miércoles 11 de diciembre de 2024
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Creando una agenda política

Los partidos políticos no están de moda. Son instituciones fundamentales del sistema democrático, pero la acción política a través de las redes ha puesto su rol en cuestión. Especialmente para los más jóvenes son un arcano, estructuras viejas para tiempos de decisionismo vertiginoso.
Pero en el análisis institucional la moda no puede ser todo, justamente porque se trata de pensar el largo plazo. Es esta la razón es esencial replantear su vigencia. Pongámoslo claro: sin partidos estamos condenados a un sistema democrático débil, signado por el corto plazo e ideas perentorias, esas que se abrazan con el mismo fervor que se abandonan.
Para que vuelvan a convertirse en catalizador de la sociedad, es menester que comprendan el tiempo histórico sin atarse a dogmatismos, que ayuden a calibrar los vaivenes de un país en el que pasamos de izquierdas a derechas sin respiro.
Argentina vive tiempos de liberalización económica (liberalismo le queda grande a un proceso con rasgos de marcada intolerancia). Aun así, llama la atención que todavía no se haya puesto el acento en un eje central: la competencia económica. Se puede decir que falta una ley actualizada, lo que es cierto, pero hay varias cuestiones en las que ya se podría avanzar. Y es aquí donde los partidos políticos, en la cabeza de sus presidentes, pueden jugar un papel fundamental, marcando una línea.
Empecemos con algo tan urgente como los medicamentos para los jubilados. Bastaría con poner de relieve la larga historia de concentración económica y abusos de los laboratorios, que remiten hasta los tiempos del presidente Illia, y a picardías más cercanas con las vacunas en tiempos de la pandemia. Y resaltar que sería factible bajar los precios que paga el PAMI con una actuación por parte de la autoridad de defensa de la competencia en conjunto con los organismos estatales del caso. Esto se hizo en 2017, con un impacto mayúsculo: ya que estamos en plan de recortes en el Estado, hablamos de medicamentos con sobreprecios para los que se destinan más de 351 mil millones de pesos.
Otro caso, que directamente da para una ley en el Congreso: el régimen de subsidios de Tierra del Fuego. 1567 millones de dólares por año, 0,22 del presupuesto total, todo el gasto del Estado en ciencia y tecnología y 40% de lo que se destinó a Asignación Universal por Hijo. Está claro que no se puede hacer desaparecer el régimen de la noche a la mañana, porque hay miles de empleos y la economía de una provincia en juego. Pero siempre hay una salida: pasar paulatinamente de un régimen que absurdamente premia la facturación de las empresas beneficiarias a otro que estimule la innovación y el valor agregado. Una reforma a la vieja Ley N 19.460, que incluya un esquema temporal para mantener el crédito fiscal sólo cuando se agrega valor en el país, más equiparación de impuestos internos, revisión de ganancias y aranceles.
Los partidos deben salir del “no lugar” que es la crítica por la crítica, de la vana verborrea en las redes que sólo busca la figuración personal. Tienen una misión constitucional y deben estar a la altura de las circunstancias, dándole densidad a una agenda política hoy mediocre. Son el pasado, pero sobre todo son el futuro.

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