viernes 26 de julio de 2024
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Daniel Salvador: “La Conadep fue un triunfo de los argentinos que acompañaron la decisión de Alfonsín de consagrar democracia para siempre”

El ex vicegobernador bonaerense y uno de los históricos referentes de la UCR de la Provincia de Buenos Aires que, al igual que Graciela Fernández Meijide, será distinguido el miércoles próximo con el diploma ‘Honoris Causa, que le otorgara la Universidad de Buenos Aires por haber integrado la histórica Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, expresó su “enorme satisfacción” y “ honor” que significa, en el plano personal, haber sido elegido para recibir ese reconocimiento y destacó que la labor que cumplió la CONADEP y el ‘Juicio a las Juntas’ constituyen un logró de la democracia y pone en evidencia la “decisión política” que tenía Raúl Alfonsín en cuanto a que esos pasos implicaban “la única manera de consagrar democracia para siempre”. 

Con la emoción a flor de piel, al recordar que integró la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) creada por Raúl Alfonsín a solo cinco días de asumir como Presidente, el 10 de diciembre de 1983, en el inicio de la recuperación de la democracia, el ex gobernador y, a la vez, uno de históricos referentes del radicalismo de la provincia de Buenos Aires, Daniel Salvador, dijo sentir una “enorme satisfacción” en el plano personal por haber sido elegido para recibir el reconocimiento de parte de la Universidad de Buenos Aires; destacó que la labor que cumplió la CONADEP y el ‘Juicio a las Juntas’ se erigen en un logró de la democracia recuperada en 1983 bajo el liderazgo de Raúl Alfonsín y también “un logro de todos los argentinos” y, a la vez, recordó los “momentos momentos muy duros” que debió atravesar, junto a los otros miembros de la comisión, al recibir los testimonios de sobrevivientes de la represión ejercida por la dictadura QUE concurrían a aportar información tanto como angustia que invadía a los familiares de quienes que hallaban aún ‘desaparecidos’, esa figura tétrica y fantasmal con la que los genocidas castrenses ‘ubicaron’ a aquellos cuyo paradero se desconocía.

Salvador, en una entrevista con Nuevos Papeles, relató que al momento de convocar a quienes integraron, como en su caso la CONADEP, y cuando la comisión desplegaba la labor que se le había encomendado Alfonsín “nos transmitía” como una “premisa” que “la defensa de los  derechos humanos tenía que estar basada en el derecho y no en una cuestión partidaria. ¡Ni partidaria ni de un gobierno!”, enfatizó y remarcó que en ese marco “siempre se trabajó con esa idea de la defensa de los derechos humanos basada en el derecho y esa conducta fue la que, por supuesto, adoptamos cada uno de nosotros en ese entonces y después”.

¿Qué significa para Ud. la distinción que recibirá de la UBA como Doctor ‘Honoris Causa’?

Desde ya que es una enorme satisfacción haber sido elegido para recibir una distinción de esta naturaleza e, íntimamente, la vinculo más que a un reconocimiento personal al gran logro de la Argentina y del gobierno de Raúl Alfonsín porque fue para alcanzar la democracia para siempre. Que estemos en camino a cumplir 40 años de democracia, aún con todas las dificultades que venimos atravesando en lo económico y en social; que haya una democracia desde lo institucional absolutamente aceptada demuestra a las claras la decisión política del Presidente Alfonsín en cuanto a que la única manera de consagrar democracia para siempre era no dejar de mirar lo que había sucedido con la violación a los derechos humanos durante la dictadura y el mecanismo de buscar la verdad, y para eso creo la CONADEP, y después la máxima justicia posible frente lo sucedido también demuestra a las claras que fue el camino correcto. Y, en el pedacito que uno pueda haber aportado en la tarea que llevó adelante la Comisión Nacional sobre Desaparición de personas, modestamente, guardo el orgullo de la tarea encomendada y correctamente cumplida.

Cuando la Argentina camina a cumplir 40 años de democracia, nos imaginamos que la distinción que la UBA le ha otorgado y recibirá el miércoles próximo al igual que sucederá con Graciela Fernández Meijide, más allá del alto honor que debe significar, presumimos que lo llevan a experimentar otras sensaciones de aquella tarea en la CONADEP. 

