Ha muerto el músico, arreglador y productor Quincy Jones. Fue una figura inmensa del espectáculo que supo distinguir entre la música y el negocio de la música. Entre sus éxitos estelares figura la grabación de la canción “We are the world” (Nosotros somos el mundo), grabada en 1985. El tema fue especialmente compuesto por Lionel Richie y Michael Jackson para USA for Africa, una iniciativa benéfica por el padecimiento y la pobreza que sufría el continente africano.
Se reunió una enorme cantidad de celebridades del olimpo musical del momento: Stevie Wonder, Ray Charles, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Tina Turner, Diana Ross, Kim Carnes, Cyndi Lauper, Paul Simon, Billy Joel y Kenny Rogers, entre otros, además de Richie y Jackson, por supuesto. El productor fue Quincy.
Pero la realización de este proyecto tenía que sortear un dilema: ¿cómo hacer para que tantas estrellas trabajaran juntas manteniendo el equilibrio artístico y el lucimiento de cada una de ellas? A Quincy Jones se le ocurrió una gran idea, una gran idea simple. Como son las grandes ideas. Colocó un cartelito en la puerta del estudio que decía: “Deje su ego afuera”. Fue lo que, al final de cuenta, generó el clima de colaboración que era necesario y, al mismo tiempo, posibilitó la gran actuación de todos. Fin de la anécdota.
Son por todos conocidas las divisiones dentro de los bloques parlamentarios de la Unión Cívica Radical y las diferencias internas que impiden que los radicales podamos tener Radicalismo. Son disentimientos y segregaciones que siempre existieron en nuestra historia y que casi nunca redundaron en beneficio para las ideas propias y para la política argentina. Esas desavenencias, al igual que muchas otras, pueden desandarse cuando existe una conversación política que encuentre en la pluralidad de opiniones cursos comunes de acción. Nada que no se sepa. Nada que no se haya hecho en otras crisis y que comienza con sentarse en una misma mesa.
También son de dominio público las agresiones físicas y discursivas que recibimos. La palabra violenta siempre preludia los hechos violentos. La insolencia de pretender descalificar la talla democrática del presidente Alfonsín y los destrozos que desconocidos perpetraron en el Comité Nacional son muestras de la escalada.
Una buena respuesta sería que las estrellas de la UCR se reúnan en el mismo Comité Nacional, y que conversaran acerca de cómo rearmar un Partido con proyección nacional, vocación de poder, voluntad de cambio y de servicio para los argentinos. Eso sí, sugiero pedir prestado el cartelito de Quincy: “Deje su ego afuera”. Sólo así se podrá lograr una obra valiosa en donde cada uno brille en el conjunto.