales recursos, para convertirlos en elementos útiles al crecimiento y bienestar de la población.
De allí, también su máxima de que “gobernar es poblar”. No tanto por llenar de gente el territorio de un país, sino por la inyección de voluntades laboriosas aplicadas con austeridad y decencia a la producción de bienes que serán útiles y darán bienestar a la población, activando nuestros inmensos espacios territoriales vacíos.
Todo ese magma creativo puesto al servicio social mediante el trabajo, la salud y la educación, debía organizarse en un marco político, sin duda democrático, plural, representativo y republicano, abierto para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino, como fue su proyecto constitucional.
Los siglos pasaron, las montañas, los ríos, las praderas, los suelos y los subsuelos siguen estando, pero la gente deambula sin sentido por un federalismo desvirtuado, se hacina en el conurbano capitalino y en las grandes ciudades de cada una de las provincias, y la pobreza crece.
De ese modo, los jóvenes salen a la vida “con un vacío en el alma y una decepción tácita en la mente”, como los describiera Eduardo Mallea en su amargo pero sincero libro que llamó “La vida blanca”. Sin ideales que comprometan y entusiasmen las expectativas de su futuro y de la sociedad en la cual viven, que merezcan el esfuerzo y el empeño de lograr algo distinto a la sola riqueza material.
Está claro que a eso no queremos volver, ni repetirlo.
Ahora, aunque elegido por la mayoría, tenemos un muñeco insolente, destructivo, jactancioso, poco instruido en una cosmovisión humanística de lo que implica convivir y respetarse los unos a los otros, que se dedica a dividir a los argentinos, estigmatizar a los que no quiere considerándolos sus enemigos, patotear a legisladores y limitar el acceso a la información pública y al periodismo independiente.
Este mozo engañoso cree en sus delirios mesiánicos de otros mundos y, paradojalmente, entroniza en el altar de sus ídolos al “déficit cero” y a las fantasmáticas cripto monedas.
Además de su dudosa fundamentación de haberlo logrado genuinamente y de omitir los sufrimientos y discriminaciones ejecutados para ello, parece no comprender que, aunque al principio el pueblo desencantado cree en cuentos ilusorios, será muy difícil que, de ser necesario, los argentinos se encaminen a defender la patria al compás de “La Marcha de San Lorenzo”, para luchar por esa consigna proveniente de los sectores más egoístas y dominantes del mundo como es el caso de Elon Musk y Donald Trump, por ejemplo.
El cúmulo de tonterías celestiales que salen de su ardiente cabeza hacen recordar al filósofo Pangloss, tan bien ironizado por Voltaire en su magistral “Cándido”, cuyo pensamiento central sería, más o menos, el siguiente: ya que todos los fines confluyen en un sentido bienhechor, mi visión finalista también lo es para beneficio de todos.
El mundo esta inexorablemente unido para lo mejor porque tiene un encadenamiento lógico de sentido que beneficia al conjunto.
Por eso mismo de la suma de males individuales, resulta el bien general para todos, es de presumir que el fin último que nosotros seguimos es el adecuado y el mejor, el más conveniente para el mundo. Ese es el núcleo del pensamiento de Dr. Pangloss.
Sorprende la coincidencia esencial del pensamiento de Milei con el de Pangloss, y es probable que el propio Voltaire quedaría pasmado de encontrarse con una réplica del filósofo en la actualidad, a más de doscientos años de haberlo caracterizado en su “Cándido”.
Esto tampoco lo queremos.
Aquí llegamos a un punto sumamente inquietante para el espíritu de esta nota, que es advertir en modo cómplice con que ciertos sectores actúan, callando y otorgando, a esta cruza de Terminator y Gran Danés.
Con inocencia que ya debería haberla perdido a esta altura de mi vida, en algún momento pensé que el Macrismo podría haber sido, en la geografía política nacional, algo así como el Partido Popular de España. Una expresión de la derecha moderna relativamente suave, republicana, abierta a la diversidad y respetuosa de las instituciones.
Con igual candidez me dije que el Radicalismo haría valer su rica herencia liberal, federal, popular, inclinada a una Socialdemocracia de hoy, dispuesta a administrar diferencias con los demás en una mesa de responsabilidades de conducción nacional.
Cuando hablo de esto no hablo de votos, ni de ganar, ni de vocación de poder. Hablo de comportamientos regidos por principios plurales e institucionales.
Hoy al menos presenciamos un silencio, una ineficacia o una complicidad atronadora, de ambos protagonistas frente a un gobierno que llega por la democracia y gobierna con autocracia permanente, despreciando todos los símbolos valiosos para los constitucionalistas democráticos.
Para cuando la dignidad, terminar con las visitas públicas y clandestinas a Olivos y con las justificaciones dialoguistas mercenarias y especulativas.
Debo, sin embargo, hacer un reconocimiento y distinguir algo que es diferente en orden a su comportamiento político. Y es la actitud de la coalición cívica y su orientadora la Doctora Carrió.
Con sus errores y sus aciertos son una pequeña, pero valiosa, luz de ejemplaridad.
Como despertaremos mañana, no lo sabemos.
Aspiramos a que aquellas agrupaciones políticas aludidas, de flojera identitaria, reaccionen en algún momento, como a veces, excepcionalmente, parece ocurrir.
Ganando o perdiendo, abrazados a la dignidad de la defensa democrática genuina, es preciso elegir, firme y claramente, entre ser o no ser, entre ser o la nada.
Ser lo que deben ser de acuerdo a sus orígenes y componentes esenciales de principios, o extraviarse en el ninguneo de la anomia.
A esta altura, si la Argentina no encuentra una gran concertación en favor de la paz, de las instituciones, de la democracia y de los derechos humanos, no puedo menos que abrumar mis esperanzas. El peronismo necesariamente debe ser parte de esta constelación democrática.
Reconocemos, sin embargo, que este monigote, junto a otros feroces enemigo de la fraternidad y de la diversidad humana, están gozando de un momentazo, y que gran cantidad de personas aguardan de ellos soluciones milagrosas, sin comprender que son vectores, de la mano de Elon Musk, del genocidio más cruel a escala internacional, sirviéndose de la tecnología concentrada, como último y maléfico producto del capitalismo, el mismo que durante el siglo pasado rompió la armonía que supo equilibrar entre democracia, crecimiento económico, bienestar social y respeto a los derechos humanos.