Y sí, sin duda. Y recuerdo cómo y cuándo fui convocado para participar de la CONADEP por el propio doctor Alfonsín pocos días después del triunfo en las elecciones del 30 de octubre cuando él ya comenzaba, instalado en el hotel Panamericano, a trabajar en el armado del gobierno. Y, por aquellos días, recibí un llamado a través del cual me hace saber que quería que me acercara para reunirme con él. Por cierto, ambos veníamos de muchos años compartidos previamente a ese momento y fue en esa reunión en la que el doctor Alfonsín me puso al tanto de que se proponía constituir esa comisión tanto como de participar de ella; me comentó que hablaría con cada uno de quienes él pensaba también podían ser parte (de la comisión), de la necesidad de convocar a cada uno, de tener un punto de encuentro y llevar adelante una tarea que no era exactamente la que, en todo caso, debía llevar adelante la Justicia pero que tenía como objetivo no solamente poder desentrañar que era lo que había ocurrido en la Argentina sino, también, que esa labor se hiciese de una manera creíble en una sociedad en la que, en ese momento, existía miedo y en algunos casos, desconocimiento de lo sucedido se pudiese correr ese velo y que realmente se supiera con absoluta crudeza lo que había ocurrido en la Argentina. Desde mi punto de vista esa tarea de la CONADEP significó una condena moral de la sociedad argentina y del mundo para quienes habían sido responsables de violaciones a los derechos humanos. A medida que se fue trabajando en esos nueve meses, día a día, se fue sumando más gente, se fue tomando más conciencia y día a día se fue construyendo ese ‘nunca más’ con el que se llamó al informe de la comisión luego de concluir la tarea y después la tarea gigantesca, en el marco de la Justicia, de un fiscal como Julio Strassera, quien llevó adelante, sobre la base de ese informe, una tarea impecable conforme al debido proceso, respetando el derecho a la defensa. Y luego, la tarea de los jueces. Por eso digo que en nueve meses se haya podido alcanzar el objetivo que tenía la CONADEP que, insisto, sirvió para esa condena moral y que haya sido la base de la acusación del fiscal Strassera, significa haber cumplido con una tarea encomendada por Alfonsín a partir de una decisión política de él que fue fundamental porque, de no haber existido esa decisión política, no hubiese habido esa investigación. Esa es la realidad. Lo contrario a lo que llevó adelante el doctor Alfonsín era sostener la autoamnistía que, previamente a las elecciones, habían dictado los militares en el gobierno con lo cual nunca iban a poder ser investigados. Claro que todo aquello, al recordarlo, me provoca distintas sensaciones y, fundamentalmente, orgullo, honor, por haber podido colaborar y, básicamente, la satisfacción de una tarea que se cumplió y perdura en el tiempo porque gracias a lo que fueron esos pilares se pudieron superar las dificultades que muchas veces se nos presentan en la vida en la democracia como, también, los desafíos que se nos presentan hoy y que son desafíos del presente y del futuro.

Nos gustaría rememorar algo más acerca de cómo se produce esa convocatoria a Ud. para integrar la CONADEP por parte de Alfonsín.

En mi caso había participado junto a muchos otros activamente en la campaña electoral. Conviene aclarar, recordar y remarcar que cuando el doctor Alfonsín era candidato presidencial hablaba en ese momento que se proponía derogar la ley de autoamnistía y que se iba a iniciar un proceso de investigación y siempre sostuvo, por entonces, que se iba a hacer a partir de una comisión conformada a tal efecto. Y en ese momento se generó un debate sobre si debía ser una comisión de las características que después tuvo, designada directamente por el Presidente, o debía ser una comisión bicameral parlamentaria.

