martes 5 de noviembre de 2024
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El Ártico, nuevo escenario de conflicto

El cambio climático ha hecho más navegable el polo norte y, además han quedado más accesibles los recursos energéticos de este ecosistema único. La administración de Joe Biden se apresta a nombrar al primer embajador como muestra de su interés creciente.

Desde 1971 a 2019 el aumento de las temperaturas del Ártico ha sido tres veces mayor que en el resto del planeta. Su superficie de hielo de unos 7,5 millones de kilómetros cuadrados contiene hasta el 10 por ciento del agua dulce del mundo.

El Polo Norte, al igual que la Antártida, es un territorio internacional administrado por la ONU, y representa el 6 por ciento de la superficie del planeta, con casi 21 millones de kilómetros cuadrados. Las potencias árticas se dividieron el polo en gajos, es decir, en el que cada uno correspondía al país limítrofe. Se calcula que unos 4 millones de personas, casi todas pertenecientes a más de 30 comunidades originarias que viven en esta inhóspita región.

Con el hallazgo de recursos naturales y la creciente accesibilidad a ellos, además de las rutas navegables más baratas abiertas por los deshielos constantes, el polo norte se ha convertido en un nuevo escenario de la remozada guerra fría (muy fría).

Para una parte del derecho internacional, cada nación tiene derecho a 200 kilómetros de costa, bajo el principio de las aguas territoriales. Pero Rusia y Noruega prefieren la parte del derecho que habla de la primacía de la plataforma continental, la que dictamina que el territorio de un determinado Estado se extiende hasta donde llega la plataforma continental que le corresponde. En este último caso, establecer el límite es una verdadera proeza de la metrología debido a las extremas condiciones del mar de hielo.

Rusia considera al Ártico como una parte sustancial de su territorio y durante el período soviético emplazó un centenar de bases militares y hasta un campo de experimentación de armas nucleares. Hace pocos meses, el presidente Vladímir Putin ordenó la reapertura de esas instalaciones militares, según declaró el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, un día después de visitar el Ártico, y dijo que las capacidades rusas representan una estrategia amenazante. Putin se sabe débil frente a la OTAN allí y no descarta asociarse con China.

La concordia polar es mantenida por el Consejo del Ártico, creado en 1996 con la Declaración de Ottawa, y esto conforma el conjunto de países vecinos. Allí están Canadá, Dinamarca (con Groenlandia y las Islas Feroe), Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos; es decir, países linderos al Círculo Polar Ártico.

Según científicos de la NASA, para 2050, el deshielo será casi total, y más allá de la catástrofe ecológica que esto supone para todo el planeta, los estrategas cuentan con que se abrirán nuevas rutas entre el Pacífico y el Atlántico, reduciéndose considerablemente las distancias – y los cosos – entre Asia y Europa, o incluso entra Asia y América.

Este año, los aliados de la OTAN no celebraron la reunión que debía dar la presidencia rotativa del mismo a Rusia, como castigo por la invasión a Ucrania, de hecho, la página oficial anuncia que todas sus actividades se han suspendido.

En este contexto, Joe Biden, a través de su Secretario de Estado Anthony Blinken anunció la creación del puesto de embajador general exclusivo para esa región de creciente preocupación geoestratégica para los Estados Unidos, así como para Rusia y China.

“La decisión será revelada por el Departamento de Estado el viernes”, según un anuncio obtenido de antemano por POLITICO.COM. El puesto estará sujeto a la confirmación del Senado.

EE.UU., así como los demás componentes del Consejo tienen un “coordinador del Ártico”; el anuncio del Departamento de Estado dice que el plan es “elevar” el rol de coordinador a un cargo de embajador.

El anuncio del departamento dice que el nuevo embajador “se relacionará con sus homólogos en las naciones árticas y no árticas, así como con los grupos indígenas, y trabajará en estrecha colaboración con las partes interesadas nacionales, incluidos los gobiernos estatales, locales y tribales, las empresas, las instituciones académicas y las organizaciones sin fines de lucro, otras agencias del gobierno federal y el Congreso”.

“Dejemos que el norte del planeta, el Ártico, se convierta en una zona de paz; dejemos que el Polo Norte sea un polo de paz”, dijo el 1 de octubre de 1987 el entonces secretario general de la URSS, Mikhail Gorbachov, quien ha fallecido este martes a los 91 años de edad. En un conciliador y célebre discurso desde Múrmansk, el líder soviético instó, en aquel entonces a aplacar la actividad militar y a explorar una “cooperación pacífica” en aspectos económicos, medioambientales y de seguridad. Aquel día quedó marcado como un punto de inflexión en la política exterior soviética; de alguna forma, supuso el inicio del fin de la URSS y, con ella, el fin de la Guerra Fría.

Hoy, desde el cambio climático hasta el comportamiento político de los países parece que están descongelando la Guerra Fría que estuvo todo este tiempo atrapada en el hielo.

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