Nos acercamos al primer año de gobierno de Javier Milei, una buena oportunidad para realizar algunas reflexiones sobre esta experiencia política: la primera de ellas es que no hemos asistido a un fenómeno fugaz con límites en Semana Santa (Albistur dixit), más bien el Gobierno ha atravesado los sucesivos fines de semana largo de este 2024 (todo indica que lo hará durante un período prolongado de tiempo).
En diferentes oportunidades hemos hecho referencia a la pretensión fundacional que ha caracterizado la gestión del “primer presidente libertario”; así es como el Presidente estableció su propia bisagra de la historia, representando en este caso el 10 de diciembre de 2023 el inicio de un nuevo ciclo histórico en la Argentina, luego de 100 años de sucesivas frustraciones, y propuso a la sociedad argentina un programa de transformación radical de la economía, la sociedad y el sistema político.
Pero más allá de la mencionada pretensión fundacional, parecen existir un conjunto de continuidades entre el “ancien regime” que se pretende suplantar y el nuevo orden que se propone construir.
A la pretensión fundacional compartida no solo con el kirchnerismo -y con la mayor parte de los líderes presidenciales desde 1983- existe una común caracterización de la política como sinónimo de conflicto con el Kirchnerismo: la política se dirime no ya entre adversarios políticos sino entre irreconciliables enemigos ideológicos (ma non troppo).
Así es que la contradicción principal Pueblo/Antipueblo (definido éste último con rasgos destituyentes) puede encontrar su paralelo con la dicotomía entre los “Argentinos de bien” y la “casta política”, entendida esta en términos sumamente laxos: a lo largo de este año ha quedado en evidencia que una Argentina distinta se puede construir con algunos de “los mismos de siempre” por lo menos, tal como lo evidencian las presencias en el gabinete nacional de Daniel Scioli y Guillermo Francos entre otros.
Por otra parte, existe en ambas narrativas una visión sumamente crítica sobre los medios de comunicación: a la expresión de CFK sobre los “medios concentrados” podríamos hallar su equivalencia en los “medios ensobrados” a los que hace permanente referencia Javier Milei: se desconoce hasta la fecha sobre intención alguna del oficialismo de impulsar una nueva ley sobre los medios de comunicación…tiempo al tiempo.
Una clara vocación hegemónica representa otro común denominador entre ambas experiencias: en efecto, el “Vamos por Todo”, como lema de la fase radicalizada del kirchnerismo, encuentra su gemelo en un “A todo o nada” que parece caracterizar a La Libertad Avanza-LLA (invalorable sin duda el aporte de la frustrada candidata presidencial Patricia Bullrich). Siempre es bueno recordar en estas circunstancias aquella célebre frase del sociólogo Juan Carlos Torre: La Argentina ha sido un cementerio de sucesivas (y truncas, permítannos agregar) ambiciones hegemónicas.
Para finalizar estas breves consideraciones podemos establecer un paralelismo entre la apelación a la figura de Néstor Kirchner (“El”) por parte de Cristina Fernández de Kirchner con aquella de las “Fuerzas del cielo” de Javier Milei como expresión de alguna fuerza de carácter sobrenatural que opera como fuente de inspiración de algún mandato o misión que excede los límites constitucionales y, al mismo tiempo, de referencia para tiempos difíciles.
Continuidad de estilo, cambio de política: un signo de los nuevos/viejos tiempos.
Publicado en Clarín el 6 de diciembre de 2024.
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