El doctor Alfonsín, inmediatamente después de ser electo Presidente, decidió ratificar su camino y que la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas fuera integrada por hombres y mujeres, en su mayoría independientes del gobierno, designadas por el propio Presidente y, en paralelo, en el mismo decreto de creación, se invitó a la Cámara de Senadores y a la Cámara de Diputados para que enviarán, cada una, tres representantes para integrarse a la CONADEP. La Cámara de Senadores, en la que no tenía mayoría el oficialismo, es decir la UCR, decidió no designar representantes y la Cámara de Diputados sí y, en este caso, la oposición no quiso integrarla. El justicialismo no quiso y, en otros casos, como (el entonces diputado nacional) Augusto Conte, quien tal vez podría haberse  integrado, en ese momento, era miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y desde su partido (Demócrata Cristiano), creían que debía ser una comisión bicameral, pese a que después él fue uno de los principales colaboradores junto a otras personalidades como Simón Lázara. La Cámara de Diputados designó a tres de sus miembros que fueron Hugo Piucill, Horacio Haurte y Santiago López. Insisto, en mi caso, la invitación a integrar la CONADEP tiene que ver con una militancia en común que teníamos desde hace mucho tiempo con el doctor Alfonsín y, por supuesto, el compromiso de defensa a ultranza de los derechos humanos como que fue algo que por supuesto también tenían Ernesto Sábato, Magdalena Ruiz Guiñazú, quienes no tenían una militancia política ni partidaria y tanto como ese compromiso lo tenían todos. Y también en los primeros pasos de organización de la comisión se requería que esas personalidades tuvieran, además de su convicción en defensa de los derechos humanos y pudieran asumir la responsabilidad de integrar la puesta en marcha de la comisión.

¿Qué explicación le encuentra a la negativa del peronismo de no integrar la comisión?

La primera explicación tiene que ver con lo que venían sosteniendo en la campaña con vistas a las elecciones del 30 de octubre de 1983 los dos candidatos más fuertes, el doctor Alfonsín por el radicalismo y el doctor Ítalo Luder por el justicialismo y el eje casi central de esa campaña era qué se iba a hacer con la ley de autoamnistía, si se iba a investigar o no lo que había sucedido con la represión de la dictadura. Y claramente el doctor Luder sostenía que no se podía avanzar en esa investigación, que había que dar en definitiva  una vuelta de página y arrancar un proceso como si nada hubiera pasado en la Argentina. Mucho entonces tiene que ver esa posición con eso y hay que tener en cuenta que, en la elección, el doctor Alfonsín gana con algo más del 51% de los votos por lo que había una parte de la sociedad que había votado la otra opción. Por lo que, respondiendo a la pregunta, los bloques parlamentarios (del peronismo) actuaron en consonancia con lo que había sido la propuesta de su candidato.

En su caso específicamente nos imaginamos que recuerda aquel momento en que Alfonsín lo llamó para convocarlo a integrar esa comisión…

Sí. Recuerdo perfectamente ese momento. Veníamos de la euforia del triunfo en las elecciones y se vivía una enorme algarabía pero también era un enorme desafío porque se planteaba que esa democracia era ‘más que una salida electoral, una entrada a la vida’ y así lo asumimos. Yo había participado activamente como dije en la campaña y nos conocíamos mucho con el doctor Alfonsí, quien en 1958 había sido diputado provincial junto a mi padre, Nicolás Salvador, quien después fue diputado nacional en 1973. En mi caso, insisto, el Presidente me convoca desde esa relación que teníamos que era muy fluida. Lo primero que me dijo fue ‘voy conformar una comisión con tales características, voy a hablar con cada uno de quienes quisiera que la integraran. Y así fue. Después habló con Sabato, con (Ricardo) Colombres, con el rabino Marshall Meyer, con el Carlos Gattinoni, con cada uno de quienes finalmente integraron la comisión y ya conformada se produjo, casi de inmediato, la primera reunión en el Centro Cultural San Martín.

