La idea del ingreso ciudadano o ingreso básico universal tiene raíces que pueden rastrearse bastante lejos, hasta Thomas Paine en el siglo XVII o Santo Tomás Moro en el siglo XVI, sólo por mencionar algunos de sus pioneros. Resurgió con nuevos planteos en el siglo XX y está siendo estudiada con mucho detenimiento en el siglo XXI, incluso llegando a llevar adelante experimentos acotados que ponen a prueba los resultados que podría llegar a tener la implementación generalizada de una medida de este tipo. En general, los resultados son positivos y alentadores, y muestran que podría constituir, junto a reformas impositivas, una de las claves para la construcción de una sociedad más democrática, liberal e igualitaria.
Se han publicado recientemente los resultados de un experimento desarrollado en Alemania por una organización sin fines de lucro con sede en Berlín, denominada Mein Grundeinkommen (Mi ingreso básico), que arroja resultados interesantes y sirven para mantener vivo el debate acerca de esta cuestión. Al respecto, en un artículo publicado por CNN, Rosa Rahimi señala que “un experimento alemán ha revelado que es probable que las personas sigan trabajando a tiempo completo incluso si reciben pagos de ingreso básico universal sin condiciones».
El ingreso básico universal, también conocido como ingreso garantizado, consiste en dar dinero a todos, independientemente de sus ingresos, para darles la libertad de cambiar de trabajo, formarse para nuevos puestos, brindar cuidados o dedicarse a actividades creativas. Entre los defensores se encuentran figuras como Elon Musk, quien afirmó en 2018 que «el ingreso universal será necesario con el tiempo si la inteligencia artificial asume la mayoría de los trabajos humanos». El candidato presidencial demócrata estadounidense Andrew Yang se presentó en 2020 con una plataforma para dar a los estadounidenses 1000 dólares al mes, calificando la idea de «revolucionaria».
El artículo continúa informando que Mein Grundeinkommen “realizó un seguimiento de 122 personas durante tres años. De junio de 2021 a mayo de 2024, este grupo recibió una suma incondicional de 1200 € (1365 dólares) al mes. El estudio se centró en personas de entre 21 y 40 años que vivían solas y que ya ganaban entre 1100 € y 2600 € al mes. Podían usar el dinero extra del estudio para lo que quisieran. Durante tres años, la única condición fue que completaran un cuestionario cada seis meses sobre diferentes aspectos de su vida, como su situación financiera, sus hábitos laborales, su bienestar mental y su actividad social.
Se han realizado experimentos similares para evaluar la viabilidad de la renta básica universal, como uno que se puso en marcha en Stockton, California, en 2019, que otorgó pagos de 500 dólares mensuales. En aquel momento, los investigadores afirmaron que podría tener un impacto «profundo» en la salud pública. En Europa, la idea cobró impulso durante la pandemia de COVID-19, y un estudio de la Universidad de Oxford reveló que el 71 % de los europeos en 2020 estaba a favor de la introducción de un ingreso básico universal.
Una crítica recurrente al concepto consiste en señalar que su introducción haría que la gente deje de trabajar, confundiéndola con la idea de que se trata de “cobrar por no trabajar”. Pero, en realidad, precisamente al ser incondicional evita caer en la denominada “trampa de la pobreza”, en la que caen los programas de ayudas o subsidios a pobres o desempleados condicionados a que mantengan su situación de pobreza o desempleo, lo que constituye un incentivo negativo que desalienta la búsqueda de empleo o la mejora de su condición económica.
Rosa Rahimi plantea que “una preocupación expresada por los críticos es que recibir una renta básica podría hacer que las personas sean menos propensas a trabajar. Sin embargo, el estudio de Grundeinkommen sugiere que esto podría no ser así en absoluto. Se descubrió que recibir una renta básica no era motivo para que las personas renunciaran a sus trabajos. En promedio, los participantes del estudio trabajaban 40 horas semanales y mantenían su empleo, al igual que el grupo de control, que no recibía remuneración. «No encontramos evidencia de que a la gente le guste no hacer nada», declaró Susann Fiedler, profesora de la Universidad de Economía y Negocios de Viena, quien participó en el estudio, en el sitio web del estudio”.
A diferencia del grupo de control, quienes recibían una renta básica eran más propensos a cambiar de trabajo o a matricularse en estudios superiores. Reportaron una mayor satisfacción laboral y estaban significativamente más satisfechos con sus ingresos. Matthew Johnson, profesor de políticas públicas en la Universidad de Northumbria, quien trabaja en la renta básica y es autor de un libro sobre el tema, calificó los hallazgos de «predecible». «Este estudio confirma la creciente evidencia que nosotros y otros hemos presentado desde hace tiempo: no hay evidencia de que la Renta Básica reduzca la actividad económica y laboral», declaró a CNN. «Al contrario, brinda a los trabajadores la seguridad económica para asumir riesgos positivos y evitar riesgos negativos en su vida laboral».
¿Y puede más dinero comprar la felicidad? Según el estudio, quienes recibían una renta básica reportaron sentir que sus vidas eran «más valiosas y significativas» y sintieron una clara mejora en su salud mental. También podría comprar libertad, o al menos más libertad. Los beneficiarios, especialmente las mujeres, reportaron una mayor sensación de autonomía en sus vidas. A pesar de trabajar el mismo horario que antes, sentían que tenían más tiempo durante el día para actividades como dormir, hacer voluntariado y pasar tiempo con sus seres queridos. “Sabemos que aumentar la cantidad, la seguridad y la previsibilidad de los ingresos mejora los resultados clave en salud, actividad física, emprendimiento, educación y casi todas las demás áreas de la vida”, afirmó Johnson.
De cara al futuro, Mein Grundeinkommen afirma que los desafíos derivados de la crisis climática, los cambios demográficos y la tecnología plantearán importantes preguntas sobre el papel del estado de bienestar y el lugar que ocupa el ingreso básico universal en él.
Publicado en La Calle el 20 de abril de 2025.
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