martes 14 de enero de 2025
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El ’45, desde el 2025

El sol del primer día de aquel año salió a las 5:45 de la mañana. Pero pocos pudieron verlo en Buenos Aires. Menos aún podían imaginar que ese año daría a luz una nueva era en la historia de la Humanidad, luego de la peor catástrofe. Aquel lunes 1º de enero de 1945 amaneció nublado, con pronóstico de lluvias durante todo el día. Había transcurrido un fin de año lleno de angustias, noticias ominosas y deseos esperanzados.

La segunda guerra mundial se internaba en momentos decisivos en Europa y el Extremo Oriente. Se libraban combates intensos en todos los frentes, pero la ofensiva de las fuerzas aliadas era irresistible. En los Estados Unidos se conoce el número de bajas sufridas hasta entonces por su país: 135.323 muertos y 362.824 heridos, 75.844 desaparecidos y 64.148 prisioneros. En toda Europa, las muertes se contaban en decenas de millones.

Mientras las bombas de la Real Fuerza Aérea británica caían sobre Berlín, el canciller alemán Adolfo Hitler había hablado por radio desde su bunker advirtiendo que “el Reich jamás capitulará”. En París, el jefe del gobierno provisional general De Gaulle dirigía un mensaje al pueblo francés anunciando que “los últimos días de la guerra se están acercando y con ellos se acerca la mayor gloria del mundo”. En Brasil, el presidente Getulio Vargas reseñaba la participación de las tropas brasileñas en los campos de batalla europeos y la cooperación continental con los Estados Unidos, destacando que “nuestra situación internacional nunca ha sido tan sólida y prestigiosa”.

El final de la guerra representó para la Argentina un momento excepcional de reinserción en el mundo y participación activa en la construcción de una nueva comunidad internacional de naciones. El país recompuso los vínculos con las principales potencias, participó en la creación de las Naciones Unidas y acompañó el proceso de descolonización y la consecuente emergencia de nuevos estados nacionales. En ese contexto, se establecieron relaciones diplomáticas con los países de Oriente Medio y Asia, en lo que fue la más importante expansión de las relaciones exteriores argentinas desde sus orígenes hasta aquel entonces.

Pero faltaba todavía que llegara ese momento. La Argentina declarará la guerra a las potencias del Eje recién sobre el final de la Segunda Guerra, el 27 de marzo del ’45 El país había comenzado a normalizar sus relaciones con los países americanos y europeos y se aseguraba un lugar en la Conferencia de las Naciones Unidas que se realizará en San Francisco entre el 25 de abril y el 26 de junio.

La inclusión del país en el grupo de miembros fundadores sería tema de tratamiento especial en las reuniones secretas mantenidas entre los “cinco grandes” -Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China- y una de las condiciones para que la Argentina fuera admitida en ese concierto de naciones era, naturalmente, el establecimiento de relaciones diplomáticas con China, país que se internaba en una cruenta guerra civil.

En nuestro país, faltando una hora para la terminación del año, quien hablaba en nombre del gobierno militar encabezado por el general Edelmiro Farrell era el vicepresidente. Lo hacía para saludar la llegada del nuevo año; un año que, anticipaba el hombre fuerte del régimen, debía ser decisivo.

La palabra del coronel Perón fue transmitida a las once de la noche por Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión y trascendía largamente el carácter de una salutación protocolar: “Muy grande es la responsabilidad de nuestra generación, como que en gran parte depende de nosotros la decisión de nuestro propio destino. Para ello es menester corregir los errores de una generación pasada que ha fracasado; asegurar el presente por la acción de nuestros propios medios y prolongarnos en el porvenir, preparando las nuevas generaciones de jóvenes argentinos que han de hacerse cargo del futuro de la patria”.

En las puertas ya del nuevo año, Perón concluía su mensaje: “Presiento un futuro feliz para la Nación…La era del fraude ha terminado”. Desde el poder, al que había llegado por una revolución militar o golpe de Estado, preparaba el camino que, 17 de Octubre mediante, lo encumbraría como líder de un nuevo movimiento político popular que lo consagraría en las urnas como presidente un año más tarde.

En su libro “El 45. Crónica de un año decisivo” (Sudamericana, 1971), Félix Luna explica por qué aquel momento marcó una bisagra en nuestra historia: “no solamente porque Perón haya llegado al poder e iniciado su hegemonía sino porque el país entero decidió entonces adquirir un determinado estilo político y asumir una determinada conciencia. Ciertos valores cayeron para siempre y ciertos valores quedaron afirmados, también para siempre, en 1945”.

Ochenta años después, el clivaje peronismo-antiperonismo parece cosa del pasado. Pero otras divisorias de agua asoman, superpuestas sobre aquellas que se van tornando cada vez más borrosas. Como entonces, la paz y la democracia, en nuestra región y en el mundo, enfrentan nuevos desafíos.

Publicado en Clarín el 28 de diciembre de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/45-2025_0_o8k4QOgtpp.html

 

 

 

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