La incertidumbre es el rasgo distintivo de un mundo desafiado por crisis recurrentes: la caída de las Torres Gemelas en el inicio del siglo, el colapso financiero de 2008, la pandemia en 2020 y ahora la guerra y la convulsión financiera en curso. Tiempo de cisnes negros. Foucault definía la posmodernidad como el tiempo en que ocurre lo inesperado, lo que no podemos prever.
Cuando la incertidumbre convive con la desesperanza y con la intolerancia, los populismos florecen y las democracias perecen. Cuando el futuro es pura amenaza y cuando no hay lugar para el disenso, termina imponiéndose el autoritarismo que en muchos casos desemboca en autocracia.
En la Argentina de hoy, no hay debates, obturados como lo están por el faccionalismo del oficialismo que traslada sus pujas internas al gobierno de la sociedad. Un oficialismo para el que toda política se reduce a la militancia en favor de la causa de su jefa, Cristina Kirchner.
Una causa que se propone lograr la impunidad por actos de corrupción en la obra pública durante su mandato. Un mandato en el que tras la muerte de su esposo, no desmanteló el circuito por el que se fugaba el dinero de todos hacia sus bolsillos y los de sus socios. Beneficiaria de beneficios de privilegio que desafían la igualdad de todos ante la ley, Cristina Kirchner se autopercibe como política proscripta, aunque no lo está, y víctima del desgobierno del gobierno que pergeñó y del cual es vicepresidente.
No sólo descalifica el fallo que la condena con pruebas contundentes que nunca refutó, también echa mano a la proscripción política para deslegitimar el proceso electoral que se avecina y convertirlo en un remedo de lo ocurrido tras la proscripción del peronismo en los 50. Perpetuo recurrir al pasado para recrear una odisea de la que ella se quiere protagonista.
El FdT gira alrededor de sus humores, sin liderazgo de reemplazo a la vista. Mientras tanto, la oposición de Juntos por el Cambio continúa enredada en sus disputas por el liderazgo de la coalición sin que se vea con claridad una propuesta de cómo salir de este pozo en el que estamos hundidos.
El país, con una inflación rampante, desafiado por el narcotráfico y la inseguridad, es el telón de fondo de disputas que agrandan la distancia entre quienes tienen la responsabilidad de gobernar y los ciudadanos. El juicio político a la Corte Suprema de Justicia es otra muestra de la insensibilidad de un gobierno que atropella la Justicia y la Constitución para lograr sus objetivos.
El Estado, al servicio de una facción que controla resortes institucionales clave; una política degradada por los groseros enfrentamientos entre los que gobiernan y una oposición que no alcanza aun a convencer a la sociedad de que es una alternativa de cambio.
Un sistema partidario a tres bandas en el que creció la alternativa “libertaria” de quien se propone con su “motosierra”, terminar con un Estado opresor, eje de todos los males. Este nuevo “ángel exterminador”, Javier Milei, no es un personaje de la película de Buñuel. Identificado con las derechas radicales como Vox en España o Bolsonaro en Brasil, su misión es “liquidar” a una casta política corrupta al privarla de las fuentes de las que se nutre. Un discurso disruptivo que cala hondo en los jóvenes, castigados como lo están por un país que no les ofrece futuro.
La desesperanza y la intolerancia que desautoriza a toda voz disidente, definen el clima dominante hoy. Macri, encarnación de la derecha para el FdT, es su chivo expiatorio. Una convergencia de inútiles y fanáticos, embarcados todos en una batalla cultural que el maestro Laclau supo enseñar siguiendo el idearios gramcsiano. Batalla por la unanimidad en la que el otro es la antipatria. Todo aquél que se diferencie y trate de desenmascarar un relato que sinceramente miente, es el enemigo. Mientras tanto, la patria prebendaria sigue creciendo impúdica durante este cuarto kirchnerato de Estado en bancarrota.
¿Qué realineamientos partidarios podrían neutralizar las tendencias hoy dominantes? ¿Cómo superar un enfrentamiento entre una utopía regresiva que promete el retorno a un pasado dorado y una promesa de cambio cuyos costos asustan a algunos y cuyos beneficios, muy pocos perciben? ¿ Cuánto del descontento puede engrosar las filas libertarias del anarco economista ?
Acaso peronistas no kirchneristas y no peronistas puedan converger en el centro del espectro partidario alrededor de una hoja de ruta. ¿Podrá cobrar vida un nuevo clivaje que deje atrás el viejo que dividió a peronistas de antiperonistas para reagrupar de acuerdo con un nuevo sistema de oposiciones: gente del muro, gente de la red; cosmopolitas versus nacionales y populares, capitalismo competitivo versus capitalismo de amigos, políticas sociales versus asistencialismo clientelar… ¿Qué liderazgos pueden asomar para dar vida a nuevas opciones y hacer posible las difíciles reformas necesarias para salir de la decadencia?
Todas son incógnitas aun sin repuesta ¿Por qué no esperar que asomen nuevos realineamientos y liderazgos de reconstrucción de este país arrasado por la ineficiencia de una gestión que consume los escasos recursos sin otra meta que la supervivencia de sus jefes?
Publicado en Clarín el 23 de marzo de 2023.
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