domingo 24 de noviembre de 2024
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El día después

Más allá de la incertidumbre propia de la pandemia, que podría obligar a mayores cierres en la actividad y a multiplicar programas sociales, en la última semana quedó claro que lejos de un camino prudente en lo macroeconómico, el gobierno acelerará los desequilibrios hasta noviembre. La saga Guzmán- Basualdo que dejó claras las limitaciones del ministro para cumplir con el presupuesto en materia de tarifas, se quedó corta, porque mientras el ala occidental negociaba en Europa un puente para evitar el default con el Club de París hasta que llegue el acuerdo con el fondo, el ala soviética mandaba al congreso una propuesta para reducir entre 30 y 50% la tarifa de gas de 3.000.000 de “beneficiarios”, con el argumento de que viven en localidades donde hace frio en invierno. Más allá de que con la misma lógica, cuando llegue el verano habría que hacer una ley equivalente bajando las tarifas eléctricas para los que sufren el calor, la lectura es que el gobierno se apura a regalar los recursos que le asegura al mundo que no le puede pagar, incluso antes de conseguir la prorroga del Fondo. 

Hasta las elecciones el plan es gastar; atrasar tarifas y dólar y gastar en subsidiar a todo lo que se mueva. La incógnita es el día después. Mucha gente piensa que ineluctablemente habrá un ajuste, que el gobierno si el peso de las urnas corregirá las distorsiones aumentando tarifas, ajustando el gasto y dejando correr el dólar, pero eso no es lo que sugiere la historia. 

Vamos a noviembre del 2011; Cristina acababa de ser reelecta después de atrasar 28% el tipo de cambio real en los dos años anteriores y sin haber ajustado tarifas a pesar de que la inflación acumulada había sido del 54% (Pricestats). Había una lógica; el kirchnerismo había perdido la elección de medio termino contra un empresario sin experiencia en la política que los derrotó viralizando un jingle en el programa de Tinelli. Estaban asustados y pusieron toda la carne en el asador para revertir el trago amargo del 2009. Por eso el mercado corrió contra el peso durante todo 2011 y se llevó 21.600 millones del BCRA en la convicción de que luego de la elección se produciría la devaluación. Pero CFK dobló la apuesta en noviembre y encepó la economía; en los cuatro años que siguieron el tipo de cambio real cayó 32% mas y aunque hubo un ensayo de corrección cambiaria y ajuste tarifario en 2014, se impuso la demagogia de los desequilibrios hasta el final; los subsidios económicos ascendieron a $298.000 millones en 2015 y cubrieron el 80% de las tarifas. 

El ajuste fue inexorable, pero le explotó al gobierno siguiente; entre diciembre del 2015 y el mismo mes del 2019, el tipo de cambio real subió 65% y recortó 32 de los 52 puntos de atraso cambiario acumulado entre el 2008 y el 2015. En el mismo lapso los subsidios económicos cayeron 48% en términos reales. Macri perdió la elección. 

¿Por qué pensar entonces que ahora sería distinto? ¿No es más lógico pensar que se va a repetir el comportamiento y que el kirchnerismo nuevamente va a poner toda la carne en el asador para el 2023, sea cual sea el resultado de la elección del 2021? 

Cierto; había otro margen en el 2011 porque la economía venía creciendo pero si miramos el nivel de las reservas, el resultado de la cuenta corriente y los números fiscales, no hay tanta diferencia. El déficit es mayor ahora, pero como lo mostraron los números del primer trimestre, buena parte del rojo del 2020 fue por culpa de la pandemia y de hecho el gasto en seguridad social del gobierno viene corriendo 10 puntos por detrás de la inflación. Ni hablar de los salarios públicos que ajustaron 13% real el año pasado. 

Mi apuesta es que el futuro puede verse en la historia y que luego de las elecciones se profundizará el atraso cambiario y tarifario, cualquiera que sea el resultado, con un piso de inflación y pobreza muy superior al del 2011.

Publicado en el newsletter del autor el 17 de mayo de 2021.

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