lunes 7 de octubre de 2024
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Dudas y certezas del Presupuesto 2025

El domingo 15 de septiembre pasado, el presidente Javier Milei presentó ante el Congreso su Presupuesto 2025. Se trató, sin dudas, de un hecho inédito para la Argentina, ya que es la primera vez que un mandatario se ocupa de dar a conocer “la ley de leyes”. Pero, la crisis que vive el país también es inédita y para salir de ella se requieren soluciones inteligentes y sustentables. ¿Las tiene este Presupuesto?

Antes de adentrarnos en el análisis del proyecto enviado a Diputados, es preciso reflexionar un poco sobre cómo llegamos hasta acá, porque eso nos permitirá ver más claramente cuáles son los caminos necesarios, cuáles los propuestos por el Ejecutivo y, sobre todo, cuáles son los posibles.

En ese sentido, es importante recordar que al finalizar el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, el 10 de diciembre del 23, Argentina se encontraba en una grave crisis, por la combinación de una enorme acumulación de deuda interna, por una cifra de US$ 65.000 millones a US$ 70.000 millones, y con US$ 20.000 millones de dólares de reservas negativas, entre títulos en dólares liquidables por los tenedores y futuros. Todo esto configuraba una situación prácticamente imposible. Yo no recuerdo haber visto algo igual en la larguísima vida que he tenido como profesional.

Y teníamos otro problema, que yo creo que se subestimó en todos los análisis: se había acumulado una enorme deuda con los proveedores, porque no les estaba permitido liquidar cambio a toda la industria, la cultura, los servicios, los insumos. Argentina estaba prácticamente en cesación de pagos de su corriente de insumos para funcionar.

Entonces esa combinación de crisis bancaria, estatal, privada, era monumental.

De una manera o de otra, esa crisis ha sido cabalgada, aunque probablemente no en los términos que yo lo hubiera hecho. El Gobierno de Javier Milei ha logrado el pago de importaciones; ha logrado reestructurar de una manera voluntaria la deuda en un corto plazo; y ha logrado que la tasa de inflación baje.

Por lo tanto, con este punto de partida, es preciso señalar que el proceso de normalización de una economía tan descapitalizada y descalabrada como la Argentina requiere tiempo.

En contraste, yo tiendo a pensar que el Gobierno tiene urgencias que lo obligan a buscar resultados muy rápidos. Y en esto no hay resultados rápidos, sino que uno tiene que ir corrigiendo los desbalances para, luego de un tiempo, ya con los desbalances corregidos, lograr una estabilidad.

Algo similar ocurrió en el gobierno del presidente Raúl Alfonsín: el Plan Austral no apareció al comienzo, prácticamente un año y medio después. Y algo parecido ocurrió con el presidente Carlos Menem. En aquel entonces las circunstancias eran muy difíciles, y hoy lo siguen siendo.

A veces el presidente Milei exhibe como virtud lo que yo digo que es una necesidad. Y es muy distinto el mundo de la virtud del de la necesidad. Seamos claros: usted no puede tener déficit; debería tener superávit. ¿Por qué?

Primero, porque su demanda de moneda local está colapsada. Segundo, porque usted tiene un descrédito internacional basado en diez defaults y cinco confiscaciones de depósitos; y tercero, puede tener un horizonte muy difícil por el clima y por los bajos precios internacionales.

Yo casi no he visto en las distintas presentaciones del Gobierno una explicación cuidadosa de cuán grave y seria es la crisis argentina. Es una crisis enormemente extendida. Por muchos años hemos ido descapitalizando la economía, volviéndola informal, reemplazando trabajadores formales por ambulantes. Sufrimos un proceso de fuerte destrucción de nuestra capacidad de generar riqueza y una caída de la productividad. Esto ha generado un escenario muy complejo, que para mí se resuelve de una sola manera: creciendo por exportaciones, por inversión y por empleo formal.

Desde luego, no se puede desconocer que el respaldo político objetivo de Milei no es ni el de Alfonsín, ni el de Menem. Nuestro sistema político está enormemente fraccionado, anarquizado, a veces llevado por antagonismos inexplicables, en definitiva, dificultades inmensas. En parte es culpa del régimen electoral, en parte se debe a que la adaptación a las nuevas realidades en nuestro país ha sido muy lenta. Pero lo cierto es que la gente siente una gran decepción con el actual sistema político, y por eso terminó eligiendo a un outsider sin partido ni equipo. Un experimento político extraordinario, pero que, lógicamente, genera mucho desconcierto.

Números que no cierran

El Presupuesto 2025 presentado por el propio Milei tiene una base numérica que a mí me luce al menos discutible. Veo números ambiciosos. No veo cómo la inflación de este año pueda terminar en el 104% (yo hice el ejercicio de calcularlo y no me da). Tampoco veo cómo termina la inflación de 2025 en 18%. No veo cómo terminamos con ese superávit externo que se estima. No veo cómo vamos a colocar el 20% de la deuda en el mercado internacional.

No la veo.

En cambio, sí veo muchas suspensiones de regímenes estructurales, como el Fondo Nacional de la Defensa, que es algo muy complejo. Cuadrar todo esto es un problema serio. Pero no cuadrarlo también. Estamos en un dilema inmenso, porque cuadrar todo significa forzar cosas; y no cuadrarlo implica una crisis monumental.

En lo personal creo que vamos a terminar 2024 con una inflación más alta que lo estipulado en el Presupuesto; probablemente unos 10 o 15 puntos por encima de lo consignado en el proyecto. Y el año que viene también: si se lograra un 30% sería un número extraordinario.