Ya conformada la comisión…

Así es. Después que el doctor Alfonsín conversó con cada uno y una vez constituida junto a otro de los secretarios de la comisión convocamos a la primera de las reuniones en el Centro Cultural San Martín. Al principio nos reuníamos en dos oficinas que gentilmente nos había concedido Javier Torres -hijo de Leopoldo Torre Nilsson- quien estaba al frente del Centro Cultural San Martín y después de comenzar a reunirnos en una oficina, al avanzar la tarea, cuando empezamos a recibir cantidades y cantidades de testimonios de sobrevivientes de la represión de la dictadura y de familiares de víctimas del terrorismo de Estado, terminamos ocupando dos pisos del Centro Cultural San Martín donde guardábamos la documentación, recibíamos esos testimonios y, además, semanalmente, hacíamos las reuniones de la comisión. Graciela Fernández Meijide que  básicamente fue convocada por el doctor Alfonsín por su vínculo, su tarea y su lucha en defensa de los derechos humanos desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos –su hijo, Pablo fue secuestrado cuando se encontraba en su domicilio y estaba desaparecido- se tomó algunos días para evaluar la propuesta del Presidente y luego se incorporó a la comisión y su aporte fue también fundamental para la tarea de la CONADEP.

De esos tan sólo nueve meses en que demoró la CONADEP en hacer el informe, en medio de una ciclópea labor y una investigación que llevaron adelante transitando tenebrosos sitios en que miles de argentinos estuvieron privados de su libertad o su destino fue la muerte le deben haberle quedado en su memoria momentos que lo impactaron y aún lo siguen impactando aún cuando haya transcurrido el tiempo.

Y todos fueron momentos muy duros como al recibir los testimonios de familiares de desaparecidos que tenían la esperanza de hallar a ese familiar con vida cuando las posibilidades de ello eran mínimas, escuchar esos testimonios y esas esperanzas, poder contenerlos tanto como ir confeccionando los legajos que nos iban a dar una orientación para después llevar adelante la investigación eran muy duro, con empleados que nos enviaban desde otras reparticiones del Estado para colaborar en esa tarea y no podían soportar esos momentos. Después recibimos el aporte de quienes integraban distintos organismos de defensa de los derechos humanos que estaban ya, quizás, más preparados emocionalmente para recibir esos testimonios.  También fue muy duro participar de las distintas inspecciones a muchos lugares que considerábamos que habían sido centros clandestinos de detención y a los que íbamos con personas que habían estado allí privados de su libertad y que nos contaban lo que allí ocurría, la manera que eran torturados o haber participado en la exhumación de cuerpos en tumbas de ‘N.N’. Era todo absolutamente impactante y también eran duros los momentos de las presiones para que pudiésemos recabar información de las propias Fuerzas Armadas. En el tiempo a todos quienes participamos de la comisión nos cambió la vida y a muchos nos cambio la manera de ver las cosas y, después, el impacto de alguna manera positivo de haber podido terminar la tarea y llevar el informe al Presidente Alfonsín acompañados por una multitud que se congregó en Plaza de Mayo. Todos fueron momento y hechos absolutamente imborrables para todos los que fuimos parte de la CONADEP

De sus reflexiones se desprende que al momento de crear la CONADEP, el Presidente Alfonsín, creía que esa comisión, tanto como la defensa de los derechos humanos, debían tener absoluta independencia de cualquier cuestión política o partidaria. ¿Eso él se los transmitió de alguna manera? 

Fue así. El Presidente Alfonsín siempre tuvo absolutamente una premisa y a quienes estábamos trabajando en esto nos transmitía, casi como fijando un camino, que la defensa de los  derechos humanos tenía que estar basada en el derecho y no en cuestiones partidarias. ¡Ni partidarias ni a favor del gobierno! y pretendía que los organismos defensores de los derechos humanos pudiesen trabajar con absoluta independencia de los gobernantes. Y en la CONADEP siempre se trabajó con esa idea de la defensa de los derechos humanos basada en el derecho y esa conducta fue la que, por supuesto, adoptamos cada uno de nosotros en ese entonces y después.

Volvemos en alguna medida a algo que usted ha dicho. La democracia en la Argentina va camino a cumplir 40 años de vigencia y de la tarea que cumplió la CONADEP han transcurrido casi 39 años. Nos habló de que esa labor de la comisión, su trabajo y el informe que produjo perduran en la memoria de la sociedad. ¿Por qué cree que ha logrado perdurar en el tiempo?

