viernes 19 de abril de 2024
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Coronavirus en Argentina: la emergencia sanitaria no admite la parálisis institucional

En apenas un mes el mundo cambió. Las de formas de vivir, de relacionarnos y de producir no serán las mismas. Ya no servirán las fórmulas aplicadas hasta ahora. Necesitamos readaptarnos ante una pandemia que en dos meses está causando en el planeta más muertes diarias que las que provocaron las guerras mundiales del siglo pasado y sus consecuencias económicas serán parecidas o aún peores. 

En Argentina, un país con décadas de problemas económicos y sociales no resueltos, las secuelas serán dolorosas. Por eso exigen anticiparse, actuar con urgencia y muchísima responsabilidad. 

El papel de la política

El mayor compromiso es de la política, que en un marco de absoluto respeto por las instituciones y los derechos y garantías de los ciudadanos, debe fijar las reglas, dar el ejemplo y orientar a la sociedad en una crisis de las más complejas de su historia.

Nunca como hasta ahora le toca demostrar que está a la altura del momento. Y en general la respuesta ha sido positiva, porque salvo algunas pocas excepciones, la mayoría de los dirigentes dejó de lado el oportunismo y las diferencias para lograr un consenso que contribuyó a establecer el aislamiento estricto de la población y tomar algunas medidas para atender las necesidades más acuciantes.

Como dijo el propio Presidente, el mérito de estas decisiones no es del Gobierno sino de toda la sociedad. Y nosotros como oposición, lejos de intentar sacar ventajas mezquinas, acompañamos ofreciendo propuestas y cumpliendo las obligaciones institucionales que corresponden.

Anticiparnos, pero con más institucionalidad

 Hace tres meses las autoridades sanitarias no sabían si la pandemia llegaría, ahora mirando al mundo ya podemos presumir lo que dejará.

Los argentinos debemos prepararnos, vamos a superar la pandemia, pero nada será igual. La pandemia es global y se debe actuar globalmente.

Más de 190 millones de empleos se perdieron en 3 meses en el planeta. 160 países iban a ver crecer en su PBI, ahora más de 170 verán cifras negativas y ni hablar de los efectos sobre la región o en el país teniendo en cuenta nuestra vulnerabilidad.

Eso ya está fuera de discusión, como el coronavirus.

Llegó la hora, es ahora y no podemos esperar, luchar contra la pandemia en la salud y enfrentar la pandemia de nuestra economía es responsabilidad de todos.

El impacto que la crisis global tendrá en nuestro país nos dice que lo hecho hasta ahora no será suficiente. Debemos empezar a trabajar en la salida de la coyuntura, pero también pensar en el largo plazo.

Es preciso proyectar el modo en que encararemos la reconstrucción social y económica. Han pasado 23 días desde que entramos en la emergencia y la democracia dejó su plenitud para ir a un estado de excepción. Es tiempo que la normalidad de los poderes fortalezca el camino emprendido contra el virus. Es preciso proyectar el modo de encararlo. El funcionamiento de los tres poderes da fortaleza y no debilidad en la incertidumbre.

La emergencia sanitaria puede admitir limitar temporalmente solo algunos derechos y libertades de los ciudadanos pero no la parálisis institucional y menos aún la contracción de la república. Para eso hay que restablecer ya -con las limitaciones que impone la cuarentena- su funcionamiento pleno.

Estamos ante una emergencia sanitaria, no institucional, y no se puede ni siquiera suponer que la salida será con más concentración de poder y menos democracia.

 Un consenso amplio, sólido y duradero Se debe convocar ahora a la construcción de un consenso amplio, sólido y duradero en el plano económico y productivo. Cada minuto debatiendo el pasado es un minuto que se pierde para pensar como saldremos de lo inevitable. Hay que consensuar un pacto productivo, de lo contrario nos quedaremos sin empleos y sin empresas. Y mirar al mundo, que inevitablemente pesará sobre nosotros.

Se torna indispensable la creación de ámbitos donde se convoque a representantes del trabajo y las empresas, a profesionales y expertos de todos los pensamientos -sin prejuicios ni suspicacias- para dialogar y construir con espíritu abierto y sin segundas intenciones. Se trata de poner al interés general por delante de los sectoriales Hay que pensar la estrategia de inserción en un mundo distinto que seguramente nos ofrecerá oportunidades, y aprovecharlas sin soslayar la renegociación de los compromisos externos que se desarrollaban cuando se desató la epidemia.

 Ya nadie podrá solo. Ya nadie hacerlo solo. Ni un gobierno, ni un partido, ni un sector.

El coronavirus no es ideológico ni su combate va por ahí, ya lo demostraron populismos de distintas ideologías.

Ha llegado la hora de pensar de otra manera, de convocar a especialistas como se ha hecho en el plano sanitario, de gestionar la crisis con pensamiento abierto, no de pelear todos los días por el poder.

Debemos, más que nunca, mantener vivo el espíritu de la democracia.

Consensuar no significa imponer ni aceptar cualquier cosa, es ponerse de acuerdo respetando valores básicos como pluralismo, transparencia, honestidad, tolerancia.

Que los cultores de la grieta se abstengan, que los corruptos no se aprovechen, que los autoritarios no nos digan lo que tenemos que hacer, que los que están en el juego chico de la política no nos hagan perder el tiempo.

Es hora de ponerse a trabajar, de hacer lo que falta, de adelantarnos a los tiempos.

Demostremos que la Argentina tiene la capacidad necesaria para superar este drama, acaso el más difícil que ha enfrentado nuestra generación después de la recuperación de la democracia.

Es ahora y es todos juntos, no es la lucha de uno sino de todos, arropados en las instituciones de la República.

Publicado en Clarín el 13 de abril de 2020.

Link https://www.clarin.com/politica/coronavirus-argentina-emergencia-sanitaria-admite-paralisis-institucional_0_Xv-NylAuB.html

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