Como se puede entender, este proceso de estabilización puede ser más lento de lo que el Presidente supone e incluso de lo que necesita de cara a la competencia electoral legislativa de 2025.

Una de las mayores dificultades es que Argentina tiene un régimen que no tiene el resto de los países. Al menos de los países desarrollados y los que nos rodean, porque sí existe en Venezuela, Cuba y Corea del Norte, pero ellos son el vecindario al que uno no quiere pertenecer. Un régimen de control de cambios tan estricto como tiene la Argentina es una verdadera anomalía.

Pero también es una anomalía que tengamos alrededor de US$ 6.000 millones de dólares de reservas negativas y que no podamos estructurar un programa sólido, robusto con los organismos multilaterales. Todas estas son cosas que deben reencauzarse cuanto antes.

En Nueva York, en el marco de la Asamblea de la ONU, Milei afirmó que su idea es salir del cepo cuando la inflación llegue a cero. Eso es lo que transmitieron los medios. Pero yo supongo que él se refería a la convergencia entre el índice de inflación, la tasa de devaluación y de inflación internacional.

Contrariamente a lo que se está debatiendo por estos días, yo considero que ese no es nuestro mayor problema. Lo central es que la Argentina está muy descapitalizada. Los precios internacionales son malos, el clima no ha sido favorable, tenemos muchas dificultades externas…, y esas dificultades son difíciles de aceptar por nuestra sociedad. La realidad es dolorosa y el cepo, en el fondo, esconde eso. Ahora, no es fácil correr la cortina, pero, al mismo tiempo, no correrla involucra un proceso muy largo de resolución de nuestros problemas

La forma que quizás se vislumbra como más práctica para salir de este escollo es conseguir el apoyo de los organismos multilaterales y de los países más poderosos.

Por parte del Gobierno y de los medios se están poniendo demasiadas expectativas en el resultado de las elecciones en los EEUU (a saber, que un eventual triunfo de Donald Trump pueda mejorar nuestra posición para acceder a ese crédito). Pero vale recordar que las elecciones son el 5 de noviembre. Seguramente asumirá quien gane en enero, y recién en febrero tendrán armados sus equipos. Por lo tanto, recién en marzo estaríamos en condiciones de sentarnos a negociar un acuerdo. No podemos esperar tanto. Ya tenemos que haber logrado muchas cosas antes de que el futuro Presidente estadounidense arranque. Tenemos que arreglarnos con lo que tenemos hoy. Hay que cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo y ver cómo nos vamos a financiar el año que viene. ¿Cómo vamos a rollear la deuda? Es una gran duda. Yo veo dificultades.

Para que se entienda, mi crítica al Presupuesto no es la misma de quienes dicen “es muy duro”, que “es injusto”, y todas esas cosas que se escuchan. Las dificultades que veo tienen que ver con que el país hoy no tiene acceso al mercado de capitales, que tenemos todavía un Riesgo País alto y hay que bajarlo. Pero para lograrlo se requiere mucha previsibilidad, y no solo por parte de la administración de Milei, sino de todo el sistema político.

La sustentabilidad del programa

Existe un fuerte consenso, y yo así lo creo también, en que lo peor que le puede pasar a la Argentina es tener una crisis institucional. De hecho, yo trabajo para que no la tengamos.

Por otra parte, pienso que nuestra sociedad no es consciente de lo vulnerables que somos, de la fragilidad de la situación en la que estamos.

Pese a ello, cuando miramos el largo plazo se puede percibir una situación más favorable, si aprovechamos algunas ventajas que tenemos. Pero eso llevará tiempo y mucha inversión de capital. Entonces, aunque veamos ese promisorio porvenir, la pregunta que nos hacemos es cómo vamos a transitar los años que nos llevará llegar a él. La idea de que hay subitaneidad en el tránsito es atractiva en el relato, pero en la vida política y económica no existe. Por eso, quiero insistir en que debemos ser extremadamente cuidadosos, porque la realidad desafía las simplezas.

En ese sentido, el cepo es claramente un factor a tener en cuenta al hablar de previsibilidad. El Gobierno de Milei expresa sobre este punto lo mismo que mucha gente, es decir, el temor a lo que pueda pasar si se liberara. Lo que yo digo es que si no liberamos el cepo también va a haber dificultades. Pensar la economía y la política en término de “buenos y malos” es de un gran infantilismo.

Los dilemas que tenemos son realmente complejos. Llevan muchos años de discusión, muchos errores acumulados, y resolverlos requiere de una enorme tenacidad, una disciplina y yo agregaría también un consenso muy grande respecto a que los esfuerzos que hagamos deben ser irreversibles. Y me refiero a que no volvamos a cometer los errores que nos han llevado a retrasarnos significativamente respecto a Uruguay, Chile o Perú.

Tenemos que volver a crear la confianza en nuestro país, para los propios y para los extranjeros. Como decía, no será fácil después de diez defaults, cinco confiscaciones de depósito, varias hiperinflaciones, una megainflación… Son muchos años de fracasos.

Los argentinos necesitamos construir un espacio que permita generar la unión nacional, un acuerdo en que no podemos volver a incurrir en los descalabros que se llevaron a cabo en el pasado, en que debemos tener disciplina fiscal, presupuestaria, monetaria, laboral y previsional. Y todo esto tiene que formar parte de una plataforma de lanzamiento que nos permita recuperarnos como sociedad, convivir pacíficamente y afrontar una circunstancia que es enormemente compleja y difícil. Lamentablemente, hoy veo estas ideas ausentes de los discursos del Gobierno y de la oposición.

 

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