Perdura porque la labor se hizo con objetividad y porque más allá de que la CONADEP fue una comisión cuya creación decidió e impulso el Presidente Alfonsín con el apoyo también del partido de gobierno, nunca se pretendió ni se quiso apropiarse de esa bandera. Creo que ese es un ejemplo de que la defensa de los derechos humanos, la CONADEP, fuese, como fue, un logro de la Argentina, de los argentinos. Fue una extraordinaria patriada de toda la ciudadanía argentina a la que se le convocó a partir de actuar con ejemplaridad, de no querer partidizar la cuestión, hacer la tarea con eficiencia para poder demostrar lo que había ocurrido en la Argentina, mostrar la verdad con absoluta crudeza y eso creo que se hizo carne en la sociedad argentina y, por eso, hemos visto en el correr de los años protestas o algunas situaciones que han atravesado los sucesivos gobiernos pero nunca lo que era algo recurrente en el pasado como lo que ocurrió desde 1930 hasta 1983 en que cuando algún gobierno constitucional tenía tropiezos se empezaban a escuchar voces para generar el campo propicio para un golpe de Estado. Esto que ocurrió con la creación de la CONADEP y luego con el juicio a las Juntas fue un logro del pueblo argentino que acompañó la decisión del doctor Alfonsín. Él siempre decía y convocaba a que cada uno podía llevar su bandera partidaria pero que había que bajarla un poquito para que por encima de ella flameara la celeste y blanca, la bandera argentina, marcando el rumbo de la unión de los argentinos. Fue un logró del doctor Alfonsín y del pueblo argentino.

Creo que frente a tantos desafíos pendientes que tenemos por delante con un país que en el marco de la democracia pueda lograr crecimiento, equidad, progreso, sin pobreza y sin exclusión social, sin impunidad, con honestidad, con independencia de los poderes, con educación pública de calidad, deben ser objetivos a alcanzar y, en ese sentido, creo que la manera en que hizo lo que hizo aquel gobierno del doctor Alfonsín, es la manera en que debemos encarar y alcanzar esos objetivos. Y creo que debe servir como un ejemplo porque Alfonsín pudo hacer esto y ponerlo en marcha. En los primeros cinco días de gobierno impulsó la derogación de la ley de autoamnistía, crear la CONADEP, ordenar el procesamiento de los miembros de las juntas militares, propiciar la reforma del Código de Justicia Militar e incluir en ella la posibilidad de que los fallos que dictara el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas pudiesen ser revisados por la Justicia civil, como finalmente ocurrió, y se lo sostuvo en el tiempo y tuvo la visión de que todo eso se convirtiera en un logro de todos los argentinos.

Me parece que lo que falta en la democracia es saber que quienes se hagan cargo del gobierno tienen que ejercerlo con claridad, saber que antes de ganar una elección hay que tener absolutamente en claro cuál es el rumbo e involucrar a la ciudadanía, a la gente, porque poner de pie a la Argentina va a requerir tiempo y esfuerzo y hay que lograr que la gente pueda ver que, paso a paso, se hace de lo que se necesita para poner de pie a la Argentina.

Cuál es su sensación frente al hecho de recibir esta distinción junto a una personalidad como la de Graciela Fernández Meijide, a quien usted mencionó y destacó por su tarea tanto como la que cumplieron todos los miembros de la CONADEP.

Es una gran emoción, un orgullo recibir esta distinción y que también le sea conferida a Graciela y, por supuesto, la comparto con todos quienes fueron integrantes de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas y siempre destacando también la labor de la Fundación Strassera que tengo el alto honor de integrar. En definitiva todo se nuclea en torno a lo que se hizo que, insisto, fue un logro de todo el pueblo argentino a partir de la decisión política del doctor Alfonsín y todo aquel gobierno. Y, no puedo dejar de recordar, aquella tarea que se hizo en un tiempo récord, el informe que generó la CONADEP y después la tarea que llevaron adelante el fiscal Strassera y los jueces del tribunal. Es una enorme emoción ver que aquella democracia que soñamos va camino a cumplir ya sus primeros 40 años y, naturalmente, me emociona recibir una distinción de parte de una institución de enorme prestigio como es la Universidad de Buenos Aires. Para mí será una de las cosas más lindas que me ha pasado en mi vida.

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