miércoles 9 de octubre de 2024
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El peronismo se topa con el peronismo

Par Le Burgundy (pére).

Con la Argentina cayendo como un meteorito iluminado y eterno a través de la atmósfera, no queda mucho lugar para chistes.  

Primero, porque todo lo que hoy se escribe, hoy se envejece.  

Se arruga en horas y muere en una semana.

Después, porque uno puede hacerse el gracioso con todo menos con esta velocidad de caída, succionado por la gravedad (de la situación), cada vez mas rápido, con los cachetes inflados, los labios vibrantes y la cara lifteada por la velocidad, con todo, decía, menos con aquello de que al final de la caída, la mitad de nuestros compatriotas sufrirán de hambre. Andarán deambulando por las calles como hormigas sin hormiguero, famélicos y desesperados, hurgando tachos de basura y esperando los desechos de los restoranes. Nada nuevo, bah: las clásicas explosiones nucleares que implosionan en país sin bomba atómica.

No tan repetitivo, sin embargo. Porque al piloto que le toca  encandecerse en la caída es al gobierno peronista.

Con Juan Grabois aliándose al trotzkismo (y, supongo, con el Polo Obrero haciéndose papista) todo sucede de un modo inimaginable. (¿Qué será “todo” sino La Cosa, esa Cosa caída del cielo que desplaza como un seso dúctil para devorarnos a todas, todos y todes?).  La familia vice presidencial pasó de las estrepitosas  cartas y vociferaciones a un silencio catatónico.

¿Qué hay de nuevo, viejo? Nosotros, los de antes, siempre somos lo mismo. Me refiero a nosotros, a los que conocimos a Speedy González y al Gallo Claudio.  Estamos listos para sacar la sillita de madera y mimbre a la vereda para otear la la desesperación de los imberbes. Nosotros, los que somos viejos, ya sabemos lo que está pasando: esta licuefacción de riqueza, este estruendo de aspiradora matutina de poder, es la Argentina descendiendo otro escalón de la decadencia. Y no son responsables, necesariamente, exclusivamente los que gobiernan. No lo fue Alfonsín, no lo fue De la Rúa. No necesariamente.

Por suerte, después el peronismo viene y nos salva: construye un zócalo de 10 centímetros en la pared del escalón de 30 centímetros del que caímos. Diez centímetros es nada al lado de los 30 centímetros de caída. Pero con 10 centímetros ya estamos a 20 centímetros del techo de los 30 que antes era nuestro piso de 30 centímetros más altos. O sea, nada: que, en breve, estaremos 20 centímetros mas bajo de lo que estábamos. Y re contentos.

Pero otea vez ¿qué hay de nuevo viejo?

De nuevo, viejo, hay que el peronismo se encontró con el peronismo. Un fenómeno que no se había producido hasta ahora durante la democracia.

Respetuoso de la “voluntad popular”, el peronismo nunca antes (en democracia) había embestido contra el peronismo. Siempre mcontra sus adversarios políticos.

Ahora atacado por el síndrome del escorpión -perdóname, es mi naturaleza- Cristina, que es la doctora Fronkonstin, desarticuló a su criatura.

Voy a corregirme: no fue Cristina, porque lo que nos pasa no es un problema de género. Es Cristina y la troupe de jóvenes viejos: el Máximo, el Larroque, el Kiciloff y esa dama del Pami, atropellando con su fe ideológica.

Siempre el eufemismo. Ya saben: el menemismo no fue peronista; fueron “los años ’90”. Doble operación de salvataje: Menem no fue peronista, pero -aun cuando, quizás, tal vez, lo haya sido-, no lo hizo de malo, eh. Lo hizo porque así fue la década: fueron lo ’90, ¿entienden?

Ah, bueno. ¿Y de quién fue el gatillo fácil que mató a Kosteki y Santillan? Bueno, bueno, bueno. Bueno, tampoco la pavada: fue el contexto.

Esta bien. Acepto.  Nos ha pasado.

¿Y Julio Jorge López?  ¿A quien se le descontroló la mano de obra de la Provincia de Buenos Aires? Eh-eh-eh. E-so es cosa de Etchecolatz. Nosotros lo estábamos juzgando.

Ok. Acepto. Está bien. Nunca les asignaremos a nuestros adversarios la violencia de la historia.  Pero… eh… Perdón eh, no quiero ofender, but.

Eso que está ahí. This! Eso, sí. ¡Eso, claro! Esse “coso” que avanza… ¿no es el FMI?

Upa la lá. Parece que esta vez pueblo o antipueblo, patria o antipatria, Ramona Galarza o Gianamaría Hidalgo, Hegel o Marx son lo mismo.

¿Son lo mismo?

El peronismo, esa fiera que “huele sangre y golpea” (según el periodístico lugar común), ha despertado uróboro esta mañana. Linda palabra: uróboro. Hambriento, depredador. La cabeza del uróboro tiene la máscara de la vicepresidenta; la cola del uróboro lleva un cencerro con la cara de Alberto. El uroboro se come a sí mismo. Busquenlón en Wikipedia.

Yo no tengo dudas de que los especuladores y agiotistas existen.

Que hay una conspiración. 

Que se los llevan puestos.

Pero la respuesta, repito, es la del escorpión: es mi naturaleza, la naturaleza del peronismo. Cuando la Argentina se consumía como un campo de algodón en llamas, durante el final de Alfonsín y, aun más, durante De la Rúa.  el peronismo le agregaba alcohol (¿encendieron un algodón alguna vez? es un soplo de fuego que se extingue). Durante Alfonsín, no fue a solas: Cavallo rociaba querosén desde Nueva York. Cavallo, eh; el peronista Cavallo.

Hagansén los boludos, muchachos. Esto de hoy es aquello el ayer. Pero, esta vez, como los dioses de mierda, ustedes le mandaron el águila para que le coma el hígado al Prometeo Alberto.

Lo que se derrumba, chiques, es el mito peronista: el de los salvadores de la Patria. Esta vez, no nos rescataron de la oposición. La complicaron más.

Yo no quiero esto. Nadie quería esto.  Lo peor que nos podía pasa es esto: que el peronismo se encontrara con el peronismo.  Y que, como el alacrán, se consumiera a sí mismo.

A veces, por las noches, sueño con Jesús (Rodríguez) que tararea en voz baja mientras la historia corre:

“Peruca decime que se siente 

tener adentro a tu mamá/

te juro que aunque pasen los años/

nunca lo vamos a olvidar”.

Ts tsss tstststssss tstssss

tststssss tstststsss tstststsss…

Post Scriptum: ningún economista radical tiene una propuesta -una- para hacer algo con los pobres. Sólo proponen ajuste para el corto plazo  e inversiones para el largo. Entonces, habrá trabajo. ¿Y a quien le gusta trabajar?

Miserable teoría del derrame.

Dejensen de joder. Digan algo proactivo, chiques. Algo.

Gante, (Bélgica), julio de 2022.

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