miércoles 9 de octubre de 2024
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Debacle económica

Nunca desde 1870 una crisis económica había abarcado a tanto países. Nunca desde el fin de la devastadora Segunda Guerra Mundial una crisis económica global había sido tan intensa. El coronavirus SARS-CoV-2 está horadando hasta a las mayores economías del mundo. Esta es la impensable caída del producto bruto que algunas de esas economías sufrieron en la primera mitad de este año:  

Gran Bretaña -20,4

Francia -13,8

Italia -12,4

Canadá -12,0

Alemania   -9,7

Estados Unidos  -9,5

Japón  -7,1

(España, -18,5)

Jamás Gran Bretaña había conocido una recesión semejante. Según el Financial Times, 750.000 personas perdieron sus empleos en ese país durante la actual crisis sanitaria, y según un experto “esto es sólo la calma que precede a la tormenta” .

El caso de Gran Bretaña es sorprendente; pero la debacle es internacional y en la tabla lo ilustra la contracción de casi 10 por ciento que muestran Estados Unidos (líder en el ranking mundial de producto bruto) y Alemania (líder en Europa).

La economía que menos ha sufrido es la de China, que crece y según el Fondo Monetario Internacional (FMI) seguirá haciéndolo. La tasa de crecimiento prevista (1,2 por ciento en el año) será inferior a las habituales en ese gigante, pero es un gran logro crecer un poco cuando los demás caen mucho. Algo llamativo, además, porque China es el país donde se originó y expandió la pandemia.

Nadie como Lord O’Neill puede analizar esta pandemia con criterios científicos y económicos a la vez. Es un destacado economista, fue Secretario de Comercio de Gran Bretaña, se ha especializado en salud pública y presidió una comisión dedicada a estudiar la resistencia a drogas que combaten los virus y otras especies microbianas. La resistencia –que anula el efecto de tales drogas— “es una de las mayores amenazas para la salud mundial” según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y podría frustrar el hallazgo de un antiviral específico para el coronavirus.

Lord Neill dice que “no se puede hacer ninguna distinción entre salud y economía”. Refiriéndose al caso de China, afirma que fue “un gran error” del gobierno ocultar la aparición del virus; pero que “en vez de seguir criticando el error, debemos aprender del exitoso manejo de las crisis sanitaria y económica de China”, empezando por “la tecnología y la técnica diagnóstica que han usado”.

La Asociación Americana para el Avance de la Ciencias, de Estados Unidos, destaca el eficiente manejo chino de la pandemia, que atribuye a un estricto monitoreo y la aplicación de una técnica llamada “intervalos seriales”.

Si bien las cifras del gobierno de Xi Jinping no parecen verosímiles (80.395 infectados y 4.634 muertos en un país de 1.393 millones de habitantes), la OMS no las objeta, y aun si fueran manipuladas no pueden ser sideralmente mayores. En esto coinciden todos los expertos.

Lord Neill se distancia de la indiferencia europea y el rencor norteamericano respecto de China y dice que “debemos celebrar el crecimiento económico chino porque, en un mundo en recesión, la capacidad importadora de China puede ser un factor reactivante “ Una cooperación internacional en el control de la pandemia, que incluya a los principales países y los organismos internacionales, es necesaria para acelerar la recuperación económica .

La Unión Europea ha dado un paso en la buena dirección al crear un fondo de 816.000 millones para otorgar, entre sus miembros, subvenciones y préstamos a bajo interés. Pero en el mundo – aún en la propia Europa— es muy débil la cooperación de estado a estado. Cada gobierno exagera sus avances en el control de la pandemia, subsidia PYMES y paga parte de los sueldos de empresas privadas, todo como si pudiera resolver en soledad los problemas de su país. Todos, además, prometen un futuro deseable.

El presidente Donald Trump ha dicho que Estados Unido ha “arrinconado” al coronavirus y que 2021 su país tendrá “el mayor éxito económico de la historia”.

En Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson afirmó que se va a “usar este momento” para “resolver problemas de larga data”; e invocó a Franklin Delano Roosevelt para anunciar una suerte de New Deal, que comenzaría por una inversión estatal de 6.100 millones de dólares en obras públicas.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron presentó un plan que culminaría en 2030 y señala como objetivo la “soberanía económica”. Mientras tanto, su gobierno destinará 100.000 millones de euros (de los cuales, 35.000 millones provendrían del fondo europeo) para reindustrializar el país y fomentar el empleo.

No sólo será difícil superar los inmensurables costos que ha causado la pandemia hasta ahora. Como dice Gemma Tetlow –especialista en asuntos fiscales y economista jefa del Institute for Government de Londres—“todas las medidas de apoyo económico adoptadas por los gobiernos de diversos países, se basaron en el supuesto de que se trataba de una necesidad temporaria”.

La prolongación de la emergencia creará un problema financiero global que se agravaría si los gobiernos creyeran que es posible recurrir al saturado crédito externo para financiar la reconstrucción de sus países. Es posible que se requiera un acuerdo financiero mundial.

Eso demandaría consenso y esa es una de las razones por las que Lord O’Neill piensa que es desatinado ignorar o desafiar a China.

El consenso entre fuerzas antagónicas demanda un catálogo de renunciamientos: cada una debe ceder algo. Esto también es necesario en los “países en desarrollo”, que no tienen las espaldas de aquellos que conforman el primer mundo pero que, asociados, pueden adquirir mayor poder de negociación internacional. Para eso hace falta que, en el orden interno, también haya renunciamientos. Si partidos políticos, organizaciones empresarias y sindicatos no suspenden diferencias, pequeñas y grandes, estos países no podrán superar su debacle. 

Publicado en Clarín el 13 de septiembre de 2020.

Link https://www.clarin.com/opinion/debacle-economica_0_3iVut_H6q.html

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